Poesía en romaní con duende
El cantaor José Valencia estrena en la Bienal un espectáculo basado en textos de poetas gitanos
El cantaor José Valencia (Barcelona, 1975) define la poesía en romaní como “muy rica, muy variopinta, muy expresiva…”. A su lado, el guitarrista y director musical Juan Requena (Málaga, 1975) le añade el calificativo de “muy visceral”. “Sale de las entrañas, de lo más profundo”, remarca. Ambos hablan durante un descanso en los ensayos del espectáculo Bashavel, que este martes, 11 de septiembre, estrenan en el Real Alcázar de Sevilla, dentro de la 20ª edición de la Bienal de Flamenco. El montaje pone música a nueve poemas en romaní y castellano escritos por poetas gitanos españoles y yugoslavos. “Son versos que no están escuchados, la mayoría ni leídos. Esta poesía es una gran desconocida en España”, dice el cantaor, que se inclina por el término romané.
Valencia recuerda que su interés por la poesía en romaní surgió hace unos años, tras descubrir la película sobre la poetisa polaca Bronisława Wajs, más conocida como Papusza. “Había sido una gitana un poco atípica porque escribía y leía. Escribía poesía de una manera exquisita”, afirma el músico, quien resalta su inquietud por “recuperar esa parte de la identidad y de la cultura gitana”, algo que ya hizo en su espectáculo Gilǎ. “Saber más de ti, de dónde vienes”, añade el ganador de cuatro giraldillos de la Bienal. “¿Por qué no indagar en el poemario gitano y descubrir otras propuestas, otras formas de escribir y de pensar? Y más si en el mundo del flamenco estamos buscando cambiar los textos”, asegura antes de aclarar que el montaje "no es, para nada, reivindicativo". "No queremos demostrar, ni recalcar nada. Bashavel en romané significa encuentro, reunión, y eso es lo que pretendemos, solo dar a conocer una visión cultural poética hermosa, buscar la conexión y parecidos culturales y favorecer un acercamiento cultural", señala.
Con la ayuda del experto en romaní Nicolás Jiménez y del historiador Miguel Ángel Vargas, ambos músicos se pusieron manos a la obra. “Hay muy pocos poemarios en romané traducidos al castellano, me atrevería a decir que solo uno, sí lo están al inglés o al francés. Pero aquí no se ha hecho mucho por investigarlo o recuperar esa parte de nuestra cultura”, lamenta Valencia. Tras el arduo trabajo de traducción por parte de Jiménez, Valencia y Requena seleccionaron nueve poemas de “una barbaridad” de textos. “A la hora de elegirlos, no podíamos olvidar que somos flamencos y aunque podamos abrirnos a otros sonidos, maneras de modular y acordes, el flamenco siempre es la base”, dice Valencia, quien pone como ejemplo la elección de poemas octosílabos.
Entre los textos elegidos se encuentran los de poetas españoles José Heredia Maya, Helios Fernández Garcés y Rafael Fernández, Nene, y del yugoslavo Rajko Yurik. “El principal problema que nos encontrábamos al traducirlos, sobre todo con los poetas del Este, es que nada rimaba o que eran poemas muy largos. Les hemos buscado la rima sin que perdieran esa esencia, intentando no poner ninguna palabra nueva”, explica Requena. "Había que lograr que tuvieran una dicción limpia y que fueran fácilmente entendibles", concluye Valencia.
El espectáculo está formado por nueve poemas, uno de ellos en romaní: I’luludi Merinasque (La flor de la muerte), de Yurik. “Hemos apostado por incluir un tema original para dignificar esta lengua, que en España se perdió por la dura persecución que sufrimos los gitanos desde la época de los Reyes Católicos, el reinado de Fernando VI o la ley de Franco”, recuerda Valencia. “Aquí es donde más se ha perdido el romané”, añade el guitarrista. Según un estudio de los investigadores lingüistas Peter Bakker y Marcia Rooker, el porcentaje de gitanos que lo hablan en España es del 0,01% frente al 70% en la mayoría de países europeos. “El poema de Yurik habla de esa dureza, esa vida mala, esa manera de perseguirlos, de exterminarlos que sufrieron”, añade antes de señalar que esta es una de las grandes temáticas en las que gira la poesía en romaní. “El otro gran tema es la defensa de su cultura, de su alegría, de cómo las penas las transforman en alegría, de su amor por la naturaleza”, explica Requena, quien apostilla que durante la investigación han detectado cómo los poetas gitanos jóvenes se van centrando en esta última temática. “Para este espectáculo nos hemos decantado por poemas alegres, que hablan de nuestra cultura, que no ahondan tanto en la pena, porque como dice el poema de Pepe Heredia, vamos a dejar la pena, de hablar del pasado. No podemos vivir en los recuerdos, hay que seguir adelante”, asegura Valencia.
Ese acercamiento cultural que ambos músicos buscaban con este espectáculo para la Bienal queda patente en su elenco. "Somos cinco músicos españoles y cinco extranjeros", enumera Valencia. Y a la guitarra y a la caja se suman el acordeón y el violín, dos instrumentos muy presentes en la música gitana del Este. A estos músicos, se une un cuarteto de cuerda. "No hay frontera, ni en la música, ni en nada", apunta Requena antes de añadir que este montaje también es "un punto de inflexión en la carrera de José". "Está encasillado como cantaor tradicional flamenco y es un tío súper abierto, que escucha un montón de tipos de música. Este espectáculo supone también un poco de liberación para él", dice el guitarrista. "El espectáculo va buscando esa libertad musical, siempre con el flamenco como base. Se puede hacer una farruca con un acordeón y un violín", aporta Valencia.
Babelia
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