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La “muestra imposible” de Vermeer solo se verá en los móviles

El museo Mauritshuis y Google diseñan una aplicación que permite recorrer los pasillos de una muestra digital donde cuelgan las 36 obras del genio holandés

Tommaso Koch
'La joven de la perla', expuesta en un móvil.
'La joven de la perla', expuesta en un móvil.

Las salas están llena de cuadros, pero vacías. En las paredes cuelgan todas las obras de Johannes Vermeer juntas, por primera vez en la historia. Sin embargo, ningún visitante ha acudido a tamaño acontecimiento. De ahí que uno disfrute de un paseo solitario por la muestra, con la única compañía de las creaciones del maestro holandés. Tampoco parece haber vigilantes: la ocasión perfecta para acercarse a una distancia milimétrica y estudiar cada pincelada de La joven de la perla o La lección de música. Sus organizadores la llaman “la exposición imposible”: han logrado reunir 36 obras, esparcidas por siete países y 18 museos. Hasta han rescatado El concierto: robada en 1990 y en paradero desconocido desde entonces, cuelga junto con las otras joyas.

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El acceso, además, es gratuito. Aunque sí exige un requisito: un móvil inteligente de última generación. Porque la exposición solo existe dentro del teléfono. Milagros de la tecnología. En concreto, de la realidad aumentada. Esta “pocket gallery" [galería de bolsillo] ya se puede visitar desde todo el mundo, en el marco del proyecto Conoce a Vermeer, lanzado este lunes por Google Arts and Culture, la rama cultural de la compañía, y el museo Mauritshuis de La Haya. Primero, el usuario proyecta en su pantalla el edificio digital donde se exponen las 36 obras. Basta un clic, y se entra en una de las siete salas. A partir de ahí, es posible moverse por los pasillos tocando con el dedo un punto en el espacio. U optar por una opción más realista: caminar literalmente, lo cual se refleja en un avance en el mundo virtual. La prueba dejará boquiabierto a más de uno, ante un presente tan futurista. Aunque también puede generar escepticismo y preocupación: ¿para qué visitar los vermeer originales si están expuestos para siempre en el móvil? ¿Las muestras digitales quieren fagocitar las reales?

“Es un punto de inflexión. Tecnología, arte, narrativa, realidad virtual y aumentada se han juntado en una misma creación”, presume Lauren Gaveau, responsable del laboratorio de Google Arts and Culture, ubicado en París y adonde la compañía invitó a un grupo de periodistas a descubrir su última ocurrencia. Y una de las que más les enorgullece, insisten. A su lado, Emilie Gordenker, directora del Mauritshuis, también sonríe. Al fin y al cabo, suya es la idea original.

“Se parece bastante a lo que imaginé”, reconoce Gordenker. En 2003, el Prado llegó a juntar hasta nueve vermeer en una misma exposición. Pero hace un año la directora del Mauritshuis le planteó a Gaveau mucho más: reunirlos todos; Gordenker sabía que en el mundo físico, entre obras frágiles, centrales para sus respectivas colecciones y una desaparecida, no habría manera. Pero, ¿por qué no intentarlo digitalmente? Así que expertos de Google y del museo se adentraron juntos en territorio desconocido. Porque, ¿cómo ha de ser una galería virtual? “Estudiamos cómo reflejar los distintos tamaños de las obras. Pensamos si debería haber bancos. Barajamos opciones raras, como un rascacielos”, se ríe Andy Joslin, responsable técnico de la creación, que tan solo precisó tres meses. Finalmente, diseñaron un espacio aséptico, casi idéntico a una galería real. “Para que el usuario se sintiera en un lugar familiar. Lo importante, el centro de la experiencia, siguen siendo los cuadros”, aclara Gordenker.

Varias imágenes de la muestra digital.
Varias imágenes de la muestra digital.

Pero, de todos los artistas, ¿por qué Vermeer? “Tiene una cantidad de obras abarcable y definida. Traspasa el tiempo y las fronteras. Hay aún muchas preguntas sobre su vida y su creación. Y cuenta con seguidores que intentan ver todos sus cuadros al menos una vez”, explica Gordenker. Para ello, han de pasar por su Mauritshuis, que acoge tres vermeer, incluido La joven de la perla. Y que ofrece al visitante otra unicidad: un pequeño museo, que expone solo obras de pintores holandeses del siglo XVII, en una casa de la misma época.

La galería de bolsillo, proyectada encima de una mesa, a través de un móvil.
La galería de bolsillo, proyectada encima de una mesa, a través de un móvil.

Gordenker no teme que la muestra digital sacie el apetito de Vermeer por el mundo. Al revés, confía en que el proyecto aumente las visitas a su centro y a los otros museos que contribuyeron (como el Metropolitan de Nueva York o el Rijksmuseum de Ámsterdam). Aunque promete que no es ese el objetivo principal. Además de la galería de bolsillo, la web lanzada este lunes busca ser una enciclopedia del genio: información, vídeos, análisis y realidad virtual aportan una marea de piezas de lo más distintas para completar el puzle sobre el pintor. Y, de paso, encender una chispa de curiosidad que se traslade al mundo real. O, cuando menos, posibilitar el acceso a su obra incluso a quien jamás podría visitarla.

Sin embargo, impacto y tirón del proyecto están por ver. Desde Google Arts and Culture subrayan que, desde su nacimiento en 2011, su web ya ha recibido más de 66 millones de usuarios, que se quedan en media unos dos minutos y medio. Para la compañía y el Mauritshuis, Conoce a Vermeer y su galería ofrecerán además información sobre hábitos e intereses del público, útiles para futuras muestras e iniciativas. Y para decidir si replicar el modelo con otros artistas. Aunque, finalmente, dependerá de los visitantes. Al menos en eso, arte digital y real se parecen: una obra sin público siempre se siente sola. 

Críticas y dudas

El Google Art Project nació en 2011, de la mente de Amid Sood. A la sazón, ofrecía en Internet imágenes en altísima calidad de cuadros cedidos por 17 museos europeos y de EE UU, para que cualquiera pudiera contemplarlos en su ordenador. Siete años después, el proyecto ha pasado a llamarse Google Arts and Culture y ha adquirido dimensiones gigantescas: luce seis millones de creaciones, procedentes de 1.800 instituciones (como el Reina Sofía, el Thyssen, el D'Orsay o la National Gallery), y 80 países. El nivel de zoom que ofrece hizo llorar al hijo de Marc Chagall: al acercarse con el ojo digital a la cúpula de la ópera de París pudo comprobar que su padre le había incluido en un fresco.

Su web es un oceano inabarcable: hay vídeos en realidad virtual sobre la historia del cine, una grabación de acrobacias en el Guggenheim de Bilbao, un relato multimedia por los ferrocarriles de la India, un reportaje sobre las mujeres más rompedoras del arte latinoamericano o una recopilación del patrimonio afgano o coreano.

A medida que el proyecto crecía, se redujo el escepticismo de los museos, aunque los argumentos en contra persisten: algunas instituciones temen perder tanto vistantes reales como derechos de autor sobre las obras; el Prado y el Louvre figuran entre los menos entregados a los brazos de Google. Sood siempre defendió que solo ofrece un complemento y que jamás podría sustituir la emoción de encontrarse ante el Guernica o La libertad guiando al pueblo. Y Laurent Gaveau, responsable del laboratorio del Google Arts and Culture, insiste en que son los museos quienes deciden qué exponer y cuándo. Google sostiene que solo aporta la visibilidad y tecnología necesaria. "No hay que exagerar con la presencia de lo digital", agrega Gaveau.

A la espera de calcular, tal vez en unos años, si la oferta digital de arte reduce la afluencia a la física, varias dudas y criticidades siguen rodeando la iniciativa. Acusado al principio de discriminación, el portal ha aumentado la presencia de museos de Asia y América Latina. Sin embargo, África apenas cuenta con un puñado de instituciones. El propio Gaveau lo subraya como el principal reto pendiente.

A la vez, uno de sus lanzamientos más virales, #ArtSelfie, recibió acusaciones de racismo. El usuario se saca una foto y la aplicación encuentra su doble en el mundo del arte. Una mujer de EE UU fue aparejada con un retrato que resultó ser de su abuela, y pintado por su abuelo. En general, unos 80 millones de usuarios, de distinto origen, género y raza, ya lo han intentado. Sin embargo, el resultado es casi siempre... blanco. "Por desgracia las colecciones a lo largo de la historia las han juntado y organizado las clases más altas y poderosas, y por eso se refleja así. De todos modos estamos buscando garantizar un mayor equilibrio y esas críticas casi han desaparecido", dice Gaveau.

Finalmente, la imagen de Google también es más discutida que hace años. El buen samaritano que regala servicios es hoy visto por cada vez más internautas como un monopolista que se nutre de datos privados de sus usuarios. La UE ha multado en distintas ocasiones a Google y está chocando frontalmente con la compañía por la reforma del copyright. ¿Afecta todo esto al Google Arts and Culture? Gaveau sonríe: "Mire, acabamos de firmar un proyecto conjunto con la Comisión Europea. La nuestra es una iniciativa seria y de largo plazo, pase lo que pase alrededor".

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Sobre la firma

Tommaso Koch
Redactor de Cultura. Se dedica a temas de cine, cómics, derechos de autor, política cultural, literatura y videojuegos, además de casos judiciales que tengan que ver con el sector artístico. Es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Roma Tre y Máster de periodismo de El País. Nació en Roma, pero hace tiempo que se considera itañol.

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