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El pequeño Fañch podrá mantener la ‘ñ’ de su nombre

Un tribunal francés da la razón a los padres del bebé, les autoriza a conservar la virgulilla y resuelve una dura disputa lingüística

Silvia Ayuso
Una imagen de 2015 del tribunal de Rennes, donde se ha fallado a favor de Fañch.
Una imagen de 2015 del tribunal de Rennes, donde se ha fallado a favor de Fañch. GEORGES GOBET (AFP/Getty Images)

¿Es la eñe una letra aceptable en la lengua francesa? Cuando los padres de Fañch, un bebé bretón, decidieron, hace apenas año y medio, registrar a su hijo recién nacido con el diminutivo local del nombre François, no sabían que iban a desatar una disputa lingüística que implicaría a las instituciones políticas y llegaría hasta la justicia. Un tribunal de apelaciones francés ha dado un fuerte respaldo este lunes a los defensores de la diversidad lingüística en la muy centralizada Francia al aceptar que Fañch conserve la virgulilla en su nombre.

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Aunque el pequeño está aún lejos de poder deletrear su nombre, los problemas en torno a la forma en que este debe escribirse comenzaron nada más nacer, el 11 de mayo de 2017. Un empleado del Registro Civil de la ciudad bretona de Quimper, en la región del Finisterre francés, se negó a aceptar la ortografía bretona del nombre, argumentando que la virgulilla que convierte la ene en eñe no está entre los 16 signos autorizados (como acentos, cedillas o diéresis) por una circular ministerial de 2014 que limita los que se pueden usar en el Registro Civil. Finalmente, la ciudad de Quimper acabó autorizando que el pequeño fuera registrado como Fañch. Los defensores de este signo afirman que hay una diferenciación fonética en el idioma bretón entre la letra n con y sin virgulilla. Sin embargo, la fiscalía decidió tomar cartas en el asunto y llevó el caso a juicio.

Un tribunal de Quimper falló en septiembre del año pasado en contra de los padres, al estimar que autorizar el uso de la eñe significaría “romper la voluntad del Estado de derecho de mantener la unidad del país y la igualdad sin distinción de origen”, según la Agencia France Presse. El fallo se apoyaba tanto en la circular ministerial de 2014 como el decreto 2 de termidor del año II (la ley del 20 de julio de 1794) que impuso, durante el Régimen del Terror, el francés como la única lengua de un Estado que, desde entonces, ha estado fuertemente centralizado y preconiza hasta hoy un idioma con poquísimas diferencias y hasta acentos regionales.

La sentencia provocó un pequeño terremoto en la política bretona, que se movilizó —desde todo el espectro político— a favor de un signo que consideran propio y distintivo de su identidad regional. Dos diputados bretones del gobernante La República en Marcha (LREM), Paul Molac y Yannick Kerlogot, así como Erwan Balanant, del centrista MoDem, aliado del Gobierno de Emmanuel Macron, escribieron a la ministra de Justicia, Nicole Belloubet, demandando la revisión de la circular ministerial de 2014. También el Consejo Regional de Bretaña votó a favor de pedirle a Belloubet el uso de la virgulilla en nombres propios, en aras de “combatir una discriminación lingüística”, explicaron en su momento. Salvo el entonces aún denominado Frente Nacional (hoy Reagrupamiento Nacional), todos los políticos aprobaron la medida, que hasta ahora no ha tenido respuesta.

Por su parte, los padres de Fañch, Lydia y Jean-Christophe Bernard, apelaron la decisión argumentando “discriminación”, según su abogado. El tribunal les ha dado ahora la razón, ya que en la sentencia se justifica la aceptación del nombre de Fañch porque la virgulilla aparece en el diccionario de la Academia francesa.

Aunque el Estado todavía puede recurrir la decisión en el tribunal de casación, la familia de Fañch y los defensores de las diferencias lingüísticas regionales se muestran satisfechos. “Esto aporta un punto innegable en el debate sobre el valor de un nombre, sobre la libertad de elegir un nombre, sobre el lugar de las lenguas regionales y sobre el lugar de la diversidad”, estimó el abogado de la familia, Jean-René Kerloc’h, según la emisora local France Bleu.

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Sobre la firma

Silvia Ayuso
Corresponsal en Bruselas, después de contar Francia durante un lustro desde París. Se incorporó al equipo de EL PAÍS en Washington en 2014. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, comenzó su carrera en la agencia Efe y continuó en la alemana Dpa, para la que fue corresponsal en Santiago de Chile, La Habana y Washington.

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