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Crítica | Bergman, su gran año
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El genio es un ser complejo

En 1957, Ingmar Bergman estrena 'El séptimo sello', dirige cuatro obras de teatro, rueda su primer telefilme, mantiene cuatro relaciones sentimentales al alimón...

Javier Ocaña
Ingmar Bergman y Victor Sjöström, en una imagen del documental.
Ingmar Bergman y Victor Sjöström, en una imagen del documental.

En el año 1957, el cineasta sueco Ingmar Bergman estrena El séptimo sello, dirige cuatro obras de teatro, entre ellas la superproducción con fama de irrepresentable Peer Gynt, rueda su primer telefilme, Llega el señor Sleeman, mantiene cuatro relaciones sentimentales al alimón, con dos amantes, una esposa y una cuarta mujer, con la que acabará casándose años después, tiene una úlcera que le causa terribles dolores, se encierra en un sanatorio pero allí saca tiempo para escribir Fresas salvajes, que acaba rodando a su salida, y pergeña En el umbral de la vida, que estrenará a principios del año siguiente. En esos días, a los 38 años de edad, escribe en su diario: “…Pero, claro, tengo cinco hijos y…”. A pesar de relatar el presente, se equivoca. No tiene cinco hijos: tiene seis, con tres mujeres diferentes.

BERGMAN, SU GRAN AÑO

Dirección: Jane Magnusson.

Intervienen: Liv Ullmann, Lena Endre, Roy Andersson, Thornsten Flinck.

Género: documental. Suecia, 2018.

Duración: 116 minutos.

No es extraño que la documentalista Jane Magnusson haya elegido 1957 para ambientar Bergman, su gran año, película centrada en la vorágine creativa y humana de un tiempo esencial, pero que además se despliega con criterio hacia el pasado y el futuro de aquellos volcánicos 365 días, para así aclarar lo seguramente inexplicable. El genio de un artista soberbio, en la doble extensión de la palabra, capaz de enamorar y de humillar, de estar rodeado y de sentirse aislado.

Magnusson entra a todas: política, sociedad, religión, familia, psicología, arte, salud, alimentación, amor, sexo y, sobre todo, cine. E incluso aporta exclusivas, como una antigua entrevista de los años ochenta con el hermano de Ingmar, nunca emitida por el veto del ser todopoderoso que todo lo dominaba, que abre posibles nuevas interpretaciones sobre sus infancias y, claro, sobre Fanny y Alexander. Y lo hace con un gran sentido de la didáctica en lo cinematográfico y una formidable capacidad para el retrato humano complejo del ser más contradictorio. A veces, incluso parece una tesis ilustrada (con convicción y estilo), conformada a partir de material de archivo y de entrevistas actuales, en la que Magnusson va virando por cada uno de los temas sin que se noten los volantazos y sin resultar esquemática.

Hablan sus amigos, pero también, si no sus enemigos, sí sus críticos y detractores, a los que destrozó o intentó destrozar, que destapan el lado oscuro del genio. Y, por encima de todo, en el documental, respetuoso pero fiscalizador, está presente su cine, apoyado, cómo no, en su vida: un brillante legado de sensibilidad, pureza, trascendencia y estética, que se entiende mucho mejor a partir del complejo retrato del hombre.

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Sobre la firma

Javier Ocaña
Crítico de cine de EL PAÍS desde 2003. Profesor de cine para la Junta de Colegios Mayores de Madrid. Colaborador de 'Hoy por hoy', en la SER y de 'Historia de nuestro cine', en La2 de TVE. Autor de 'De Blancanieves a Kurosawa: La aventura de ver cine con los hijos'. Una vida disfrutando de las películas; media vida intentando desentrañar su arte.

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