Flying Lotus, el aristócrata mutante de la música negra
El ecléctico productor estadounidense encabeza el festival mexicano Nrmal, acompañado de Juana Molina o The sea and the cake
Llevaban persiguiéndole desde al año pasado y por fin lo han conseguido. Flying Lotus, el joven prodigio de la penúltima camada electrónica de Los Ángeles, productor de hip-hop alienígena y aristócrata de la música negra por vía de su tíos-abuelos Alice y John Coltrane, liderará este sábado el cartel de Nrmal Festival, una de las citas más estimulantes, y cada vez más reducida, dentro del gran mercado musical de Ciudad de México.
“Ya estuvimos hablando con él el año pasado, pero estaba terminando el disco. Mantuvimos abierta la conversación y este año sí ha sido posible”, cuenta Moni Saldaña, la directora del festival. Desde antes incluso de lanzar su primer largo, Cosmograma (Warp, 2010), su sonido crujiente y sincopado, entre el hip-hop espacial, el dubstep y el jazz de vanguardia, ha ido recogiendo alabanza tras alabanza de la crítica especializada. Su anterior disco, You’re dead! (2014) alcanzó su, hasta ahora, cima de popularidad. Entró en los 20 primeros puestos de la lista Billboard de electrónica y uno de sus single, Never catch me, en colaboración con Kendrick Lamar, estuvo nominado a los Grammy a mejor canción de baile.
Su último disco (Flamagra, 2019, también con Warp), más volcado al funk —en uno de los temas incluso aparece el gurú George Clinton— que al sonido Nintendo, no ha sido recibido con tanto entusiasmo. Más piropos ha concentrado sin embargo su producción en directo. Hypercube es una instalación en forma de cubo gigante construido con paneles y pantallas, que lleva perfeccionado desde 2015. Steven Ellison, el nombre real del artista, se encierra dentro y sincroniza sus beats con los recursos visuales del cubo y la parte trasera del escenario, logrando un efecto sinestésico en 3D. Psicodelia contemporánea y digital.
“Su interés por la imagen conecta mucho con el espíritu del festival, que se preocupa también mucho por los visual”, añade la directora. Ellison, con formación también en el mundo del cine, dirigió en 2017 una película. Kuso es un delirio gore-futurista sintetizado así por el autor: “un lugar donde el deseo ha quedado supeditado a los impulsos trash que rigen un nuevo mundo”.
Nrmal arrancó hace 11 años en Monterrey, a manos de unos jóvenes empresarios norteños que han trasladado definitivamente el festival a Ciudad de México, además de condensar cada vez más la programación y sus espacios. Si hace tres años pasaron de dos fechas a una sola cita. Ahora rebajan también el tercer escenario, la carpa dedicada a propuestas electrónicas más experimentales. “Queremos concentrarnos en los dos escenarios principales y que nada esté compitiendo con ellos al mismo tiempo”, añade la directora.
La programación sigue manteniendo la justa tensión entre clásicos de culto —por aquí han pasado Psychic Tv, Swans o Slowdive— con nuevas propuestas. En esta ocasión, los hermanos pequeños de la escena no wave neoyorkina, Bush Tetras, cumplirán 40 años compartieran tablas con Bea1991 o Jackie Mendoza. El árido stoner mexicano de Fumata, con la humedad tropical de Mateo Kingman. La mezcla de folk, electrónica y ruido de Juana Molina con la mezcla de indie y jazz de The sea and the cake.
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