Gravedad de rostro apretado
Película de extrema seriedad en el tono, de la que han desaparecido definitivamente la frescura y cualquier gota de sentido del humor
Hace ahora ocho años una precuela, X-Men: primera generación, consiguió levantar una franquicia que languidecía entre la rutina y el hartazgo. Sin embargo, tres producciones después, aquellas virtudes, impresas en buena medida por el director y coguionista Matthew Vaughn, se han ido difuminando hasta el nuevo fin de ciclo que supone X-Men: Fénix oscura, película de extrema gravedad en el tono, de la que han desaparecido definitivamente la frescura y cualquier gota de sentido del humor, que se entrega a una grandilocuencia que se pretende acorde con el fondo del asunto pero que es más plúmbea que trascendente.
X-MEN: FÉNIX OSCURA
Dirección: Simon Kinberg.
Intérpretes: Sophie Turner, James McAvoy, Jessica Chastain, Nicholas Hoult.
Género: acción. EE UU, 2019.
Duración: 116 minutos.
De más a menos, el relato se abre con un prólogo de enorme potencia visual (y también de fondo) sobre los orígenes familiares del personaje que da título a la entrega, Fénix, esquinada en Apocalipsis (2016), la anterior de la serie, y aquí protagonista casi absoluta. al que sigue la muy interesante exposición de su conflicto interior: relacionado una vez más con unos superpoderes que se acercan más a la tortura que a la bendición y, sobre todo, con su condición de proscrita dentro de un grupo formado por proscritos: es decir, doblemente condenada dentro de una alegoría política en la que los X-Men pasan de colaboradores con el gobierno a perseguidos por el poder ejecutivo y la sociedad.
Sin embargo, junto a la convencionalidad de las secuencias de acción (exceptuando un par de planos en modo viñeta de cómic de gran belleza estética), el mayor problema de la historia dirigida por Simon Kinberg, hasta ahora en tareas de producción y escritura, es que quizá por ser conscientes de que la perversidad la pone esta vez una de los suyos, añaden una trama en paralelo con una villana en toda regla, una alienígena que ni está bien desarrollada ni importa en absoluto, pese al carisma de Jessica Chastain. Todo ello con la solemnidad un tanto vacua de algunos de sus momentos de acción, representados por el paradigma de esas luchas entre personajes con poderes mentales, que se enfrentan unos a otros simplemente con el rostro apretado y pleno de concentración.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.