Menos mal que nos queda Rebecca (Hall)
Es una película de hombres que hablan demasiado y de una mujer que carga de verdad un proyecto marcado por muy cuestionables decisiones narrativas
Cuando Una relación abierta cierra su discurso con un plano de Rebecca Hall paseando por la calle, de noche, uno tiene la impresión de que el director Brian Crano es plenamente consciente de las fortalezas y debilidades de su película. El espectador malintencionado también podría aducir que la Hall es, de hecho, la productora de este modesto trabajo nacido con un claro espíritu de proyecto entre amigos –muchos de los implicados estudiaron juntos y tanto la pareja sentimental de la actriz como la del director forman parte del reparto-, pero lo cierto es que si algo puede salvar a esta propuesta de las obviedades de su discurso y de las mecánicas formularias de su guión es, precisamente, el espesor y la ambigüedad que esta portentosa intérprete aporta al conjunto. Una relación abierta es una película de hombres que hablan demasiado y de una mujer que, en sus silencios y en sus titubeos, carga de verdad un proyecto marcado por muy cuestionables decisiones narrativas.
UNA RELACIÓN ABIERTA
Dirección: Brian Crano.
Intérpretes: Rebecca Hall, Dan Stevens, David Joseph Craig, Gina Gershon.
Género: drama.
Estados Unidos, 2017
Duración: 96 minutos.
Una cena de amigos integrada por una pareja hetero y otra gay pone sobre la mesa la cuestión de los nuevos modelos de relación y las arbitrariedades de una fidelidad impuesta por la costumbre y los códigos dominantes. Como si su peor enemigo le hubiese facilitado una receta de guión tramposa, Crano articula a partir de ese momento un relato en doble dirección: la pareja heterosexual experimentará, con timidez inicial, el juego de las relaciones abiertas, mientras la pareja homosexual protagonizará una subtrama en torno a la cuestión de la paternidad. Anna (Rebecca Hall) encontrará en su consentido lance adúltero una historia romántica que se diría caligrafiada en el cielo, mientras que a Will (Dan Stevens) le tocará recorrer el lado ridículo de la cuestión a golpe de polvos de urgencia en los lavabos y el encuentro con una madura ninfómana en cuya encarnación la gran Gina Gershon vuelve a ejercitar su dominio de la lubricidad auto-paródica.
Viendo Una relación abierta resulta inevitable pensar que un puritano norteamericano nunca podrá alcanzar la verdad de un hedonista francés al tocar ciertos temas. Menos mal que ahí está Rebecca.
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