Bruce Gillmer, el guardián de los secretos de las estrellas de los premios MTV
“Para trabajar con superestrellas, primero tienes que desarmarlas”, afirma el artífice de la gala de la música que se celebra hoy en Bilbao
Michael Jackson cruzando una pasarela acaramelado de la mano con su esposa Lisa Marie Presley. Madonna besándose en plena canción con Britney Spears bajo la mirada atónita de Justin Timberlake. Kanye West interrumpiendo el agradecimiento de Taylor Swift para reclamar que la estatuilla que le daban a la rubia en realidad tenía que ser para Beyoncé. Todos estos momentos que permanecen en nuestra retina se los debemos a los premios MTV. Esa es la foto oficial, lo que registran las cámaras. Pero, ¿qué pasa antes y después? ¿Quién se encarga de orquestar todo para que ocurran estas instantáneas que ya forman parte de la historia del pop?
Les presentamos a Bruce Gillmer, máximo responsable de lo que pasa en los MTV Video Music Awards (VMAs) y en los MTV Europe Music Awards (EMAs). El guardián de las esencias, el mago que mueve los hilos, el maestro en este millonario patio de juegos de la industria musical. La noche de este domingo, pondrá sus trucos en práctica una vez más en la 25ª edición de los EMAs, que han escogido Bilbao como sede. Ante una audiencia planetaria de 450 millones de hogares y 350 millones de usuarios de redes sociales, desfilarán estrellas como Janet Jackson (que recibirá el premio Global Icon), Nicki Minaj, Camila Cabello o Dua Lipa. “Esta noche pertenecerá a las mujeres, serán las principales protagonistas”, adelanta. También nuestra Rosalía (nuestra porque ya es la máxima embajadora del nuevo pop patrio), nominada —y más que probable ganadora— a mejor artista española. “Lo tiene todo para triunfar a nivel mundial", dice de ella este experto que también pone el foco sobre Hailee Steinfeld, la jovencísima presentadora de la gala, ya una superestrella en EE UU y que espera darse a conocer en Europa estas navidades con la película Bumblebee.
Las sorpresas en esta cita están garantizadas, aunque no esperen que Bruce Gillmer las desvele antes de tiempo. El productor ejecutivo lleva toda la vida en MTV. Literalmente. “Entré hace 31 años como becario. Y ya no me quise marchar. Empecé directamente en el departamento de Talento para los programas de la cadena, así que sé cómo tratarlos”, cuenta cómplice mientras a su alrededor los operarios ultiman los detalles del recinto que acogerá la gala. ¿Y cómo se trata a los talentos; en su caso superestrellas de la talla de Madonna, U2 o Lady Gaga? “Por lo general es gente mucho más relajada que quienes tienen a su alrededor llevando su agenda. Tienes que aprender a desarmarles. Al menos el 50% de mi trabajo se basa en sentarme y observar hasta pillarles el punto. Entrar en su psicología para hacerles sentir como en casa. A partir de ahí, el resto es fácil”.
Lo difícil viene después, cuando se te desmadran las superestrellas. En los premios MTV hemos visto, por ejemplo, a Miley Cyrus fumándose un porro en directo, a Lady Gaga con un vestido de chuletones o a Nicki Minaj haciendo twerking como si se fuera a acabar el mundo. Dice la leyenda que muchos de estos instantes controvertidos están orquestados. Gillmer lo desmiente. “Tú pones a su disposición el escenario perfecto y a partir de ahí permites que pasen cosas. Pero los artistas son los que lo provocan. Tan solo hay que poner a los actores adecuados en el mismo campo de juego y en el momento indicado. ¿El beso de Madonna con Britney Spears? Fue algo que decidieron ellas. Y el momento en el que Kanye West interrumpió a Taylor Swift te puedo asegurar que ni programándolo en un millón de años nos habría salido tan creíble”, asegura.
Se niega a revelar secretos de backstage. “No podemos traicionar la relación de confianza que nos une con los artistas”. Pero sí esboza algunas situaciones que ha tenido que afrontar. “Como encontrarte con una superbanda de rock fumando porros a escondidas y que los artistas del camerino de al lado les tocaran a la puerta para acabar fumando juntos, o que la típica superestrella esté desaparecida y presentarse dos horas antes del espectáculo, casi cuando estás a punto de abrir puertas, para ensayar su número. Una vez, a menos de una semana de una gala, estaba yo comprando unos cascos en una tienda de música en Nueva Jersey y me topé con el manager de Kanye West, que me dijo, 'ey, Kanye quiere actuar en tu show', y tuve que recomponer todo el programa a velocidad de vértigo para encajarlo. Cosas que pasan”.
Amasar momentos icónicos de la música también tiene sus gratificaciones. Gillmer recuerda dos ejemplos de los que se siente particularmente orgulloso. “Cuando hicimos que Bono le diera el premio Ultimate Legend a Paul McCartney en su Liverpool natal. Bono tiene un carisma y una capacidad para elaborar discursos que sabes que no tienes ni que entrar a darle directrices. Y el otro momento fue cuando organizamos los EMAs en la Puerta de Brandeburgo, con motivo del 20 aniversario de la caída del muro de Berlín. Iba a actuar U2. Unas semanas antes, en una fiesta en Londres, me encontré con Kevin Liles, el capo del sello Def Jam, que por entonces era manager de Jay Z. Me dijo: 'Ey, vente a nuestra mesa'. Ahí me cogió Jay Z y me dijo: 'Súbeme a actuar a esa Puerta'. Yo no lo sabía, pero él y Bono estaban al habla por una posible colaboración. Y nosotros hicimos que se materializara actuando juntos en un momento increíble que supuso el encuentro entre dos mundos tan diferentes. Ese tipo de cosas son las que solo una fuerza cultural como MTV es capaz de provocar”. Y se despide sin desvelar qué otros trucos guarda esta vez en la manga.
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