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Crítica | El hotel a orillas del río
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Figuras en la nieve

El placer está en las particularidades de cada entrega en ese juego de variaciones sobre el narcisismo, la soledad, el amor y la pérdida que compone la filmografía de Hong Sangsoo

Imagen de 'El hotel a orillas del río'.
Imagen de 'El hotel a orillas del río'.

Un viejo poeta contempla desde su habitación de hotel a una chica que también se hospeda en el establecimiento, paseando en el exterior, y se fija en la herida de su mano. Esa mirada que se interroga sobre una desconocida pone en relación, al comienzo de El hotel a orillas del río, último largometraje de Hong Sangsoo, las dos soledades –y, con ellas, las dos historias- que se entrecruzarán en este trabajo que culmina en uno de los desenlaces más conmovedores en la obra reciente del autor de La mujer es el futuro del hombre (2004), desenlace que habla de los vasos comunicantes de la tristeza y refuerza el intrincado juego de simetrías y ambigüedades que el cineasta ha ido construyendo a lo largo de una hora y media tapizada de sutilezas.

EL HOTEL A ORILLAS DEL RÍO

Dirección: Hong Sangsoo.

Intérpretes: Gi Ju-bong, Kim Min-hee, Kwon Hae-hyo, Song Seon-mi.

Género: drama. Corea del Sur, 2018.

Duración: 91 minutos.

El hotel a orillas del río está más cerca de las magulladuras emocionales de En la playa sola de noche (2017) –aquí, Kim Min-hee vuelve a encarnar el amor abandonado de un hombre casado- que del tono ligero y lúdico de La cámara de Claire (2017), aunque, como siempre, el placer está en las particularidades de cada entrega en ese incesante juego de variaciones sobre el narcisismo, la soledad, el amor y la pérdida que compone la filmografía del cineasta. Para los incondicionales de Sangsoo el espectáculo está, cada vez más, en el modo en que las historias se van construyendo poco a poco, revelando pequeñas fisuras que permiten que el pasado se filtre a través de esos diálogos triviales, espesando el trazo de unas relaciones que el director nunca trata como funcional material dramático (o cómico).

El plan maestro de El hotel a orillas del río separa a lo masculino de lo femenino y sugiere que la historia de este poeta que llama a sus hijos cuando se siente morir puede ver iluminadas sus zonas de sombra a través del drama privado de la joven A-Reum, mujer abandonada como lo fue la propia esposa del anciano. Siempre igual a sí mismo y siempre distinto, Sangsoo logra hablar de la muerte esquivando la gravedad (que no la hondura).

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