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Crítica | Sauvage
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La carne es triste

Es un complejo retrato de personaje que quizá podrían haber aplaudido Genet o Pasolini

Imagen de 'Sauvage'.
Imagen de 'Sauvage'.

Fundada en 1981 por el sacerdote Patrick Giros, la asociación Aux captifs la libération pone en práctica su particular antropología humanista cristiana abriendo vías de diálogo entre su equipo de trabajadores sociales y las personas ancladas en una situación de pobreza y exclusión social, con particular atención a los sin hogar y a quienes ejercen la prostitución callejera. Tres años de trabajo de campo como voluntario en el seno de la asociación han permitido al director Camille Vidal-Naquet matizar su mirada sobre el material humano que nutre su primer largometraje: Sauvage, visceral, durísimo, explícito y finalmente conmovedor paseo al lado de un chapero del Bois de Boulogne durante los días que podrían preceder a su posible salvación social.

SAUVAGE

Dirección: Camille Vidal-Naquet.

Intérpretes: Félix Maritaud, Eric Bernard, Nicolas Dibla, Philippe Ohrel.

Género: drama. Francia, 2018.

Duración: 109 minutos.

Sudoroso, tatuado, presa de una perpetua urgencia, herido, marcado por las huellas del consumo tóxico, el cuerpo de Félix Maritaud atraviesa su particular vía crucis, sin que Vidal-Naquet quiera contar una historia de redención, a través de una serie de explícitos encuentros sexuales en los que afloran la inesperada ternura, la tristeza de la carne y la crueldad infligida sobre el cuerpo reducido a mercancía. El actor, descubierto en la tan sobresaliente como pulcra 120 pulsaciones por minutos (2017) de Robin Campillo, contagia la febrilidad de sus movimientos a cada imagen, dejando claro que lo suyo, más que una lucha por la supervivencia en los márgenes, es una búsqueda desesperada, contradictoria, de los más efímeros brotes de afecto en territorio hostil.

Sauvage es un complejo retrato de personaje que quizá podrían haber aplaudido Genet o Pasolini. También es la descripción, sin atisbo de moralina o condescendencia, de un microcosmos marginal donde no todo es, necesariamente, oscuridad. Y, finalmente, es una lección magistral sobre cómo tratar un tema conflictivo –los estratos más desamparados de la prostitución masculina- evitando caer en mitificaciones, maniqueísmos y paternalismos.

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