“Si tanto le preocupa al Gobierno la música nocturna, que se encargue de ello, que haga una ley. Pero no quiere”
El presidente de la SGAE, José Miguel Fernández Sastrón, defiende su gestión y su polémica reforma de los estatutos, que hoy vota la Asamblea de los socios
La mesa de José Miguel Fernández Sastrón (Madrid, 1959) luce bastante despejada. Sin embargo, sobre ella, el presidente de la SGAE tiene un revuelo considerable. Media entidad se opone a su liderazgo, la tensión con el ministerio de Cultura aumenta y hoy le espera una Asamblea determinante: los socios votan si aprueban o rechazan las cuentas de 2017, su gestión y, sobre todo, la reforma de los estatutos que él propone. El proyecto ha generado fuertes polémicas, como casi todo en la principal entidad de gestión de España. De ello habla el presidente en esta entrevista, celebrada el pasado martes en su despacho. Defiende a la SGAE y responsabiliza al Gobierno de no frenar la trama de la rueda.
Así se conoce a un presunto fraude, que investiga la justicia, por el que socios de la SGAE y empleados de televisiones se embolsaban millones gracias a la música nocturna. Las emisoras, en concreto, llenan la programación de madrugada de canciones que pertenecen a sus propias editoriales: así se genera el llamado retorno, es decir, recuperan en concepto de derechos de autor parte de lo pagan a la SGAE por usar su repertorio.
Pregunta. ¿Por qué es importante la asamblea de hoy?
Respuesta. Como en cada asamblea, se votan las cuentas y la gestión. Si no apruebas las cuentas, como en cualquier sociedad mercantil, tienes que rehacerlas. Con un aumento de la recaudación, tras años de pérdidas, me extrañaría que no salieran adelante, al igual que la gestión. Lo más polémico parece ser la votación por los estatutos: no todos los años estás obligado por la ley [un Real Decreto en vigor desde el 15 de abril] a modificarlos y presentar una reforma integral.
P. Usted defiende la reforma. ¿Por qué?
R. Tenemos estatutos de 1996, que ya tienen incoherencias. Y se moderniza la entidad. Por ejemplo, hay dos órganos de gobierno: una junta y consejo, que emana de la junta. Así que los 14 miembros del consejo se vuelven a sentar con otros para ratificar lo que ya han decidido, o, a veces, no. La reforma elimina el consejo y reduce la junta de 39 a 21 miembros. Supone ahorrar y más agilidad. La ley también dice que los órganos de gobierno, representación y supervisión sean elegidos por la Asamblea. El de representación es la presidencia, pero parece que ha creado polémica que la elijan los socios en vez de la junta. Yo entiendo que es más democrático.
P. Cultura vigila el proceso. Media junta está en contra. Y un manifiesto con cientos de firmas, como Alejandro Amenábar o Pedro Almodóvar, también. ¿Se equivocan todos?
R. Si la Asamblea me dice que no quiere los estatutos, en su derecho está. Lo único que pido es que se juzguen tras haberlos leído. Y que se propongan alternativas, no basta con decir: “No me gusta”.
P. ¿Cree que media junta critica los estatutos sin haberlos leído?
R. Desde 2012, la junta se parece a un parlamento. Cuenta más la afinidad política que la gestión. Hay algunos realmente en contra, porque a lo mejor son nueve y quieren volver a presentarse, pero con la reducción solo tendrían cinco sillones en la junta. Sin embargo, los que dicen que los estatutos están hechos para que me perpetúe está claro que no los han leído: verían que incluyen una limitación de dos mandatos para la junta y el presidente.
El "banco de los autores"
Pregunta. ¿Por qué no le gusta que la UE, y el Gobierno, hayan abierto la gestión colectiva al libre mercado?
Respuesta. Me lleva al siglo XIX, a cuando se crearon las entidades de gestión. Antes, había empresarios que decidían a qué autores administrar, normalmente los más rentables. Además, se anula la solidaridad y se debilita la negociación colectiva. Les preocupa el monopolio de las entidades de gestión pero eso nos permite licenciarle a un usuario todo un repertorio y conseguir un cierto precio. Si, en cambio, solo cuento con una parte de ese repertorio y además se puede marchar a otra empresa en cualquier momento, nadie querrá firmar contratos a más de un año, y a ver a qué precio. El monopolio real está en el otro lado, en que tres multinacionales controlan el 70% del repertorio.
P. Aproveche para limpiar la imagen de la SGAE. Cuénteme sus logros.
R. Ante todo, lo más importante: los préstamos. Un autor no tiene una nómina, si va a pedir un crédito nadie se lo concede. Ofrecerle un anticipo sobre sus derechos sin cobrarle intereses es el mejor servicio que se le pueda dar. Muchas obras y discos se han abordado gracias a los anticipos de SGAE. Es el banco de los autores. Además, el año pasado empleamos 500.000 euros en ayudas sociales. Y la promoción: la SGAE organiza los premios Max. Hace muchas cosas pero…
P. Más allá de los estatutos, cuáles son sus prioridades.
R. Hace falta una política cultural de Estado. Que España importe cultura, siendo una potencia en ese sector y con un idioma tan importante, es como si Arabia Saudí importara petróleo. Y hay que conseguir un mercado iberoamericano unido y coherente, si no el sajón se nos come.
P. Pero la reforma lleva a cero la cuenta de mandatos, así que usted podría quedarse durante dos más.
R. No llevo ni siquiera un mandato en la presidencia [desde abril de 2016]. En la junta sí habría cumplido dos, pero llevar a cero la cuenta siempre ha existido. Se hizo en 2012, cuando se cambió el sistema electoral. Y los mismos que hoy se quejan lo aprobaron porque era una etapa nueva. Esta es mucho más nueva.
P. Entonces es cierto que los estatutos le permiten volver a presidir la SGAE.
R. A mí y a todos. Y los estatutos me darían la posibilidad de optar a la presidencia aunque no se repartiera de cero: no podría presentarme para la junta pero sí salir elegido presidente, ya que lo vota la Asamblea.
P. Cultura le envió un requerimiento de información de cara a la Asamblea. Y usted declaró a La Razón: “A los jueces les hago caso, no al ministerio. Que se ocupen de sus asuntos”. Suena a choque frontal.
R. No lo creo. Escuchando al nuevo ministro veo un tono muy razonable. Entendí ese requerimiento como el coletazo de un equipo anterior. Pedían cosas que tenían. “Mándeme los estatutos”. ¡Pero si los tiene desde la primera copia! Parece que envío las cosas y las meten en un cajón. Y me llama la atención que se interprete una sentencia y se me conmine a no cumplirla. No puedo asumir esa responsabilidad.
[Sastrón se refiere a que hace un año un laudo internacional estableció que los temas de madrugada no deberían suponer más del 15% de los ingresos totales que proceden de la televisión. La SGAE lo puso en práctica, pero la justicia española anuló ese laudo y entonces la entidad quitó esa limitación].
P. La interpretación del ministerio es distinta. Cree que la anulación del laudo no les obligaba a cancelar el límite del 15% de recaudación para la música nocturna y que, al eliminarlo, favorecen a la rueda.
R. No puedo interpretar sentencias, yo las cumplo. La junta aprobó la aplicación de un laudo y sus condiciones. Si hay una sentencia en contra, yo quito esas condiciones. En todo caso, nos trasladan un problema que no es nuestro. Estamos hablando de la posibilidad de que un usuario pudiera, a la vez, programar su repertorio y beneficiarse. Eso solo se soluciona prohibiéndolo más allá de un cierto límite. La Comisión Nacional de la Competencia no nos dejó hacerlo, como sí ocurre en Europa. Quien tendría que encargarse de esto, si le preocupa tanto la música nocturna, es el Gobierno. En todos los ámbitos mercantiles se establecen leyes que impidan abusos. ¿Usted cree que un usuario se aprovecha? Legisle, porque yo no puedo. Es muy cómodo que me diga: “Soluciónelo”. No puede es pasarnos la patata caliente y regañarnos.
P. Está diciendo que solo el Gobierno puede resolver el asunto de la rueda.
R. Lo han llamado “la rueda” porque les gusta. Pero “el asunto de la rueda” es que unos señores pueden programar y beneficiarse de su propio repertorio. Si hacen trapicheos entre ellos o no, lo dirá un juez. Y aunque no cometieran ninguna irregularidad, seguiría existiendo una televisión que programa su repertorio y se lleva un retorno importante. Yo no puedo hacer la ley. Pero el Gobierno no quiere.
P. ¿Por qué?
R. A lo mejor es que no quieren enfrentarse a los canales de televisión y decirles que va a limitar su retorno.
P. El juez que investiga el caso rueda pidió en abril recaudación y contratos con las televisiones de unos 60 socios, incluido usted, para aclarar su relación con la presunta trama nocturna. ¿Le preocupa que pueda resultar investigado? ¿Dimitiría?
R. No solo le enseñé mi recaudación al juez, sino a la junta. El juez solo lo pide porque alguien me denunció, nada más. No considero ninguna posibilidad de que me investiguen. Desde que empecé a trabajar como vicepresidente, además, con la cantidad de horas que le echo a esto, no tengo actividad autoral. Mi recaudación empieza a ser paupérrima.
P. Si echa de menos la autoría, podría dejar la presidencia de la SGAE.
R. La presidencia es un paréntesis. Soy autor y quiero volver a eso.
P. Con tanta polémica ¿por qué alguien querría presidir la SGAE?
R. Buena pregunta [Se ríe] Yo quería hacer una serie de cosas, pero me doy cuenta es que es complicado. No quiero lo que los socios no quieran. Tengo una propuesta: si se rechaza, convocamos elecciones ya y que vengan otros.
P. ¿Querría uno ser presidente de la SGAE porque cobra unos 180.000 euros, más gastos pagados y chofer?
R. Antes de ser presidente de la SGAE, lo fui del [grupo de contenidos] Vértice, y el sueldo era mayor. Tienes un buen sueldo, pero también pasas mucho tiempo aquí. No es el motivo.
P. ¿Si se rechazan los estatutos, dimitiría? ¿Y si se tumbara su gestión?
R. La gestión se refiere a toda la junta, no solo al presidente. Si se rechaza, no te planteas dimitir sino convocar elecciones. Pero antes hay que aprobar los estatutos. Si se tumba esta reforma, habrá que hacer otra a toda velocidad.
P. La recaudación de la SGAE subió en 2017, tras años de caídas. ¿A qué se debe?
R. En 2015 vencieron la mayoría de los contratos con los usuarios. Llevamos dos años de negociación muy complicada y hemos llegado a acuerdos importantes no solo para este año sino también para recuperar lo que perdimos en otros anteriores.
P. ¿Qué han hecho mal usted y la SGAE?
R. Si estos estatutos que deberían gustar a todos no gustan, entonces no he sido capaz de explicarlos. Pero los resultados de gestión están mejor que el año pasado y el anterior. En cuanto a la SGAE, nos critican tanto por la falta de transparencia pero yo creo que hemos sido demasiado transparentes: deberíamos habernos peleado más para dentro, porque eso te limita en tu labor.
Babelia
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