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Nieves Concostrina: “En el colegio nos contaban milongas en torno a los reyes”

La periodista y escritora realiza en ‘Pretérito Imperfecto: historias del mundo desde el año de la pera hasta ya mismo’ otro divertido repaso a la cara oculta de la Historia

La escritora y periodista Nieves Concostrina, en Madrid.
La escritora y periodista Nieves Concostrina, en Madrid.INMA FLORES

Las consecuencias que trajo el único testículo del último Austria, saber que fumamos por culpa de Colón, desmitificar el Dos de Mayo, conocer que Cristina de Borbón fue la reina de la corrupción, sorprenderse con la condecoración que Franco le plantó a un comunista o el origen de la obsesión de Darwin por los percebes. La periodista y escritora Nieves Concostrina habla de forma clara, vehemente y, sobre todo, con humor de su nuevo libro, que se define desde el título: Pretérito Imperfecto: historias del mundo desde el año de la pera hasta ya mismo (La esfera de los libros).

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La autora de Menudas historias de la Historia (La esfera de los libros, 2009) no pensaba “machacar más a la gente con este tema”, como dice ella. Pero la editorial pedía un nuevo libro y no le dio tiempo "a entregar la novela que tenía que haber entregado”, comenta. Y así surgió este divertido repaso histórico: “Son historias salpicadas, historias que a mí me han gustado, que me hacen gracia y que creo que pueden hacérsela a los demás”. El “año de la pera” resulta ser ese período incierto en el que se sitúa la mitología griega. Y la primera página arranca explicando cómo Cronos “le cortó los cataplines” a Urano, su padre: “Los cataplines cayeron desde el cielo al mar… chofchof… organizaron una gran espuma y de ahí surgió una tía buenísima a la que llamaron Afrodita”.

“Todas”, responde cuando se le pregunta por sus historias favoritas, pero tras una breve reflexión destaca las que se centran en dos instituciones: la monarquía y la Iglesia. “Me gustan muchísimo porque es donde más nos han engañado, es lo que más me sorprende descubrir, sobre todo porque guardan historias muy divertidas”, señala Concostrina. En cuanto a la primera, la escritora resalta la figura de Fernando VII. “Lo hizo todo mal: un sinvergüenza, un putero, un pésimo gobernante, nos arruinó las libertades, se cargó la Constitución y nos dejó a María Cristina de Borbón, la reina más corrupta”. Y no se limita a apuntar a los monarcas ya fallecidos: “Siguen recibiendo sus comisiones, las relaciones con Arabia Saudí no son gratuitas. Esto es así”. De ideología republicana, Concostrina hace su diagnóstico: “La monarquía va a morir como los toros, de forma natural”.

Cuando le toca el turno a la Iglesia la autora apunta directamente al capítulo Aviñón, meretriz de los papas, donde comienza la maquinaria financiera y donde se explica el celibato. “¿Por qué ese empeño?”, pregunta al aire. “No les importaba que los curas tuvieran hijos siempre y cuando no estuvieran reconocidos, lo importante es que no pudieran heredar, porque así todo el dinero va a la Iglesia”. A su vez, habla sin tapujos de los casos de pederastia dentro de la Iglesia católica. “Les importa un rábano que los curas metan mano a los niños, sabes por qué, porque ya saben ellos que el infierno no existe. No hay un más allá donde vayan a recibir un castigo”. La escritora sostiene que las religiones hablan mucho de cómo es el ser humano.

Concostrina aborda, de esta forma, temas que no dejan de estar de actualidad y deja claro que esta verdad sin mentiras a veces resulta muy dura. “Yo cuento lo que creo que debo contar, a quien no le guste que no me escuche, ahí está la libertad de cada uno”. Libertad que peligra mucho en estos momentos si no se planta cara a la propaganda del miedo, reivindica junto al humor que desprende en el libro, porque “como dice Buenafuente, la risa es la única salida”. Esta escritora no se echa atrás y defiende la libertad de expresión en casos polémicos como el de Willy Toledo o Dani Mateo. “Yo era más libre en los ochenta que ahora”, proclama. “Pero estamos tan en precario los periodistas, los humoristas están tan buscándose la vida por todas partes, que hay miedo a no poder seguir”.

Esta escritora ya se ha ganado el apelativo de divulgadora de la historia. Aunque advierte de que no ha descubierto nada nuevo, sí acerca al lector hechos históricos que se habían quedado en el ámbito académico. De esta forma, saca a la luz todo aquello que no nos contaron en el colegio o en el instituto. ¿Y por qué no lo hacían? “Para que no nos enteráramos, porque nos estaban contando unas milongas en torno a los reyes absolutamente alucinantes”. Este libro no trae moraleja, Concostrina cuenta estos relatos “a su aire”, para quien los quiera leer, y quien no, que no lo haga.

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