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EL HOMBRE QUE FUE JUEVES
Columna
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Elejalde dirige

“Lo que más disfruto es el momento en que todo encaja. Cuando los actores se sienten libres y pegan un salto creativo”

Marcos Ordóñez

Me encuentro a Israel Elejalde en el café Comercial de Madrid. Está sumergido en los ensayos de La resistencia, de Lucía Carballal, que protagonizan Mar Sodupe y Francesc Garrido y se estrena en el Canal el 31 de enero. Charlamos, como siempre, de muchas cosas. Ahí va una selección.

Habla de la magia. “¿Lo que más me gusta de dirigir? —me dice—. Trabajar con los actores. Verles. Siempre aprendo y siempre me sorprenden. El otro día sentí que por unos instantes la cosa no acababa de salir bien. Estaba dando demasiadas notas y al mismo tiempo diciéndome ‘no sé cómo ayudar’. Hasta que de repente, clac, surgió la magia. Todo parecía ir solo. Saltaron a otro sitio y empezaron a hacer cosas mucho mejores de las que había imaginado. Eso es lo que más disfruto: el momento en que todo encaja, todo camina. El instante en que los actores se sienten libres y pegan un salto creativo. Algo que muchas veces he vivido como actor, pero que, a veces, como director, me cuesta reconocer”.

Habla del miedo. “Hay muchos miedos. Hay uno muy plural, lo he comprobado: cuando empezamos a ensayar en sala. Ahí es donde aparecen juntos por primera vez muchos de los elementos de lo que va a ser la obra y te dices: ‘Ya no hay vuelta atrás’. Pasas de lo íntimo, de esa zona de descubrimiento, de aventura, a pensar: ‘Esto que hacemos es un espectáculo y va a venir la gente a juzgarlo’. Y luego empiezas a sentir el paso y el peso del tiempo mucho más cerca: el estreno parece a la vuelta de la esquina. No es el caso ahora, por suerte: vamos bien”.

Habla de la mano y el foco: “Creo que como director me piden lo que yo pido como actor: que les dé la mano cuando no hacen pie. Todas las funciones tienen varios puntos de vista y eres quien decide dónde vas a enfocar. El actor debe compartirlo y a partir de ahí trabajar juntos. Como actor hay momentos en los que no acabas de saber dónde estás en el escenario y necesitas la mano, la guía del director. Pero sin pasarse. Lo que te decía antes: al principio paso mucho tiempo en el escenario y luego tengo cada vez más ganas de estar en el patio de butacas, observando a los actores. Y que sean ellos los que, si lo necesitan, te pidan alguna indicación”.

Habla de las dos velocidades: “Lo difícil no es montar un reparto, sino mantenerlo, porque vivimos a doble velocidad. La industria teatral funciona de una manera muy lenta. Los bolos, por ejemplo, no empiezan a salir hasta que has estrenado, a veces seis meses después. Y es muy difícil sostener una compañía con tres bolos al mes. Y ahí es donde entra la otra velocidad. La producción de cine sigue más o menos en el mismo sitio: lo que ha cambiado es la televisión, que manda mucho. En estos momentos hay alrededor de cuarenta series por estrenar. Tampoco es normal”. Seguimos.

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