La gala MTV, la apuesta por dejar flipado al público
Camila Cabello, Nicki Minaj, Rosalía y Janet Jackson triunfan en los premios europeos celebrados en Bilbao
Por las calles de Bilbao se podían ver algunos grandes relojes digitales que indicaban una cuenta atrás, que nada tenía que ver con el fin del mundo, aunque a veces la presidencia de Donald Trump pueda asustar. Se trataba de la cuenta atrás para el comienzo de la gala de los MTV-EMA, los premios de la cadena estadounidense MTV en Europa, que desde hace años han calado en el público adolescente a este lado del Atlántico. Cierto que la cuenta atrás indicaba una explosión, pero ésta tenía que ver con una detonación incontrolada de júbilo. Fue llegar a cero el reloj y, como si no hubiera mañana, estalló el gozo.
A pulmón abierto y a coro, los miles de asistentes reunidos en el Bilbao Exhibition Centre, en Barakaldo, gritaron los últimos diez segundos de ese reloj, corriendo despavorido como un conejo que llega tarde a la fiesta. Pero no: la gran fiesta del pop mundial, que se había hecho esperar durante toda una semana de conciertos y actos en la ciudad vasca, empezó puntual.
Una imponente Nicki Minaj detonó todo. Apareciendo desde lo alto del techo, en una cabina de luces y vestida con un atrevido vestido de brillantes, la cantante revolucionó corazones y gargantas. Con su mezcla de rap y pop, Minaj, que se llevó los premios al mejor artista de hip-hop y mejor estética, derrochó un ritmo adictivo. Si alguno de los más pesimistas en el enorme pabellón bilbaíno creía que el fin del mundo todavía acecha, por Trump, el dictador coreano o por cualquier otro pirómano con mando, se le quitó la pena del subidón. Allí no se estaba quieto ni el apuntador, que prefería mover el esqueleto y sumarse al jolgorio antes que pensar en su crisis de mediana edad.
Aunque estuviese a punto de caerse el cielo sobre nuestras cabezas, MTV seguiría apostando por su mundo, una combinación de telerrealidad, locura desatada, vatios disparados, coreografías imposibles y fuegos artificiales. La cadena estadounidense nació con la idea de hacer de la música un espectáculo y lo lleva hasta sus últimas consecuencias. La gala de anoche fue toda una demostración de su filosofía, que confía ciegamente en el poder del dólar antes que en el de la poesía. Solo había que ver su inmenso escenario circular, flanqueado de pantallas de última tecnología, y ofreciendo al público la sensación de estar inmersos en un ambiente futurista.
Como venida de un planeta lejano, surgió de un gigantesco contenedor Rosalía, que anoche culminó la gran semana de su vida tras la multitudinaria presentación del disco en Madrid y su participación en Los 40 Music Awards. Ayer hizo su verdadera presentación mundial con una coreografía de más de 30 bailarines. Al igual que una estrella del pop con muchas tablas, sin nada que envidiar a Minaj o Janet Jackson -que también actuó al recibir el premio Icono Global-, Rosalía enloqueció al personal con Malamente. Y algo más: confirmó que su “tra trá” será en breve patrimonio generacional. Se grita como otros en su día imitaban el moonwalker de Michael Jackson o vociferaban Wonderwall de Oasis.
Estrella generacional es ya Camila Cabello, que fue la gran triunfadora de la noche. Recogió los galardones de mejor artista del año, mejor canción por Havana y mejor videoclip también por Havana. Vestida con un flamante vestido rojo, la estrella de origen cubano mostró su felicidad al salir decir en español: “Como dirían los españoles: ¡estoy flipando, tío!”. Fliparon también Viva Suecia. La banda murciana, perteneciente a la discográfica independiente Subterfuge, ganó el premio a mejor artista de España, aunque les pilló en Colombia.
Fue un chute sin igual de flipe pop, no apto, eso sí, para todos los públicos. Al menos, dentro de su impecable burbuja, todo funciona con absoluta precisión y fantasía, al contrario que en la vida, donde las cuentas atrás son más dramáticas y existan las averías, aunque nadie pensó en nada de eso durante el tiempo que duró la gala. Es lo que tiene vivir en la distopía de MTV, donde la música tampoco es lo más importante.
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