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Una residencia artística para rescatar el legado de los pueblos del norte de Colombia

La fotógrafa Adriana Zehbrauskas retrató la cotidianidad de habitantes de San Basilio de Palenque y de La Guajira

Catalina Oquendo

"El universo está hecho de historias, no de átomos". El poema de la estadounidense Muriel Rukeyser es el mantra que acompaña a la fotógrafa Adriana Zehbrauskas cuando se acerca a las comunidades que retrata, a las historias anónimas que documenta en su natal Brasil, en México y ahora en Colombia. En el desierto de La Guajira, Zehbrauskas se adentró en la vida de las matronas wayú, entró a la casa de Paulina y de diez familias de mujeres artesanas; y en San Basilio de Palenque, el primer pueblo donde los esclavos se liberaron en América, a la cotidianidad de doña Ana y su hijo Luis, a los tambores y bailarines palenqueros para narrar, a través de ellos la resistencia de esta comunidades ante las amenazas que las ponen en riesgo de desaparición.

Ella es la segunda invitada a la residencia creativa One, que acerca a artistas, fotógrafos, periodistas y músicos por estos parajes de Colombia para mostrar el legado cultural de poblaciones que son patrimonio de la Humanidad. El primero fue el saxofonista ganador del Grammy David Sánchez y de su visita salió una canción compuesta con músicos de Palenque. Un tema con base melódica de jazz e influencia de los ritmos Lumbalú, de esa región, y la bomba, de Puerto Rico, tierra natal de Sánchez. Ambos estuvieron en la residencia artística, dirigida por la curadora cultural Natalia Algarín y el empresario Allan Kassin, creador de la Fundación One Santuario Natural, en Palomino (La Guajira).

Retratos de familia

Zehbrauskas es una de las fotorreporteras que aparecen en el documental Beyond Assignment, colabora con The New York Times, BuzzFeed News y The Washington Post, y desde 2014 acompaña a las familias de los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa. “Me preocupaba que se hubieran convertido en un número y quise contar quiénes eran sus familias, la vida que tenían”. Pero mientras trabajaba con ellos y les pedía fotografías de familia, de los recuerdos de la infancia, se percató de que muchos ya no tenían ese tipo de retratos. “La respuesta era no tengo fotos o estaban en el celular y se perdieron. Entendí que estas personas estaban desapareciendo no solo del espacio físico sino también de la memoria, que era un acto de desaparición de la vida en sí”, dice a EL PAÍS desde la reserva donde se hospeda a los artistas.

Un matrimonio en San Basilio de Palenque.
Un matrimonio en San Basilio de Palenque.Adriana Zehbrauskas

Así surgió Family Matters, un proyecto de preservación de la memoria a través de retratos de familia en zonas que se resisten a desaparecer, con el que la fotógrafa fue invitada a la residencia artística. “Poder retratar comunidades que son muy fuertes culturalmente pero que viven bajo amenaza constante de desaparición de sus costumbres, de su lengua o que tuvieron amenazas de grupos armados coincide totalmente con Family Matters”, agrega la documentalista.

Su trabajo apunta a devolverles algo a las comunidades con las que trabaja y por eso carga con una impresora que conecta a su celular e imprime los retratos de familia que toma en distintos lugares a los que va. “Para que ellos tengan esa prueba de identidad y de que no van a desaparecer, que las nuevas generaciones van a saber quiénes fueron sus familiares”, explica. Y como una forma de retribuir a las personas la confianza que depositan en un fotógrafo.

No ha sido fácil en zonas donde la violencia está latente como en el Estado de Guerrero, en México. Allí la gente no quería que entrara a sus casas y les tomara fotos para evitar ser identificados. Zehbrauskas, entonces, tuvo que instalarse en la plaza del pueblo para ofrecer los retratos familiares y consiguió ganarse la confianza.

De derecha a izquierda, Maribel (49) y sus hijas Maribel, Ingrid y Mariatere, en Hato Nuevo, La Guajira.
De derecha a izquierda, Maribel (49) y sus hijas Maribel, Ingrid y Mariatere, en Hato Nuevo, La Guajira.Adriana Zehbrauskas

En cambio, en La Guajira y en San Basilio de Palenque, la respuesta fue positiva. Y la fotógrafa logró imágenes que reflejan el poder de las mujeres wayú, sus formas de trabajar en red con otras mujeres de la comunidad; la cotidianidad de los palenqueros, su carácter extrovertido y protector de su cultura. Los rostros de los jóvenes que hacen rap en lengua palenquera, los líderes de la guardia cimarrona, que, sin armas, protegen a su pueblo. Y sobre todo, fotografías de las familias. “Los retratos familiares cuentan mucho sobre nuestra identidad y nos permiten narrar la historia de quienes somos y de dónde vinimos”, concluye Zehbrauskas desde la reserva donde se espera en los próximos meses al tercero de los artistas que hará la residencia con las comunidades de La Guajira y San Basilio de Palenque.

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Sobre la firma

Catalina Oquendo
Corresponsal de EL PAÍS en Colombia. Periodista y librohólica hasta los tuétanos. Comunicadora de la Universidad Pontificia Bolivariana y Magister en Relaciones Internacionales de Flacso. Ha recibido el Premio Gabo 2018, con el trabajo colectivo Venezuela a la fuga, y otros reconocimientos. Coautora del Periodismo para cambiar el Chip de la guerra.

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