La elección de Hevia como presidente divide a los socios de la SGAE
La junta aprueba con amplia mayoría el nombramiento del gaitero Los críticos señalan la estrecha relación del creador con la rueda de la música nocturna
Hace tiempo que en la SGAE siempre suena la misma música. Enfrentamientos, inmovilismo, polémicas; la entidad parece seguir a un misterioso flautista de Hamelin, cuya melodía la arrastra cada vez más cerca del abismo. Tal vez por eso la nueva junta directiva ha nombrado presidente a un innovador. Porque José Ángel Hevia es el inventor de la gaita electrónica, como presume en su propia web, y, junto con su fiel instrumento, mostró durante años su habilidad para romper moldes. El resultado, en su momento, fue un éxito de ventas arrollador. ¿Sabrá renovar también la SGAE? Los 34 miembros de la junta directiva —hubo una ausencia— deben de pensar que sí: le entregaron ayer su confianza con 20 votos a favor, 12 abstenciones y apenas dos en contra.
Otros socios, sin embargo, ven con preocupación el ascenso del gaitero: subrayan su insistida defensa de la rueda —un presunto fraude gracias a las canciones emitidas de madrugada en televisión, que investiga la justicia—, sus ingresos precisamente debido a la música nocturna y su relación con Nuria Rodríguez, a quien el juez Ismael Moreno, de la Audiencia Nacional, considera una de las principales cabecillas de la trama. Ayer, Hevia dejó claro a EL PAÍS que, si percibiera “zancadillas desde el primer minuto”, abandonaría la presidencia. Pero lo cierto es que su carrera hacia el final del mandato, en 2022, ya está repleta de obstáculos.
El músico sabe que su camino será complicado, y ha pedido unas semanas de margen para dar los primeros pasos. También ha señalado como prioridad recuperar a los creadores que se retiraron de la campaña electoral de la SGAE: autores como Kiko Veneno o Jota de los Planetas abandonaron la carrera hacia un puesto en la junta en protesta contra la gestión de la entidad. Otros nombres tan conocidos como Love of Lesbian o Iván Ferreiro los apoyaron renunciando a votar en las elecciones —finalmente, se abstuvo el 92,75% de los 18.970 socios con derecho a voto—, y ahora muchos de ellos amenazan con retirar también su repertorio de la SGAE. Un “brexit que sería malo para todos”, como lo calificó ayer Hevia, deseoso de encontrar un acuerdo que los mantenga en la entidad. Un pacto complicado: una de las líneas rojas de los músicos retirados es un cambio del sistema de reparto que reduzca las recaudaciones abultadas de la música televisada por la noche.
Desde el entorno de estos autores, además, se pone en duda que Hevia sea el nombre más indicado para bajar los giros de la llamada rueda. Estas fuentes citan los ingresos millonarios del músico en la última década sobre todo gracias a sus canciones emitidas de madrugada por las televisiones. En concreto, en su aplastante mayoría, por Atresmedia. Por eso, incluso un miembro de la nueva junta directiva hace hincapié en el posible conflicto de intereses del gaitero: ¿cómo puede decidir sobre repartos, usuarios y editoras de televisión que le tocan tan de cerca?
Más aún inquieta su cercanía con Nuria Rodríguez, directiva de Atresmedia. Entre otras razones, ambos están unidos por la empresa Busindre Producciones SL: Rodríguez optó en 2012 a las elecciones de la SGAE como representante de esa editorial; Hevia lo hizo en 2015, y así logró un asiento en la anterior junta. Ahora, el músico es accionista al 100% de la compañía, con la que también interpuso varias denuncias contra la SGAE y logró que los editores de las multinacionales fueran expulsados de los órganos de gobierno.
Más allá de las dudas de los socios, sobre estas cuestiones debería decidir la Comisión Deontológica de la SGAE. Pero habrá que esperar: ayer la nueva junta aplazó el nombramiento del organismo encargado de aclarar si los propios gobernantes de la entidad son aptos para asumir su cargo o tienen alguna incompatibilidad.
Además, Hevia tiene una lista tan urgente como larga de asuntos por solucionar: aprobar unos nuevos estatutos antes del 27 de diciembre; conseguir que la Asamblea de los socios los respalde, y también vote a favor de las cuentas y la gestión de 2017; reconciliar la SGAE con el ministerio de Cultura, cuyo ultimátum, con amenaza de intervención incluida, vence en un mes y medio; modificar el sistema de reparto para hacerlo más trazable, justo y equilibrado; evitar la diáspora de muchos socios conocidos y las principales multinacionales musicales. Y, como él mismo reconocía ayer, arreglar los errores de comunicación que la SGAE ha cometido y han contribuido a manchar su imagen. Desde ya, su gaita ha de entonar tres notas: paz, transparencia e innovación. Son las que todos quieren escuchar.
Babelia
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