El arco del triunfo de Papá Noel
Desde su llegada a París, la historia se eleva gracias a la chispa de una parte de sus diálogos, al buen retrato de secundarios y a una serie de situaciones cómicas
En el año 1897 se compuso la primera película sobre Santa Claus, un cortometraje estadounidense titulado The Christmas Tree Party. En 1905, The Night Before Christmas, otro corto, obra de uno de los grandes pioneros del cinematógrafo, Edwin S. Porter, fue el primero en añadir una rudimentaria animación. Y, desde entonces, más de 700 historias sobre el legendario personaje: en múltiples formatos, procedencias, tonos, estilos y géneros. Quizá con un hito, De ilusión también se vive (Miracle on 34the Street, George Seaton, 1943), ganadora de tres oscars, el relato que marcó la esencia para otros muchos, con el verdadero Papá Noel llegado al mundo, desencadenando contrastes morales, físicos e incluso económicos alrededor de los regalos, y que durante muchos años ocupó las navidades televisivas de medio mundo. Y es precisamente ese registro, una vez más, el elegido por Alain Chabat para la francesa Santa Claus & Cía, quizá abundando más en la comedia que en el melodrama, pero con la base puesta en las disparidades de comportamiento entre dos universos antagónicos.
SANTA CLAUS & CÍA
Dirección: Alain Chabat.
Intérpretes: Alain Chabat, Pio Marmai, Golshifteh Farahani, Audrey Tautou.
Género: comedia. Francia, 2017.
Duración: 95 minutos.
Chabat, especialista en cine popular, en intentar entroncar con todo tipo de edades y condiciones culturales, ha hecho una película muy de Hollywood, de amplio presupuesto y más que aceptables efectos especiales, que solo cojea en la parte inicial, ambientada en el universo local de Santa, cuyos diseños y personajes se asemejan demasiado a un pedestre y hortera descarte de Charlie y la fábrica de chocolate.
Sin embargo, desde su llegada a París en busca de 92.000 tabletas de vitamina C para curar a sus duendes enfermos y poder repartir los regalos (sí, la excusa es un tanto peregrina), la historia se eleva gracias a la chispa de una parte de sus diálogos, al buen retrato de secundarios y a una serie de situaciones de efectiva comicidad. No es nada del otro mundo ni inventa nada, pero se ve agradablemente. Y, casi lo más importante en estos casos: ni se pasa de almíbar ni pretende dar la murga con los sentimientos, las conductas y los remordimientos.
Babelia
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