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CRÍTICA | Hell Fest
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La macrodiscoteca del espanto

Gregory Plotkin rescata el espíritu de 'La casa de los horrores' con este 'Hell Fest' que propone la última palabra en sustos de barracón

Fotograma de la película 'Hell Fest', de Gregory Plotkin.
Fotograma de la película 'Hell Fest', de Gregory Plotkin.

Fue a la altura de su poderosa La casa de los horrores (1981) cuando a Tobe Hooper se le ocurrió que el tren de la bruja de una feria itinerante podía ser el mejor equivalente de una pista de baile para los más raros del instituto. Con su posterior Poltergeist (1982) desarrolló la idea convirtiendo el hogar de los Freeling en una verdadera arquitectura para la sensación abracadabrante y el sobresalto sobre parqué, una casa donde sonaban más subsónicos y brillaban más focos que en una noche de gala en Studio 54. Hooper, que había fundado un nuevo imaginario para el gótico americano con la pionera La matanza de Texas (1974), pasó a convertirse en el padre de lo que bien podría llamarse el Terror de Discoteca, especialidad que alcanzaría su paroxismo en su etapa en el seno de esa fábrica de excesos que fue la Cannon Films.

HELL FEST

Dirección: Gregory Plotkin.

Intérpretes: Bex Taylor-Klaus, Reign Edwards, Amy Forsyth, Tony Todd.

Género: terror. Estados Unidos, 2018

Duración: 85 minutos.

Dando alas al tópico de que todo nuevo director de cine de terror es, en el fondo, un nostálgico irredento obsesionado en reconstruir esa supuesta edad de oro del género más mitificada que vivida, Gregory Plotkin, montador de Déjame salir y Feliz día de tu muerte (ambas de 2017), rescata el espíritu de La casa de los horrores de Hooper con este Hell Fest que propone la última palabra en sustos de barracón: la fusión espectacular del parque temático, el mega concierto de rock, un circuito inabarcable de pasajes del terror y la feria macabra decorada al cartón-piedra .

El director de fotografía José David Montero, que fue mano derecha de Gonzalo López-Gallego, desarrolla, como Hooper, una suerte de expresionismo pop de colores agresivos, pero Plotkin no sabe corresponder a ese regalo estilístico con una película que podría haber jugado mucho más imaginativamente con el contraste entre artificio acartonado y verdadero terror.

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