El musical español da el gran salto
Madrid y Barcelona se suman a las grandes capitales mundiales del género
Hace dos décadas apenas se estrenaban en España grandes musicales al estilo Broadway. Una o dos producciones como mucho al año. Hoy la visita a los teatros de la Gran Vía madrileña dedicados al género se incluye como un reclamo más de la oferta turística de la capital. Un dato: el 21% de los españoles que visitan Madrid acude a uno de estos espectáculos, según estadísticas recogidas por Stage (productora, entre otros, de El rey León).
No hay más que ver las producciones que están debutando en el arranque de esta temporada para comprobar que la industria española está madura. Esta noche se estrena una de las más esperadas, West Side Story, uno de los grandes clásicos de Broadway, representado allí por primera vez hace seis décadas. También estos días llega a la capital Anastasia, basado en la película animada de los noventa sobre la última descendiente de los Romanov. A diferencia del primero, Anastasia ha tardado solo un año en cruzar el charco desde su estreno en Nueva York, algo nuevo en una industria que se nutre de espectáculos que ya han demostrado su solvencia en el mercado anglosajón.
No es extraño que, ante este auge teatral, la productora Som haya elegido un título como West Side Story. “El clásico de Leonard Bernstein marcó un antes y un después en la manera de concebir los musicales”, explicó Federico Barrios, director de esta producción tras un ensayo el mes pasado en el teatro Calderón, la segunda tras la que se hizo en Barcelona en 1996, dirigida por Ricard Reguant. Su propuesta parte de la versión escénica de 1957, no de la oscarizada película de 1961. “Las coreografías son las originales de Jerome Robbins adaptadas a un espacio escénico más pequeño”, añade Barrios.
Terror en pequeño formato
El teatro Gaudí de Barcelona se ha especializado en programar propuestas de la escena alternativa de Broadway, el Off. Esta temporada estrena Carrie, la versión musical de la novela de Stephen King sobre una adolescente atormentada por su entorno, una obra que fracasó en su estreno de 1988 pero que arrasó en el remake de 2012. "El argumento rebosa terror psicológico y la música navega entre un enérgico pop rock cuando Carrie sufre bullying e instantes de oscuro liricismo en las escenas entre madre e hija", describe Ferran Guiu, su director.
En Madrid un título destaca temporada tras temporada en el pequeño formato. Es La llamada, el musical de Los Javis (Calvo y Ambrossi) que se ha convertido en un referente generacional al mezclar pop, hits de Whitney Houston y reggaeton.
En Anastasia ocurre lo contrario. “El escenario del Coliseum es mayor que el de Broadway y hemos tenido que ampliar el decorado”, contó el pasado lunes Nando Olives, productor de Stage, que ha puesto en pie tanto el montaje americano como el español. Este título, que transita entre referencias a Los miserables, My Fair Lady y los clásicos de Disney, se suma a la oferta para todos los públicos que repiten en la capital: Dirty Dancing, Billy Elliot o El rey león (que lleva ocho temporadas en cartel). Son el contrapunto de El jovencito Frankenstein de Mel Brooks, a partir de noviembre, una propuesta más gamberra que rinde homenaje al cine de serie B y de terror con melodías al estilo de Cole Porter, Gershwin y Rodgers.
Los referentes cinematográficos potentes han demostrado ser un gran reclamo para llevar público al teatro. Pero un best seller también lo puede ser: El médico, de Noah Gordon, se ha transformado en musical con vocación de superproducción sinfónica en el Teatro Nuevo Apolo (desde el 17 de octubre), dirigido por José Luis Sixto y con vestuario de Lorenzo Caprile.
En la vida de Cristo, pero muy diferente de aquel legendario Jesucristo Superstar de Camilo Sesto, se apoya 33 El musical, que ofrecerá una visión más contemporánea del personaje. Se estrenará en una innovadora carpa construida en el recinto ferial de Madrid. “Con tantos musicales esta temporada no había ningún teatro disponible, así que decidimos crear uno propio”, explica Toño Casado autor, compositor y director del espectáculo.
En Barcelona solo hay una superproducción de nueva creación: Maremar, de Dagoll Dagom, un espectáculo de “música, danza y texto” que usa el poco conocido drama de Shakespeare Pericles, príncipe de Tiro y las canciones de Lluís Llach para explicar la odisea contemporánea de los migrantes. “Los escenarios de esta obra, escrita hace 500 años, coinciden con los puntos calientes de la migración hoy”, especifica Joan Lluis Bozzo, su director.
El teatro Condal aspira a convertirse en el referente del musical en Barcelona. Se ha estrenado con Fun Home, obra inspirada en la novela gráfica, y autobiográfica, de la dibujante Alison Bechdel. Un título ganador de cinco premios Toni en 2015 que saltó del Off a Broadway en dos años.
En ese mismo teatro se estrenó en 1999 la versión de texto de La jaula de las locas, que ahora llega en formato musical, en castellano, al Tívoli. “Conjuga el cabaré, brillante y excesivo, con una divertida comedia de situación”, afirma Jordi Sellas, uno de los productores. La jaula... es la segunda aventura en la que se embarca Sellas tras Casi normales, un drama sobre una madre con trastorno bipolar, que obtuvo un gran éxito y cuyo estreno habría sido impensable años atrás. Ahora el público ha crecido, está abierto a nuevas propuestas y la industria se anima a probar con títulos diferentes. “Creemos que aún podemos crecer mucho”, asegura Sellas, pero es cauto. “No esperemos convertirnos en Broadway o el West End. No hace falta, esos sitios ya existen. Lo que queremos es algo diferente y más nuestro”, concluye el productor.
Exportando talento
El impulso del género hace que también haya profesionales más formados. Algo que se percibe desde el exterior. "El nivel en los casting ha sido muy alto", reconoce Caroline Brouwer, directora residente de Anastasia, de origen holandés.
Y el nivel seguirá creciendo con las nuevas generaciones que empiezan desde pequeños en centros como la escuela que Carmen Roche, en colaboración con la productora Som, ha creado para formar billies. Hay niños en muchos musicales, y cada vez más: Billy Elliot, El rey León o El guardaespaldas, que terminó la temporada pasada.
España también exporta talento. El director musical sevillano Alfonso Casado ha llevado la batuta en El Fantasma de la Ópera y Miss Saigón en Londres y el actor Raúl Martín ha formado parte del elenco de Kinky Boots en Hamburgo y desde noviembre participará en el de Aladdin en la misma ciudad.
Babelia
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