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Juan José Padilla, Nacional de Tauromaquia

El jurado ha querido reconocer su figura “en el año de su retirada de los ruedos, en reconocimiento a una extraordinaria carrera de 25 años"

Antonio Lorca
Juan José Padilla da la vuelta al ruedo tras la muerte de uno de sus toros en Castellón en marzo de este año.
Juan José Padilla da la vuelta al ruedo tras la muerte de uno de sus toros en Castellón en marzo de este año. DOMENCH CASTELLÓ (efe)

Estaba cantado. El jurado convocado por el Ministerio de Cultura ha elegido al diestro Juan José Padilla (Jerez de la Frontera, 1973) nuevo Premio Nacional de Tauromaquia “en reconocimiento a una extraordinaria carrera de veinticinco años, en la que ha lidiado cerca de 1.500 corridas de toros, alcanzando incontestables triunfos en las principales plazas de toros del mundo".

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Estaba cantado porque el torero gaditano es actualmente el primer referente de la heroicidad dentro y fuera de los ruedos, reconocido socialmente como un superhombre por la perfecta gestión de una desgracia de la que fue triste protagonista el 7 de octubre de 2011, cuando un toro de la ganadería de Ana Romero le arrancó el ojo izquierdo en la plaza de Zaragoza.

Padilla no solo consiguió superar la tremenda dificultad de aquella cogida, sino que se ha erigido en una de las figuras más reconocidas de la tauromaquia moderna. Por ello, el jurado de Cultura destaca que el torero "representa el reconocimiento a unos valores propios de la tauromaquia, como el esfuerzo, la entrega y la capacidad de superación, que se proyectan más allá de los ruedos, y que se encarnan en la personalidad y trayectoria de Padilla”.

El pasado 20 de octubre, días antes de volar a México, donde cumple actualmente la primera etapa de su despedida americana, el torero fue uno de los protagonistas del Congreso Internacional de Tauromaquia, que se ha celebrado en Murcia.

Allí hizo un repaso de su larga trayectoria de 25 años en los ruedos, contó la emotiva despedida de las plazas españolas, que celebró el 14 de octubre en la feria del Pilar, y el duro calvario que ha debido superar tras la gravísima cogida de 2011.

Reconoció Padilla que sufrió entonces un duro bajón anímico hasta que cayó en la cuenta de que el verdadero valor no está en ponerse delante de un toro, “sino en afrontar la vida como viene”.

Recordó que se ha debido someter a 21 intervenciones quirúrgicas en la cara, lo que le impidió comer sólido durante año y medio, y aún hoy padece secuelas en forma de ruido en los oídos.

Pero nada le impidió para renacer vestido de luces, y, cuando parecía destinado a una forzada y definitiva retirada, reapareció en marzo de 2012 -a los cinco meses del percance- en la feria de Olivenza (Badajoz), en una corrida que solo fue el preámbulo de una segunda y exitosa parte de su carrera, que le ha llevado desde entonces a las principales ferias, a los primeros puestos del escalafón y al reconocimiento unánime como una primera figura del toreo.

Padilla triunfó en su reaparición -no ya en la corrida de Olivenza, sino toda la temporada-, se abrió un hueco propio en las corridas de postín, se hizo compañero habitual de las figuras, dijo adiós a las ganaderías duras y probó la miel de las comerciales; y lo más extraordinario: se le reconoció como uno de los grandes.

En total, ha participado en más de 500 corridas desde 2011, ha salido a hombros por la Puerta del Príncipe de la Maestranza, ha recogido innumerables premios, se ha erigido en la referencia fundamental de los sanfermines de Pamplona y ha concitado la admiración de la sociedad por su demostrada capacidad de superación ante la desgracia.

Una semana antes de su clamorosa despedida de Pamplona, Padilla sufrió una aparatosa cogida en la ciudad abulense de Arévalo, en la que un toro le levantó parte del cuero cabelludo, lo que no fue impedimento para que se presentase en la arena navarra con un pañuelo negro en la cabeza y pudiera ser vitoreado por las peñas pamplonicas.

El pasado 14 de octubre, volvió a la Feria del Pilar –la primera visita fue a la Virgen- para decir adiós a los ruedos españoles, y poner punto final a una carrera de 25 años en la que ha sufrido 39 cornadas, y ha forjado una trayectoria ejemplar de un torero curtido en mil dificultades, y que ahora lo reconoce el Ministerio de Cultura con el merecido Premio Nacional de Tauromaquia.

El torero está actualmente en México, donde el próximo domingo se despedirá de la plaza de Guadalajara, y continuará por tierras americanas hasta el día 18, cuando tiene previsto otro compromiso en Lima.

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Sobre la firma

Antonio Lorca
Es colaborador taurino de EL PAÍS desde 1992. Nació en Sevilla y estudió Ciencias de la Información en Madrid. Ha trabajado en 'El Correo de Andalucía' y en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Ha publicado dos libros sobre los diestros Pepe Luis Vargas y Pepe Luis Vázquez.

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