La mortal
Es una pena que el Apocalipsis esté cerca, porque me encanta el siglo XXI
Este es el contestador terrenal de San Judas Tadeo, patrón de las causas perdidas. Si la oración no funciona, deja tu mensaje después de oír la señal. Bip. ¿Judas? ¿Estás ahí? Soy Rita. Tu mujer, como bien te has encargado de recordarme todo el santo verano. Jesús, María y José, con lo pesado que te has puesto y ahora no me coges. Bueno, mira, casi mejor que no descuelgues, porque la verdad es que no tengo muchas ganas de escucharte, que Dios me perdone. No te lo tomes a mal, Judas, cariño, pero lo que te voy a contar no te va a gustar y cuando te pones sentimental no hay quien te aguante. Menudo invento esto del contestador, chico, poder hablar con tu marido cinco minutos sin que te interrumpa ni una sola vez. En fin, que te llamo para despedirme, al menos por un tiempo.
Este verano he podido reflexionar sobre mi vida en el Edén, y al final me decidí: ayer le pedí una excedencia a Su Altísimo. Comprendió perfectamente que me tuvieras hasta el moño, cielo, así que vuelvo a ser mortal. Total, la muerte tampoco es tan grave como la pintan, tú lo sabes bien, y ser una humana corriente y moliente tiene sus ventajas: al menos tu marido no puede freírte a mensajes impertinentes.
El jefe escuchó mi plegaria con una condición, que en el seno de la Santa Madre nada es gratis. Me ha pedido que trate de evangelizar a la juventud de abajo antes del Acabose, para que lleguen preparados al juicio final. Por lo que se ve, Judas, el Mandamás no tiene mucha fe en tu trabajo. Tampoco creo que a mí me vaya a ir mucho mejor. Estos chavales están de vuelta de todo. Vaya, que soy yo la que está aprendiendo latín con ellos, pero latín de verdad, no del que nos enseñaron a nosotros en el seminario celestial. ¿Tú sabes lo que es el poliamor? Por los clavos de Cristo, eso sí que es el paraíso y no la urbanización con piscina en la que vivimos. No te sientas abandonado, mi vida, no es eso. Volveré, Dios mediante, pero ahora necesito espacio para averiguar lo que quiero. Lo reconozco: cuando te dieron el puesto me llevé un buen chasco y me sentí humillada como profesional de la Santidad pública. No es por hacerte de menos, Judas, querido, aunque está claro que el techo de cristal divino hizo su trabajo. Un hombre con mis méritos te hubiese machacado. Pero no quisiera que te llevases un mal rato: aquello ya pasó, y no te guardo rencor.
El caso es que, tras la decepción, decidí volver a Cascia. Pensé que regresando a mis orígenes podría responder a todas esas preguntas que no tienen cabida en una existencia intangible. Bingo: allí conocí a Bianca, una tataranieta lejana mía. ¿Te acuerdas de aquel convento en el que no me aceptaron de joven por no ser virgen? Es posible que no te llegase a comentar que antes de casarnos tuve mellizos, pero eso ya no importa. Ay, Judas, la reconocí al instante. Pese a la distancia generacional, era igualita a mí a los veintitantos, el mismo fuego en la mirada. No como los nuestros, por cierto: la genética dominante de tu familia no perdona. Le conté quién era y me pidió que la acompañase, que me iba a mostrar quiénes eran sus dioses. ¿Tú sabes lo que es el Tomorrowland? Los belgas sí que han aprendido a montar jarana desde las quemas de brujas. Aquello era un aburrimiento, pero esto... A Dios pongo por testigo de que nunca me lo había pasado tan bien. Mi primer periplo por la Tierra fue un poco triste, y lo más parecido a una pandilla que tuve fueron las monjas del convento. Ahora tengo amigas, Judas. Amigas de verdad, por San Pedro, no de las de misa y procesión. Les propuse a las chicas hacer juntas el Camino de Santiago, que en nuestros tiempos era lo más, pero resulta que ahora lo que se lleva es viajar en tren por toda Europa. Me he comprado una mochila de 30 litros para estar preparada, que me muero de ganas de volver a Roma y contarles las batallitas de la canonización.
Ahora estoy cogiendo fuerzas para todo lo que viene. ¿Qué importa dónde, mi vida? Te suplico que no me busques: no quiero que te presentes aquí y me revientes los planes. Te diré, para no preocuparte, que estoy al sol, en una playa preciosa y con las tetas al aire. Es una pena que el Apocalipsis esté cerca, porque me encanta el siglo XXI. Después de tantos años de crianza abnegada, me merezco un respiro: tú quédate en casa y cuida de los críos. Quizás vuelva a estudiar, o puede que trate de empezar una carrera como cantante de orquesta. Tendría que actualizar el repertorio, eso sí, pero hasta el próximo verano aún tengo muchos meses para ponerme al día.
Si quieres saber de mí, te invito a que te suscribas a mi canal de YouTube Impossible is nothing: me llueven los likes. El verano termina y, en la Tierra, cada septiembre nos brinda una nueva oportunidad. Mira, de perdidos al río, que si no te lo digo reviento: creo que me he vuelto a enamorar. Se llama Natalia. Voy con prisa, amor, tengo que colgar ya. Disculpa que no te dé mi número, pero ya sabes lo que dicen. Santa Rita Rita, lo que no se da tampoco se quita.
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