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Crítica | La corresponsal
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La guerra privada de Marie Colvin

La película se sirve de un lenguaje visual enérgico que parece esforzarse para que el espectador sienta el impacto de la metralla

Rosamund Pike y Jamie Dornan, en 'La corresponsal'.
Rosamund Pike y Jamie Dornan, en 'La corresponsal'.

Un cronista de guerra sabe que no trabaja para la Historia con mayúsculas, sino para ese territorio mucho menos noble y perdurable que es este presente que mancha de café las páginas del periódico -o la pantalla de la tableta- que se lee apresuradamente en las primeras horas de la mañana. Su meta no es levantar acta de una gran crisis a vista de pájaro, sino contar el dolor a la altura de los ojos de la víctima civil, abandonando grandes palabras de líderes de fuerzas militares y retóricas de jefes de estado para trenzar una corriente de empatía entre quien lo ha perdido todo y ese lector para quien la guerra es aquello que sucede, siempre, muy lejos de casa.

LA CORRESPONSAL

Dirección: Matthew Heineman.

Intérpretes: Rosamund Pike, Jamie Dornan, Tom Hollander, Fady Elsayed, Stanley Tucci.

Género: biopic. Reino Unido, 2018.

Duración: 110 minutos.

En La corresponsal, la figura de Marie Colvin -la célebre e inquebrantable cronista de guerra del británico Sunday Times que perdió la vida en febrero de 2012, mientras cubría el asedio de la ciudad de Homs durante la guerra civil siria- sirve para ilustrar esa lección. Lo hace utilizando un lenguaje visual enérgico que parece esforzarse para que el espectador sienta el impacto de la metralla -la secuencia donde la protagonista pierde el ojo demuestra que no hace falta rodar en 360º para lograr una poética inmersiva- y sirviéndose, también, de la entrega incondicional de una Rosamund Pike que reafirma la autoridad interpretativa que desplegó en Perdida (2014). Queda, por tanto, claro que la película no necesitaba ser excesivamente didáctica, sobre todo, si quería hacer justicia a una figura tan directa y expeditiva como la Colvin. Y, sin embargo, ese es su talón de Aquiles: a cada prueba de fuerza -interpretativa y visual-, la propuesta del hasta ahora director de documentales Matthew Heineman ofrece el contrapunto de una cita textual de los artículos de Colvin que queda reducida a simplificada lección de un hipotético manual de periodismo de guerra para novatos.

Basada en el artículo que escribió Marie Brenner en Vanity Fair sobre la reportera, La corresponsal tiene la estructura fragmentaria de un grandes éxitos que recorre Sri Lanka, Irak, Libia y Siria, con sus correspondientes recaladas en un espacio doméstico que no es mucho más benigno, toda vez que ahí se lidia con el estrés postraumático, las infidelidades conyugales y la relatividad ética de la redacción periodística. Heineman no quería hacer un biopic convencional, pero Pike y el operador Robert Richardson parecen más convencidos que él.

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