El fallido ‘biopic’ de la esclava bandolera

Este biopic sobre la abolicionista afroamericana Harriet Tubman desaprovecha una historia enorme que acaba reducida a historieta en un filme común. La vida de esta mujer que nació en una plantación y acabó convertida en una bandolera capaz de liberar a decenas de esclavos como ella es una aventura con tintes épicos de los que apenas se saca partido. Utilizando la red antiesclavista conocida como el ferrocarril subterráneo, Harriet Tubman realizó trece misiones de rescate en las que liberó a cerca de setenta esclavos, entre ellos muchos de sus familiares. Pero la actriz y directora Kasi Lemmons convierte esta brutal aventura en una serie de peripecias inverosímiles, desarrolladas de forma tosca y con personajes demasiado planos que en algunos casos hasta rozan la caricatura.

La actriz Cynthia Erivo logró ser candidata al Oscar a la mejor intérprete por este trabajo, junto a Scarlett Johansson, Saoirse Ronan, Charlize Theron y Renée Zellweger, que fue quien finalmente se llevó el galardón. Cynthia Erivo hace un trabajo correcto, es lo mejor de la película, pero su personaje apenas tienes matices ni un desarrollo dramático a la altura del real. La película se aferra a una línea argumental infantil: una esclava que logra huir de su plantación para acabar convertida en una súper heroína capaz de sobrevivir a cualquier obstáculo gracias a las visiones que le otorgan los estados de trance que padece y que aquí se dibujan como misteriosos superpoderes. Nos lo tenemos que creer porque ocurrió y porque nos lo dicen, pero lo cierto es que viendo esta película nadie podría creerse que Harriet Tubman existió, ni que el ferrocarril subterráneo, como recoge la novela de Colson Whitehead, premio Pulitzer en 2017, fue una fascinante red secreta de liberación de esclavos donde esta mujer bajita y fuerte, a la que un capataz había abierto la cabeza de cría al lanzar una pesa que se estrelló contra su frente, se erigió como símbolo de libertad.