Luis Gordillo, del gris al naranja
El artista estrena fundación en Sevilla, su ciudad, con una muestra de 84 obras, 34 de ellas donadas y algunas cedidas por dos años
Luis Gordillo salió de Sevilla en 1959, tenía 25 años y era "muy poco sevillano", ha confesado este lunes en el Espacio Santa Clara, el lugar que el Ayuntamiento de la ciudad ha destinado a mostrar la donación realizada por el artista que ha marcado la modernidad en España. Un puente entre el informalismo y la nueva figuración que mantiene sólidos sus pilares y continúa reinventándose. "Yo no me sentía nada de aquí. Era más de París, Londres o Nueva York. Para mí Sevilla era gris-morado y no me interesaba nada. Ahora la veo muy luminosa, calentita incluso en invierno. Es de color naranja, rosita, los diminutivos tienen connotaciones cariñosas. He ido descubriendo la ciudad poco a poco a lo largo de los últimos 15 años", asegura el artista, una especie de camaleón con propiedades a la inversa que, en lugar de apropiarse de los colores, los va depositando por cuanto toca.
...CarmenmásetcéterAs..., la muestra en la que puede verse las 34 obras que ha donado a Sevilla junto a tres series cedidas por dos años y otras 21 prestadas solo para esta exposición, se inaugura este martes en una gran sala con artesonado mudéjar del antiguo convento de Santa Clara, en la que podrá verse hasta el 13 de octubre.
"Este espacio no será monopolio mío, pretendo hacer cosas con gente joven, darle morbo artístico. Estará abierto, habrá conferencias y exposiciones de otros artistas. Queremos que vaya creciendo, que no se quede en un espacio muerto. Aún tengo dudas sobre el nivel de vanguardia al que nos abriremos. No sé si nos pondremos muy extremos, con cosas que no las entienda ni Dios...", elucubra divertido el artista que, a sus 84 años, se considera "modernillo".
Luis Gordillo, el segundo de ocho hermanos, estudió Derecho en Sevilla, pero la ciudad en la que él creció carecía de alicientes para un joven ávido de conocimiento. "Cuando yo vivía aquí la actividad cultural era muy ingenua y muy pacata. Por ejemplo, en Historia del Arte no se pasaba de Goya; aunque en mi casa era diferente. Había libros, discos y todos los hermanos estudiábamos solfeo y piano", recuerda el artista, con una larga lista de antológicas en los grandes museos españoles como el Macba (Barcelona, 1999), el IVAM (Valencia, 1993), el Reina Sofía (Madrid, 2007) o el CAAC (Sevilla, 2016).
"Para mí la Semana Santa era un rollo de beatones. ¡Hay que ser burro para pensar eso!, una idea que, en lugar de vanguardistas, es de tontos", reconoce el artista, que viajó por primera vez a París en 1958, donde se empapó de informalismo y abstracción, y desde entonces no ha parado de crecer. Un año después, Gordillo abandona para siempre su ciudad y aunque ha mantenido un contacto continuo desde entonces, la decisión de crear la Fundación Luis Gordillo surgió el pasado año, en recuerdo de su hermano el historiador José Manuel Rodríguez Gordillo, quien falleció en 2015.
"La idea de la fundación nació gracias a Luis F. Martínez-Montiel [doctor en Historia del Arte de la Universidad de Sevilla], una amistad que he heredado de mi hermano José Manuel. Ha sido él quien me ha animado y también es el comisario de esta primera exposición. Tenemos muchos planes, entre ellos un acuerdo con la Universidad para catalogar mi obra, esas cosas que se hacen con los viejos maestros", dice socarrón Gordillo quien mantiene intacto el gusto por el trabajo, incluso cuando este conlleva sufrimiento.
"Ahora mis cuadros se han hecho más complicados, más densos, y me exijo cada vez más. Pero la verdad es que no me podría separar nunca de ese sufrimiento. Algunos elegimos la complejidad porque somos un poco masoquistas", reconoce Gordillo. "Trabajo en muchos cuadros a la vez y cuando la cosa se pone difícil y tengo que parar y cambiar de registro. Entonces hago dibujos, collages, obra sobre papel, fotomontajes... cosas divertidas y fáciles", explica Gordillo, siempre dispuesto a experimentar y que, desde hace más de una década, utiliza también el ordenador para sus creaciones. "Hay obras que son totalmente digitales, para mí es como un juego. Cada día voy más por ese lado porque me divierte mucho. La pintura me da muchos dolores de cabeza", reconoce, aunque inmediatamente añade: "Pero yo soy un pintor. Nunca podría dejar de pintar".
En ...CarmenmásetcéterAs..., titulada así por la obra Carmen. Biografía de un mito (2012) de su hermano José Manuel, que recibió el premio Antonio Domínguez Ortiz, reúne trabajos desde 1979 hasta 2016. La donación la componen las 31 obras de distintas técnicas de la serie Carmen (2015) y el tríptico Payseyes 2 (2016). "Son distintas intervenciones sobre una base fotográfica, el Reina Sofía tiene uno similar pero más grande. El título es una mezcla de paysage, paisaje en francés, y eye, ojo en inglés", apunta. Mientras que las cinco serigrafías de Instantes (2003) y las 12 litografías de Celulario (1995) son una cesión por dos años. "Luego las cambiaremos por otras obras", apunta el artista; aunque Martínez-Montiel confía en que estas y otras pasen a engrosar la donación.
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