Coneguda crueldat
Joan Margarit evoca en este poema el dolor por los atentados en Barcelona
Joan Margarit, barcelonés de 80 años, ha reflejado su amor a Barcelona “en casi cien poemas de mi obra”. “Lo que nunca ejerceré con mi ciudad será la neutralidad o la indiferencia”. Uno de los poemas que nos dejó para estas páginas de amor a Barcelona está escrito hace ahora un año, en un momento de gran dolor por “las inocentes víctimas del atentado terrorista de agosto de 2017”. Publicamos ese poema, Coneguda crueldat (Conocida crueldad), en catalán y en su traducción española.
La mateixa ciutat només dura el seu temps.
Totes les Barcelones són unes dins les altres
com unes invisibles nines russes.
La ciutat que jo estimo encenia pocs llums
en les nits fosques d'un país infame.
La de la llibertat va començar a ocultar-la.
Residus menyspreats de veritat
van tornar a mi, com roses
salvades de qui sap quines escombraries.
Ara ja és una altra Barcelona:
la que més llums ha encès,
la de la indiferència. La més cosmopolita.
Aliena i fugaç, una gentada emplena
les nostres cases i carrers
igual que un escenari abandonat
on haguessin rodat una pel·lícula.
Potser avui, si no fos per tants records,
ja no l'estimaria.
De sobte, res no acaba.
D'infant vaig veure assassins a missa:
els mateixos silencis, flors, espelmes
per als mateixos crims.
Barcelona, quan torni a amenaçar-nos
aquella coneguda crueltat,
et tornaré a cantar.
Una misma ciudad dura sólo su tiempo./ Todas las Barcelonas/ como muñecas rusas, invisibles/ están las unas dentro de las otras.
Mi ciudad encendía/ muy pocas luces en las noches pobres/ de aquel país infame./ A esa la ocultó una más libre./ Despreciados residuos de verdad/ volvieron como rosas hasta mí/ salvadas de quién sabe qué basura.
Ahora es una nueva Barcelona:/ la que más luces ha encendido nunca,/ la de la indiferencia. La más cosmopolita./ Un gentío a la vez fugaz y ajeno/ atesta casas, calles,/ igual que un escenario abandonado.
Donde hubieran rodado una película./ Quizá no la amaría si no fuera / por todos mis recuerdos./ De pronto, nada acaba./ De niño pude ver asesinos en misa:/ esos mismos silencios, flores, velas,/ por unos mismos crímenes./ Cada vez, Barcelona,/ que aquella conocida crueldad nos amenace,/ te volveré a cantar.
Babelia
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