El cuerpo como centro
Rocío Molina protagoniza una formidable reivindicación de la danza en el festival Flamenco on Fire
La VI edición de Flamenco on Fire se acerca a su final. Pero el sábado todavía se vivió una intensísima jornada que tuvo en su núcleo, el de los grandes conciertos del auditorio Baluarte, a la danzarina Rocío Molina, que seguramente representa una de las propuestas más originales e interesantes surgidas en los últimos años en el mundo de la danza, partiendo desde el flamenco como base de partida, pero no única.
Molina presentaba en el Baluarte Caída del cielo, un espectáculo que no es nuevo y que lleva ya varios años en escena, pero que se ve renovadamente cada vez, como no puede ser de otra forma en un arte efímero como es siempre el escénico.
En la obra de la bailaora (bailaora o bailarina/ danzaora o danzarina) hay un “discurso”, se trata de una obra conceptual, se nos quiere decir algo, existe una "filosofía". Hoy todo el mundo quiere tener una "filosofía", aunque sea de andar por casa en zapatillas. Entonces, ¿por qué no habría de tenerla la danza? Sin embargo, la danza es primordialmente un lenguaje propio, que no habla o está ahí por otra cosa, sino por sí misma.
El título, Caída del cielo, podría hacer pensar en una alusión a la escatología platónica, con la caída y posterior regreso de las almas a los ámbitos celestiales. Pero más bien sería lo contrario, una afirmación en la tierra. Frente a lo propio de la danza clásica, que representa la ilusión de que no tenemos cuerpo, lo etéreo; las danzas contemporáneas y flamencas (los dos fustes que sostienen a esta obra) son la afirmación del suelo y de la carnalidad. Si estas danzas han de tener una filosofía, no podría ser otra que una filosofía del cuerpo.
Y por lo demás, la propia sinopsis de la obra habla de un viaje vital y corporal y de la transformación de un mujer. Pero más que nada, las casi dos horas de espectáculo son un puro ejercicio dancístico formidable, una reivindicación de la danza en estado puro. Rocío posee una envidiable y depurada técnica con un cuerpo fuerte y flexible que le permite hacer cualquier cosa, con unos potentes gemelos en las piernas que la llevan a donde ella quiere y como quiere. Colosal.
Entre la inasequible actividad cada jornada en Flamenco on Fire, por la tarde habíamos tenido una gran actuación en el nuevo espacio El Bosquecillo con el flautista Sergio de Lope y el cantaor Matías López, El Mati. La casualidad ha querido que se reunieran en un espectáculo dos máximos ganadores en el Festival del Cante de las Minas. Sergio ya había logrado el premio El Filón para instrumentistas. Hace apenas unas semanas, El Mati obtuvo la Lámpara Minera, máximo galardón del certamen. Gran concierto de dos jóvenes llamados a decir algo importante en este mundo.
Y la noche se cerró con el ciclo nocturno y la presencia de María Terremoto, cada vez más suelta, más firme y segura de su cante jerezano, que bebe de las fuentes de su padre y abuelo. Cantó, bailó, habló y obtuvo un estruendoso éxito.
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