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La Academia del ladino encalla antes de nacer

La falta de medios y las luchas internas amenazan la puesta en marcha de la entidad destinada a proteger el judeoespañol

Manuel Morales
Foto de familia el día del acuerdo para la academia del ladino, con Darío Villanueva, Aldina Quintana y Shmuel Refael (tercero, cuarta y quinto por la izquierda).
Foto de familia el día del acuerdo para la academia del ladino, con Darío Villanueva, Aldina Quintana y Shmuel Refael (tercero, cuarta y quinto por la izquierda).JAIME VILLANUEVA
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Hace poco más de un año, en la sede de la Real Academia Española (RAE), ocho personas estamparon su firma en un documento. Con la rúbrica de una novena, el entonces director de la RAE, Darío Villanueva, se ponían las bases de la futura academia nacional del ladino, que se encargaría, desde Israel, de preservar el idioma que hablan los judíos herederos de los expulsados de la península Ibérica a finales del XV. Era el pago de “una deuda histórica”, como dijo Villanueva, y la invitación a formar parte en el futuro de la familia de academias de la lengua española (Asale), hoy con 23 miembros. Entre los firmantes, aquel 20 de febrero, estuvo la profesora Aldina Quintana, doctora en Filología Hispánica en la Universidad Hebrea de Jerusalén, impulsora del documento y del nombre que debía tener la academia, con la palabra "nacional". La cara de satisfacción ese día de esta investigadora de la historia del judeoespañol es hoy muy distinta. En una reciente entrevista en la emisora Radio Sefarad –de las comunidades judías en España- criticó con dureza el periplo vivido desde entonces para la formación de la academia. En especial, “la ausencia de recursos y su falta de independencia”, ha declarado a EL PAÍS en conversación telefónica. Una situación que le ha llevado a desvincularse del proyecto. “Es una academia fantasma”.

El blanco al que Quintana hace responsable de estos problemas es Shmuel Refael, también, como ella, académico correspondiente de la RAE y miembro de la Autoridad Nasionala del Ladino i su Kultura, organismo estatal israelí encargado de gestionar con el Gobierno de su país los trámites para el nacimiento de la academia. Refael ejerció aquel día de portavoz en la sede de la RAE.

Preguntado por correo electrónico por este diario, afirma que “el proceso de creación de la Academia del Judeoespañol avanza a pleno rendimiento” y asegura que “la muy fructífera cooperación entre la Autoridad Nacional del Ladino y los académicos correspondientes permitirá ver este sueño convertido en una realidad”, aunque aún no hay una fecha, a lo que se suma las elecciones generales del 9 de abril en Israel. El Ministerio de Cultura y Deportes israelí autorizó el pasado diciembre la formación de la academia. Sin estadísticas, sino más bien estimaciones, Refael cifró el número de ladinohablantes en medio millón en todo el mundo, la mayoría en Israel, aunque, según Quintana, los estudios más serios rebajan ese optimista número a 133.000.

Refael lamentó “enormemente” que la profesora Quintana, “haya tergiversado (y no por primera vez) los buenos propósitos del proyecto”. Sin querer entrar en más polémicas, prefiere “postergar a otro momento más oportuno” respuestas más detalladas a las planteadas por este medio. Aún mucho más escueta ha sido la respuesta oficial de la RAE: “No se van a hacer declaraciones al respecto”. No obstante, fuentes de la institución han confirmado a este medio que el asunto de la academia del ladino es un problema y una situación delicada que se va a tener que afrontar, informa Jesús Ruiz Mantilla. 

Quintana recuerda que “lo lógico” hubiera sido que los 11 académicos correspondientes judeoespañoles nombrados por la RAE en los últimos años elaborasen conjuntamente los estatutos de la academia, “pero no ha sido así”. Sobre este asunto, otro de los académicos correspondientes que firmó aquel día, Moisés Orfali responde que “fueron redactados en hebreo por la también académica Ora R. Schwarzwald” y que “serán traducidos al español por mí y otro colega y enviados a Madrid para su aprobación”. ¿Por qué no se han escrito en ladino?

Localizar fondos

Orfali, doctor en Filosofía y Letras por la Universidad Complutense de Madrid y catedrático de Historia en la Universidad Bar-Ilan, entiende “los temores” de Quintana por la escasez de presupuesto, “pero se encontrará una solución una vez se aprueben los estatutos. Está claro que sin un presupuesto mínimo será difícil operar este proyecto, por ello, en esta primera etapa la mayoría de los involucrados trataremos de localizar fondos”. Mientras, “tal y como ha indicado la ministra de Cultura de Israel, las actividades se llevaran a cabo con los presupuestos de la Autoridad Nasionala del Ladino”.

La italiana Laura Minervini, catedrática de Filología Románica en la Universidad Federico II de Nápoles, académica correspondiente, subraya que “desde el encuentro en Madrid” no ha recibido “ninguna información de manera oficial del desarrollo de esta iniciativa”. Además, apunta una cuestión clave, ¿para qué puede servir esta institución? “Tendría que ocuparse de fomentar el conocimiento de la lengua en Israel, ya que no hay casi transmisión intergeneracional. El ladino es una lengua minoritaria, hablada en el ámbito doméstico”, una visión que comparte Quintana: “No se enseña en la escuela, solo en algunas universidades y con muy pocos alumnos, que vienen ya cuando tienen más de 50 años".

La Academia del Ladino “ha empezado al revés y creo que no tiene remedio”, concluye Quintana. “Así que yo me desvinculo definitivamente, prefiero dedicarme a investigar”. La fragmentación parece el sino de esta lengua -“de belleza especial y romántica”, como dijo Unamuno-. Así ocurrió por las aportaciones de los lugares donde se asentaron los judíos o, a principios del siglo XX, cuando los sefardíes no fueron capaces de ponerse de acuerdo para normalizar su ortografía. Así sucede con la academia que tiene que preservar el idioma, quebrada antes de nacer.

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Sobre la firma

Manuel Morales
Periodista de la sección de Cultura, está especializado en información sobre fotografía, historia y lengua española. Antes trabajó en la cadena SER, Efe y el gabinete de prensa del CSIC. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y máster de Periodismo de EL PAÍS, en el que fue profesor entre 2007 y 2014.

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