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DON DE GENTES
Columna
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Futbolistas o astronautas

Cuando vi el tuit de Casillas cuestionando la llegada del hombre a la Luna pensé que se trataba de una broma

Elvira Lindo
Casillas, en el Congreso de la FIFA en Moscú, el pasado 11 de junio.
Casillas, en el Congreso de la FIFA en Moscú, el pasado 11 de junio.DAVID RAMOS (GETTY)

Confieso que cuando vi por primera vez el tuit de Iker Casillas cuestionando la llegada del hombre a la Luna pensé que se trataba de una broma. Como broma me hizo muchísima gracia. Imaginar que el tipo se había bebido unas copas con sus amigos, habían comenzado a desparramar, que si la Luna de Sangre, los eclipses, que si el ministro astronauta, y habían decidido compartir el cachondeo etílico con los casi nueve millones de seguidores del portero, me cuadraba con su talante de hombre simpático y jovial. Y le reí la ocurrencia. Pensé que si bien Twitter acoge a diario el tono vil y carroñero, también ha creado un género humorístico propio, agudo y rápido con el que a menudo pasamos muy buenos ratos. Qué inocente fui: Casillas hablaba en serio. Quería “elevar” el debate, transmitir sus dudas a la hinchada: ¡Vota, pueblo, vota, este es el momento! En un principio me pareció desproporcionado que le reconviniera Pedro Duque, el ministro de Ciencia, pero luego comprendí que quién mejor que él en su calidad de astronauta para darle un tirón de orejas a quien goza de una presencia pública y posee, lo quiera o no, poder de influencia.

No sé si Casillas tendrá intención de contarles a sus niños, cuando crezcan un poco, las dudas que le asaltan sobre el éxito de aquellos astronautas del 69. Ya se sabe que los padres hablan sin control en las sobremesas. Si es amante de las teorías conspiranoicas, tal vez añada el renovado cuento de los extraterrestres, porque si bien yo pensaba, inocente sin remedio, que los marcianos habían perdido la popularidad de la que gozaban cuando era niña, resulta que han regresado con más fuerza que nunca. En mi casa se seguía con gran pasión a Erich von Däniken, pionero en difundir la idea de que la Tierra fue visitada en la antigüedad por los extraterrestres y que a estos les debemos hasta la construcción de las pirámides. Si tu padre te cuenta esta historia una noche de verano y añade además que sería muy mezquino por nuestra parte creernos los únicos habitantes de un universo infinito, si tu padre se recrea en esas fantasías, provoca en una mente inmadura una mezcla de desasosiego y excitación. Estoy convencida de que Spielberg, a través de E.T. deseó hacer realidad un recurrente deseo infantil muy setentero: el de entablar una amistad clandestina con un ser de otro planeta.

Como cuento es magnífico, sin duda, pero de los cuentos y de la adolescencia también se sale, a no ser que tengas una tendencia a dejarte embaucar por teorías fantasiosas. Yo pensé que Von Däniken había desaparecido, yo qué sé, porque lo hubieran abducido en un platillo volante, siendo esta la manera más lógica de irse de este mundo de un apóstol de la marcianada. Pero no. No solo vive entre nosotros, sino que este mismo mes estuvo en California en un congreso de Extraterrestres de la Antigüedad promovido por un programa, Ancient Aliens, de History Channel, al que acudieron 10.000 personas. 10.000 almas llegadas de todas partes del mundo para, previo pago de su entrada, escuchar conferencias sobre cómo influyeron los aliens en nuestra idea de la belleza, cómo extinguieron a los dinosaurios o cómo la tecnología extraterrestre ayudó a Hitler a trazar su plan de apoderamiento del planeta. Entre el público había padres y madres que aseguraban estar ahí para luego, en casa, actuar en consecuencia, educando a sus hijos en el espíritu crítico para que no se dejaran engañar por lo que vende la televisión, cosas del tipo “el hombre ha pisado la Luna”.

Fue precisamente aquel “pequeño paso para un hombre pero un gran salto para la Humanidad” el punto de inflexión de todas estas teorías seudocientíficas; la inauguración de la gran desconfianza hacia lo que los medios contaban masivamente. Y esta época presente es el hábitat ideal en el que fluyen las teorías conspiranoicas. Internet bulle de páginas que nos alientan a pensar que la Tierra es plana y no absurdamente redonda, como han tratado de hacernos creer. También este asunto se abordó en el congreso californiano. Sería de risa si no fuera porque la irracionalidad es un boyante negocio para los charlatanes y puede provocar un tremendo daño psicológico en quien esté dispuesto a creer, por ejemplo, que con este eclipse lunar que a punto está de producirse (mientras escribo este artículo) se acaba el mundo. Sea por acabamiento del mundo o por tratarse del último domingo de julio, esta que escribe se va de vacaciones.

Con estos asuntos podemos bromear pero no son banales. Suponen un ataque serio a la salud mental de personas desprotegidas psíquicamente que pueden llevar muy lejos sus obsesiones y miedos. En 1977, el astrofísico Carl Sagan realizó un documental para desmentir las fantasías extraterrestres de Däniken y compañía y les retó con la célebre frase: “El que se atreve a exponer una teoría extraordinaria tiene que ofrecer también una explicación extraordinaria”. Así que Pedro Duque hizo lo que debía, afirmar que lo de Armstrong fue un alunizaje y lo de Casillas un alucinaje.

Por cierto, que los niños hoy prefieren ser futbolistas a astronautas. Les sale más a cuenta.

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Sobre la firma

Elvira Lindo
Es escritora y guionista. Trabajó en RNE toda la década de los 80. Ganó el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil por 'Los Trapos Sucios' y el Biblioteca Breve por 'Una palabra tuya'. Otras novelas suyas son: 'Lo que me queda por vivir' y 'A corazón abierto'. Su último libro es 'En la boca del lobo'. Colabora en EL PAÍS y la Cadena SER.

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