‘La Calisto’: cuando la ópera era sexy
El Teatro Real estrena por primera vez en su historia la obra de Cavalli, un hito del barroco veneciano
Venecia casi siempre receló de Roma. Razones no le faltaron ante el marcaje que la Iglesia ejerció sobre ella. Para el Vaticano, la ciudad de los canales representaba la encarnación más disparatada de Sodoma. Sus autoridades sufrieron la excomunión por dictamen de papa Pablo V en 1606, un motivo más para que los venecianos afilaran sus garras durante décadas y se revolvieran con la artillería que mejor dominaban: el teatro.
Nadie duda hoy que en el ánimo de Francesco Cavalli estuvo despellejar a Roma y la corrupción absoluta de sus eminencias cuando compuso y estrenó La Calisto en 1651. El público del Teatro Real podrá comprobarlo por primera vez en su historia cuando esta pieza salvaje y bella se estrene el día 17. Será con Ivor Bolton al frente de la Orquesta Barroca de Sevilla para un montaje de David Alden.
De paso, muchos podrán descubrir el talento iconoclasta del propio Cavalli. “Todo el mundo conoce ya de sobra al padre de la ópera, Claudio Monteverdi”, afirma Bolton. “Pero Cavalli es de los compositores que dominó la ópera pública, un gigante de su época, mucho menos representado”, asegura el director. De las más de 40 óperas que compuso se conservan 27 y esta es la primera que llega al Real.
“Todo el mundo conoce ya de sobra al padre de la ópera, Claudio Monteverdi”, afirma Bolton. “Pero Cavalli es de los compositores que dominó la ópera pública, un gigante de su época, mucho menos representado”.
Fue alguien que contribuyó a poner los pilares de un arte naciente. “Los primeros 50 o 60 años de este género son los que más me gustan”, asegura David Alden. “Luego hubo alguna excepción más, como Verdi o Wagner…, que tampoco estuvieron mal”, comenta el responsable de la escena.
Después lo argumenta: “La libertad era absoluta, echaron mano de los mejores libretistas y músicos de calidad para cuajar un espectáculo redondo, una enorme combinación muy sexy. Más tarde, con toda lógica, este arte se supeditó a la voz y perdió gracia. Pero al principio era un todo del que ahora podemos extraer libertad suficiente para improvisar”.
Alden tiene una definición para La Calisto: “Es una farsa entre sexual y celestial”. Y para los pasajes en los que dentro de este juego de contrastes las ninfas marean a los dioses que quieren aprovecharse de ellas, el responsable del montaje expresa su propia visión: “Es como si Donald Trump se disfrazara de su hija Ivanka para ligar”.
La Calisto estará en cartel hasta el 26 de marzo y se harán nueve representaciones. Louise Alder, Luca Tittoto, Monica Bacelli o Xavier Sabata encabezan los repartos. La partitura ha sido recuperada por el musicólogo Álvaro Torrente, director del Instituto Complutense de Ciencias Musicales. Su versión es de referencia absoluta en la actualidad y ya la utilizó Bolton cuando en 2009 se estrenó la ópera en Múnich.
Sorprenderá, sobre todo, por un lenguaje descarnado y un tratamiento desprovisto de prejuicios, muy crítico, asegura Joan Matabosch, director artístico del Real. Todo un dardo envenenado contra la explotación y el abuso. “La historia conocida de los poderosos que sacan partido de la pobreza cuando es bella”, afirma Alden.
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