Nueva política en femenino
Se nota que han pasado los años y que el oficio en la escritura y la dirección de Asier Altuna y Telmo Esnal ha ido consolidándose
Desde la memorable El gran McGinty (Preston Sturges, 1940), la comedia se ha ocupado no pocas veces del hombre de paja de la política, del tímido sin personalidad reclutado para poner cara al poder mientras los hilos los seguían manejando los de siempre. Una tipología a la que de nuevo se agarra la pareja de directores vasca formada por Asier Altuna y Telmo Esnal, que en Agur, Etxebeste! cambia al hombre de paja por la mujer de paja: la esposa del anterior alcalde, corrupto hasta las cejas. Sin embargo, el nuevo poder femenino ha llegado con otras formas de actuación.
AGUR, ETXEBESTE!
Dirección: Asier Altuna, Telmo Esnal.
Intérpretes: Ramón Agirre, Elena Irureta, Iban Garate, Paco Sagarzazu.
Género: comedia. España, 2019.
Duración: 90 minutos.
“Los periódicos siempre hablan de sobornos, pero olvidan que sin ellos no tendríamos buenos políticos, solo hombres sin ambición, calzonazos”, decían en una de las primeras secuencias de El gran McGinty. “Por fin alguien ha puesto a trabajar a los trabajadores”, dicen en el primer acto de Agur, Etxebeste!, secuela un tanto tardía de Aupa, Etxebeste!, de 2005, también sátira social, aunque aquella centrada en la familia mientras su nueva obra se forja en algo tan complejo como un ayuntamiento español, ese extraño lugar en el que el regidor puede manejar con enorme prestancia billetes de 500 euros.
Se nota que han pasado los años y que el oficio en la escritura y la dirección de Altuna y Esnal ha ido consolidándose en trabajos conjuntos donde se han ido repartiendo tareas de dirección y de guion, a la manera de los también vascos Jose Mari Goenaga, Aitor Arregi y Jon Garaño. Y, en ese sentido, Agur, Etxebeste!, aun siendo secuela de su comedia familiar de 2004, se encuentra a medio camino entre el costumbrismo de esta y la bestial crueldad de la más aguerrida y malvada Feliz año, abuela, comedia negra dirigida por Esnal con guion de ambos en 2011.
A ratos un tanto pálida (no arranca demasiado bien con su algo gruesa exposición de caracteres, y un par de tramas paralelas sin demasiado interés parecen escritas simplemente para encajar el puzle del desenlace), la película, sin embargo, se eleva gracias a una serie de situaciones donde a pesar de la burla y la exageración todo es inmensamente reconocible, manteniendo, como en las buenas farsas, una cuota de credibilidad donde hay palos para (casi) todos. Y, sobre todo, gracias a esa parte final donde, arrimándose a un clásico de la comedia negra española, el entierro, lo explícito y lo metafórico se ajustan a la perfección: estamos ante la muerte de un modo de hacer política. Un lugar donde ya no tiene cabida una frase tan sangrante y tan española como: “¿A usted es que no le han dicho cómo funcionan aquí las cosas?”.
Babelia
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