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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Cuidado con la victoria

Decía Ferlosio que un pueblo puede sentir como propia una culpa

El entonces rector de la Universidad Autónoma de Madrid, Raúl Villar, impone el birrete de doctor 'honoris causa' a Sánchez Ferlosio, en 2002.
El entonces rector de la Universidad Autónoma de Madrid, Raúl Villar, impone el birrete de doctor 'honoris causa' a Sánchez Ferlosio, en 2002.BERNARDO PÉREZ

Rafael Sánchez Ferlosio publicó en Abc en 2002 un artículo que tituló Catarsis y que se inicia con la rememoración de la famosa escena de la película Cabaret; la del adolescente que a comienzos de los años treinta, en un merendero de una ciudad alemana, se levanta y entona una canción que viene a proclamar que “el mañana es nuestro” (o “nos pertenece”) y que provoca una reacción mimética de los demás presentes en el lugar, que se van levantando y sumándose al coro.

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A Ferlosio la escena le pareció una manifestación del anhelo de pureza: el angélico adolescente representaba el anhelo de purificación que nace de un sentimiento e impureza mucho más amplio e indefinido que el que remite estrictamente a una culpa moral. Un pueblo puede sentir como propia una culpa o más bien una mancha de la que tiene que lavarse.

En su libro Vendrán más años malos y nos harán más ciegos, recoge un antiguo refrán sefardí: “Con dizir flama non se quema la boca”, lo que recuerda a quienes tras ver alguna cosa desagradable corren a lavarse las manos; y que es aplicable a numerosas situaciones en las que ese anhelo de purificación se impone y actúa como un imán creador de unanimidad; empezando por la que suscita la guerra y más concretamente el éxtasis ante la victoria.

Por eso culmina Rafael Sánchez Ferlosio su alegato advirtiendo que nada denuncia más el grado de embrutecimiento, perversión y necedad que aquella frase que suele aparecer tras la victoria y casi nadie llega a oír como sarcasmo: “Hoy se abre ante nosotros una nueva era”. Un sentimiento de inocencia originaria, de primer día, de amanecer, que da el alcance de miseria extrema que la catarsis puede llegar a producir.

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