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Crítica | Yo la busco
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Nocturno urbano

La película desvela una ciudad no vista, pero tremendamente verosímil, dibujando un mapa de encuentros azarosos, soledades comunicantes

Imagen de 'Yo la busco'.
Imagen de 'Yo la busco'.

YO LA BUSCO

Dirección: Sara Gutiérrez Galve.

Intérpretes: Dani Casellas, Katia Armesto, Marta Cañas, Guillem Barbosa.

Género: drama. España, 2018.

Duración: 85 minutos.

Pasarse una errante noche en vela por las calles de la ciudad tiene algo de tránsito al otro lado del espejo, tal y como propuso el Martin Scorsese de Jo, qué noche (1985), una película que deformaba la poética maldita comúnmente asociada al nocturno urbano sirviéndose de un estilizado humor negro. La Barcelona que, bajo la luz de la luna, recorre el protagonista de Yo la busco, estupenda opera prima de Sara Gutiérrez, también tiene algo de tránsito a través del espejo, pero lo que el personaje encuentra en su errático recorrido de flâneur, activado por una decepción amorosa –aunque se trate de un amor que no se había construido como tal- y armado con un enigmático cuaderno, poco tiene que ver con los trazos surreales scorsesianos. Lo que desvela la película es, sin embargo, una ciudad no vista, pero tremendamente verosímil, dibujando un mapa de encuentros azarosos, soledades comunicantes, afectos provisionales y complicidades que se pueden declinar en inesperada hostilidad. Una ciudad tan oculta como verosímil que permite a la cineasta articular una poética personal y hablar, en el fondo, de muchas cosas.

Yo la busco, al igual que en su momento la reveladora Les amigues de l’Àgata (2015) –con la que, por cierto, comparte una actriz, la siempre tonificante Marta Cañas-, es una película nacida como trabajo de fin de grado en la Universidad Pompeu Fabra. El único punto en común entre ambos trabajos está en su capacidad de hablar de lo inmediato sin imposturas, ofreciendo ese tipo de instantáneas generacionales tan valiosas porque no han sido calculadas como tales. Yo la busco indaga en la fragilidad emocional masculina, tantea nuevos modelos de convivencia y relación, adopta cierto espíritu de novela de caballerías (la entrega del cuaderno) y propone un modelo de discurso claramente indisociable de lo vital.

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