Assassin's Creed Odyssey. Renovarse o morir
En una industria como la del videojuego, en continuo cambio, se pone a prueba la capacidad de una saga para seguir sorprendiendo
Una expresión podría resumir de un solo plumazo muchos de los problemas que nos encontramos en las grandes sagas: los árboles no dejan ver el bosque. Sin diferenciar entre videojuegos, cine o literatura, las sagas tienen un doble filo; por un lado, la capacidad de desarrollar un mundo, unos personajes, una cronología y aprovechar todas las herramientas para construir algo grande, realmente grande. Por el otro, el agotamiento. En una industria como la del videojuego, en continuo cambio, poniéndose siempre a prueba a sí misma y con una legión de fans que crece incontrolable, la capacidad de una saga para seguir sorprendiendo y enganchado, manteniendo el listón el alto, es lo que la condenará o encumbrará.
Renovarse o morir.
Información útil
Compañía: Ubisoft
Directores: Jonathan Dumont y Scott Phillips
Fecha de lanzamiento: 05/10/2018
Género: Sandbox
Precio: 59,99 €
Ubisoftse encontró entre sus manos en 2007 con una gallina de los huevos de oro. La saga que narra la lucha entre Templarios y Asesinos a lo largo de la historia de la humanidad ha vendido más de 100 millones de copias; su universo se ha visto expandido gracias a libros, cómics y películas. Una narración que mezcla lo histórico con la ciencia ficción: la sorprendente narración en el pasado, recreando épocas pasadas, personajes reales, hitos de la historia de la humanidad, complementada por la narración futura en que una malvada empresa utiliza la tecnología de realidad virtual a través de lo almacenado en las células para “enviar al pasado” a los protagonistas. Una narrativa algo enrevesada que le ha jugado alguna mala pasada al conjunto.
Y es que entre unos y otros, la saga estrenaba recientemente su capítulo número 22 con Rebellion, su nuevo título para móviles lanzado en noviembre de 2018 (y esto solo en el mundo del videojuego). Odyssey es el undécimo de la saga principal. Una cifra que apabulla si tenemos en cuenta que la saga Zelda de Nintendo tiene 18 capítulos principales y nació casi dos décadas antes.
Este modelo de lanzamiento anual es una bomba de relojería.
Las críticas más duras llegaron con Unity, el capítulo ambientado en la Revolución Francesa y que incluía alto contenido online; pero también un estreno algo errático, lleno de errores y de fallos de calidad. Desde entonces, Ubisoft se ha cuidado mucho de afinar sus lanzamientos con precisión. Lo que explica la parada de un año entre el lanzamiento de Syndicate y Origins.
Cuando no sabemos cómo avanzar, el ser humano suele volver a lo conoce.
Confieso que fui un escéptico. Un solo año de descanso no iba a levantar una saga que se había inmolado a sí misma a base de romper el saco por avaricia. O eso pensaba yo. Lo cierto es que el cambio en Origins, y la mejora, se hicieron notar. Pero ha sido con Odyssey que Ubisoft ha dado un golpe contundente. Inspirándose en Homero esta vez, el nuevo lanzamiento de la saga se define a sí mismo mirando al rpg. El que quiera podrá ver aquí una reflexión a través del fracaso.
Tal y como le dijera Yoda a Luke en el Episodio VIII: “El fracaso es el mejor maestro”.
No un fracaso comercial, desde luego, pues la saga es el ojito derecho de Ubisoft. Pero la ambición de esta parece apuntar a la excelencia como obra, algo que la diferencia de otras franquicias al servicio del dólar. Y sé que esto levantará muchos comentarios contrarios. Pero hay que atreverse, y esa es la filosofía que parece llevar Ubisoft.
Assassin's Creed Odyssey es atrevido en muchos aspectos, algo que deja claro desde el principio. Las opciones para el jugador parecen ser la bandera que ha llevado por delante esta producción: la elección de personaje protagonista (entre femenino y masculino), la elección en los diálogos (característica que aparece por primera vez en la saga), la elección en los caminos a explorar y el estilo de juego. Una Grecia clásica inspirada en el imaginario colectivo, pero sin perder de vista la Historia, tal y como ocurriera en Origins, en el afán por reconstruir en digital lo que hasta ahora solo se ha podido imaginar. Y es que la recreación histórica de la época retratada no es algo ajeno, ni mucho menos, a la saga, aunque gracias a las nuevas herramientas a disposición de los desarrolladores el resultado es abrumador. La obsesión por el detalle nos brinda la oportunidad, como jugadores, de disfrutar de un mundo rico, en movimiento, complejo y dispuesto para ser explorado.
El giro de dirección que ha dado la saga hacia el rpg, y tomemos esto de momento con pinzas, parece una evolución lógica. Atrás queda el combate casual y sencillo en pos de un sistema que pone a prueba al jugador: no solo cambia la dinámica, del mismo modo la IA de los adversarios mantiene el salto hacia delante que dio la anterior entrega, ambientada en Egipto. Se mantiene la mecánica de incursión en campamentos y búsqueda de tesoro; pero se añade la posibilidad de jugar sin demasiado marcadores de misiones y elementos en el mapa, emulando la exploración de la vieja escuela: aquellos interminables viajes entre escenarios sin saber realmente dónde estaba la misión.
Un rol que mira a lo clásico, aunque conservador. Se añaden ciertas habilidades especiales que se pueden colocar como atajos en el mando e incrementes bien nuestra defensa o nuestro poder ofensivo contra los adversarios. Lejos quedan los combos: la habilidad con los botones deja paso a un combate de estadísticas, en que el nivel y habilidades del jugador se contraponen a los del adversario. Un combate que huye de la simpleza de las entregas clásicas de la saga y busca la personalización, la búsqueda de la identidad y estilos del jugador.
Poco tardaremos en ver un Assassin's Creed en que el personaje nos lo hagamos nosotros con un editor; en que haya un sistema de bondad y maldad dependiendo de nuestras acciones y quizás incluso la opción de asesinar a nuestros aliados y ver cómo cambia eso la historia. Y si no, al tiempo. Como fan de la saga, el rumbo que ha tomado esta no podría agradarme más: renovarse o morir. Una lección que, aunque con sangre entra, acerca a la excelencia a los que se arriesgan.
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