Cuando tocar jazz mola mucho más que jugar al fútbol
Una alquería de Valencia es el refugio de Sedajazz, un exitoso proyecto educativo y musical dirigido por Latino cuyo secreto es la diversión
Ximet prefiere una jam session a un partido de fútbol. Tiene ocho años y toca varios instrumentos, pero ahora está centrado en el saxo. “Siempre me ha gustado el jazz, desde pequeñito”, dice mientras merienda, con la melena recogida por una goma. Su madre explica que lo ha mamado desde siempre: tanto ella como el padre son músicos. Un caso muy diferente al de los progenitores de Mar, de seis años, con su flauta en una mano. “Viene porque quiere, no porque le insistamos. Nunca le hemos dicho nada”, apunta el padre. La niña asiente.
Todos ellos están en la planta baja de la alquería de Sedajazz en Valencia. Techos altos, vigas de madera, estuches de instrumentos por todos lados. Se respira un buen ambiente. Niños y adolescentes que entran y salen de las clases particulares, profesores que descansan tomando un café, padres que esperan con abrigos en los brazos. La música se impone al murmullo cada vez que se abre la puerta de un estudio. “Lo más importante es que la gente se lo pase bien, que disfrute con la música”, comenta el jefe de todo esto, Francisco Ángel Blanco, más conocido como Latino.
Este saxofonista y flautista de 54 años ha logrado consolidar un singular proyecto pedagógico y musical con 300 alumnos y una veintena de profesores, que se traduce en dos Big Bands, una junior y otra senior, publicación de discos, conciertos, giras y reconocimiento nacional e internacional. Y todo sin apenas ayudas públicas. Un proyecto que se remonta a 1991 cuando surge la primera Big Band en el seno de la centenaria banda municipal Santa Cecilia de Sedaví. Con casi la mitad de sociedades musicales de España en la Comunidad Valenciana, 40.000 intérpretes y 250.000 asociados, las bandas son una cantera inagotable de músicos de viento y no solo para orquestas de todo el mundo.
Y ahora Sedaví, de la que antes se decía que era la "cuna del mueble", ostenta el cargo oficioso de "la cuna del jazz", apunta sonriendo Vicente Macián, saxo tenor y profesor. También de esta población aledaña a Valencia salieron el trompetista David Pastor o el trombonista y percusionista de congas Carlos Martín, entre otros profesionales aquilatados que imparten talleres en Sedajazz. Los alumnos adolescentes de Macián acaban de pasar los patrones melódicos por los acordes con el fin de aprender recursos para improvisar, explica en voz baja Latino. La clase es amena, la música divertida. Practican todo tipo de estilos de jazz, con predominio de los ‘standards’ y los arreglos para grandes bandas. La finalidad es que cada uno acabe componiendo sus propios arreglos.
“Yo estudio música clásica en el conservatorio, pero siempre me ha llamado la atención que no te enseñan a improvisar. Te quitan el papel y no tienes ni idea de cómo tocar. Tienes que hacer exactamente lo que pone allí. Por eso me he apuntado a aquí también”, comenta la trompetista Ana Caballero, de 19 años. Los estudios de jazz han empezado a entrar en los últimos años en los conservatorios superiores, como los de Madrid, Valencia, Sevilla, Barcelona o A Coruña. Para improvisar hay que saber mucho. Como dice el parco en palabras y uno de los grandes del saxo en España Perico Sambeat: “La improvisación musical está sujeta a unos parámetros armónicos y rítmicos y necesita un trabajo y un estudio enorme”. Él también es profesor habitual e intérprete en de Sedajazz, “fuente de una enorme cantera de músicos extraordinarios”, añade por correo electrónico, señalando a Latino como responsable.
Por la alquería, ubicada entre un trozo de huerta valenciana y un nuevo barrio (Sociópolis) semidesértico que iba a ser la envidia de todos antes de la crisis de 2008, pasan músicos de renombre internacional. Lo cuenta Michael Mossman, trompetista y profesor en el Queens College y la Juilliard School de Nueva York: “Desde el principio, el programa Sedajazz trae invitados del extranjero, como yo, Bob Mintzer, Horacio "El Negro" Hernández o Pat Metheny y otros. Pero lo que es más importante, destaca a los músicos de España como maestros e intérpretes, enviando un mensaje claro de que el talento local debe compartir el escenario con los invitados. Otra característica importante ha sido su enfoque en la composición y la organización, así como en el rendimiento. Señalaría el trabajo de Perico Sambeat y Jesús Santandreu, cuyas obras escritas establecen un estándar muy alto para los estudiantes y profesores”.
Mossman incide en que “Valencia se ha convertido en un centro de jazz, como demuestra que también el Berklee College ha abierto un campus satélite allí”. Y se extiende en su respuesta por correo electrónico sobre la importancia de la improvisación: “Es el centro del proceso de jazz. Requiere una técnica instrumental avanzada, una comprensión de la estructura, un sentido del estilo desarrollado y alienta tanto el estudio de la tradición como la innovación. Los improvisadores aprenden a buscar información de artistas pasados (borrando la brecha generacional), músicos de otras culturas (borrando la brecha xenófoba) y de otras áreas de la música (borrando las divisiones entre los géneros musicales)”.
Escaleras arriba suena una versión orquestal de la clásica canción On the shunny side of the Street que han cantado Louis Armstrong o Ella Fitzgerald. La clase está terminando en la sala principal, presidida por un piano. Abajo, Ximet se prepara para el ensayo de la Sedajazz Kids Band. Sus compañeros ya han subido y afinan sus instrumentos. Él se acaba la merienda y saca su saxo. Se coloca como solista junto a Latino, el director, y cuando este le da paso, el nano demuestra por qué le mola mucho más el jazz que el fútbol.
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