Judi Dench: “No me atrevo a rechazar un papel por si es el último que me ofrecen”
La gran actriz británica recoge, a los 84 años, el premio Donostia y sale en defensa de Kevin Spacey
Está claro que, en ocasiones, los más grandes regalan verdaderas lecciones de humildad. Es el caso de Judi Dench, actriz británica, gran dama del teatro y del cine europeo, figura indiscutible del universo de Shakespeare, galardonada, alabada y querida en el mundo entero, que este martes recoge el Premio Donostia a toda una carrera que le concede el Festival de Cine de San Sebastián. Pelo muy corto y de un blanco inmaculado, sonriente a pesar de las graves dificultades de la vista que atraviesa, Dench, a sus 84 años, no se considera poderosa, sino todo lo contrario. “Después de 61 años de carrera, soy una actriz que sigue buscando trabajo. Sigo esperando a que me llamen. No puedo atreverme a rechazar un papel por si es el último que me ofrecen”. Viuda e instalada en el campo, a cuatro horas de Londres, asegura que no le guía ningún reto en su carrera y que lo único que le preocupa es “tener trabajo mañana”.
En una abarrotada sala de prensa, la intérprete del legendario personaje de M en siete de las películas del agente James Bond, Oscar por su papel de la reina Elisabeth en Shakespeare enamorado y protagonista de una larga carrera tanto en el teatro como el cine, fue desgranando su paso por este oficio, en el que, asegura, no se deja nunca de aprender a base de observar y observar. Judi Dench confesó que de joven ella lo que quería era dedicarse a la escenografía. “Fue cuando vi por primera vez una representación El Rey Lear en Stamford cuando me di cuenta de que yo nunca llegaría a realizar algo tan maravilloso como lo que vi. Decidí entonces seguir los pasos de un hermano mío que estudiaba interpretación en la Escuela de Arte Dramático”, explicaba la actriz, que confesó que con sus años transcurridos en el teatro Old Vic de Londres y en la Royal Shakespeare Company ha cumplido con creces su sueño. Lo del cine llegó mucho más tarde, a pesar de que un director, ya fallecido del que no quiso dar el nombre, le auguró que con esa “cara no iba a hacer nada bueno en el cine”. Judi Dench ríe divertida al recordarlo. La gran pantalla ha sido testigo de algunos de los más grandes papeles de esta mujer, amante y defensora de los bosques, y que asegura que su gran pasión es y seguirá siendo Shakespeare. Ahí están los ejemplos de títulos como Chocolat, de Lasse Hallstroöm, Iris (Richard Eyre), Mrs Henderson presenta (Stephen Frears), Diario de un escándalo (Richard Eyre) o Philomena (Stephen Frears). En esta edición del Zinemaldia, Judi Dench ha presentado el filme La espía roja, basada en una historia real de una anciana que en los años ochenta fue acusada de haber trabajado, durante la Segunda Guerra Mundial, para los servicios secretos rusos. Era conocida como “la abuelita espía”. El filme está dirigido por Trevor Nunn, otro gran apasionado de Shakespeare, que ha puesto sobre un escenario las 37 obras del escritor inglés.
Habla muy bien de sus compañeros de reparto y de la gente que la ha ayudado en su carrera. Entre estos, nombra al actor Kevin Spacey del que recibió una “ayuda inestimable” en momentos complicados de su vida, que coincidieron con la muerte de su marido. “Coincidimos en el rodaje de la película Atando cabos y me alegró la vida” confesó alto y claro la actriz inglesa. Preguntada por su opinión sobre la situación que atraviesa el actor, acusado de acoso sexual y proscrito en la profesión, Dench aseguró: “No puedo aprobar de ninguna manera lo que dicen que ha hecho, pero ¿todos los compañeros que han cometido en el pasado algún tipo de falta van a ser marginados y excluidos de la industria cinematográfica? ¿tenemos que ir atrás y excluir a cualquier persona que en el pasado se haya comportado mal? Es un actor maravilloso y un buen amigo”.
No quiere dar muchos consejos a pesar de que se lo solicitan sin parar. Si le insisten, ella solo asegura que en el éxito y en el trabajo juega un papel fundamental la suerte —“nunca jamás debes olvidar que tu personaje lo pueden interpretar igual de bien muchas otras actrices, que tú nunca eres la persona definitiva para ese papel”— y que lo único que no hay que perder nunca es la ilusión y la curiosidad.
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