Charlotte Rampling y la confianza en el instinto de una actriz
La intérprete inglesa recibe el Oso de Honor de la Berlinale y defiende la importancia del compromiso artístico en el cine
La mirada gatuna de la británica Charlotte Rampling asomó por la sala en la que la prensa esperaba su aparición para hablar de su Oso de Honor, y hubo un instante de silencio, ganado por el respeto y, porqué no, algo de miedo provocado por esos ojos. Este año la Berlinale ha escogido para honrar a una actriz que lleva trabajando desde su adolescencia y que hace pocos días cumplió 73 años. Rampling nunca ha ganador el Oscar (y su única candidatura le llegó en 2015 con 45 años), pero su paso ha marcado el cine europeo gracias a su talento, su presencia y a controlar cuatro idiomas: inglés, francés, italiano y español. Y sin haber estudiado, ya que rápidamente pasó de ser modelo a actriz, como ha recordado en la Berlinale, donde ha agradecido profusamente el honor concedido.
En su primera respuesta ha insistido en aclarar quién fue su maestro: "Luchino Visconti, porque yo iba aprendiendo según iba rodando. Y de repente me llamó para La caída de los dioses, que hizo despegar mi carrera. Estuve encantada de participar en su trabajo. Visconti escogía actrices de las que pudiera enamorarse, o que recordaran a su madre. Estaba muy unido a ella, y por eso siempre fue muy amable con las actrices". Con Visconti empezó todo, ya que al ver su película, Liliana Cavani encontró por fin a la protagonista de El portero de noche, película que se proyecta en la gala de la entrega de Oso. "Cavani me dijo que llevaba años buscando a una actriz. Me protegió mucho durante el rodaje. Creo que la película sigue de actualidad no por los trajes o el trasfondo histórico, sino por las torturas mentales que se relatan. Cavani logró lo que quería: que el espectador sintiera la relación".
Rampling renunció a hablar en italiano ante la prensa, y algunas preguntas sobre cine las regateó con un "No soy tan lista". Pero sí se explayó más cuando relató cómo escoge las películas: "Más que una decisión, es una elección con tu compromiso como actor. Como artista eres en parte responsable de la película; y por eso cada trabajo tiene que servir para que crezcas como persona y como actriz. Cuidado con tu elección: tiene que ser buena porque tu nombre estará siempre relacionado con el filme". Y por eso solo sigue una regla: "Me fio del instinto, no de la técnica. Necesito que algo te interpele desde el personaje, porque luego me convertiré en el personaje. No sigo una técnica, simplemente leo el guion, el papel, y veo si toma vida. De lo que sí sabemos los actores es de los sentimientos humanos". Aunque no todos los sentimientos le atañen a ella personalmente: "No miro atrás para lamentarme. En la vida puedes escoger lamentarte o no por haber rechazado un papel. Yo decidí desde mis inicios que nunca lo haría por cuestión de supervivencia".
Sobre su carrera y sus compañeros, recordó con cariño y respeto a Dirk Bogarde y Paul Newman, y de Adriano Celentano aseguró: "Es un alma salvaje, y muy bromista". Rampling se detuvo a recordar sus cuatro películas con François Ozon. "Decidió explorar el mundo de las mujeres de mediana edad y lo hicimos juntos. Es un hombre que emana luz, siempre está sonriendo, y a la vez esconde en sus sombras sus demonios. Es una mezcla fascinante". En cuanto a Woody Allen, con el que trabajó en Recuerdos, dijo que le encantó trabajar con él, y que en general le da igual rodar en EE UU o en Europa, aunque en este continente se siente "más en casa"
Fotógrafa aficionada, la actriz habló sobre el poder de la cámara: "Como actriz, tienes que entender que debes exponerte y dar todo a la cámara. Si no te gusta, te equivocas de trabajo, porque la interpretación es dar y dar y dar". Y para acabar recordó Zardoz (1974): "Escogí el proyecto porque quería trabajar con su director, John Boorman. Era una extraña película de ciencia-ficción hippy... Ay, y con Connery en aquel traje. Sean se incorporó al proyecto justo antes de filmar porque se puso enfermo el actor inicialmente previsto [Burt Reynolds], y John recurrió a él porque eran amigos. Hace poco la he visto en la tele en Francia, y me parece un clásico de su género". Rampling, de pocas palabras y muchas sonrisas, se levantó y se llevó su enigma a otro lugar.
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