Las exportaciones de bienes tecnológicos aumentan pero España sigue rezagada en la UE
El déficit comercial en productos tecnológicos se deteriora en los últimos años, según un estudio del Club de Exportadores


Informes como el de Mario Draghi han resaltado que la economía europea se está quedando rezagada respecto a la estadounidense. Con datos del Banco Mundial, mientras que el PIB per cápita en igualdad de poder de compra ha aumentado en Estados Unidos en unos 40.000 dólares desde 2008, en los países europeos prácticamente se ha estancado. Y uno de los factores que se aduce para esta brecha es el mayor uso de la tecnología en la economía estadounidense. En este sentido, las exportaciones tecnológicas son un elemento clave. Según un informe del Club de Exportadores, España ha mejorado de forma considerable las ventas al exterior de estos productos durante la última década, aunque sigue estando en la parte baja de la UE.
“Ha mostrado una tendencia a exportar principalmente productos de tecnología baja y media. Sin embargo, en los últimos años se han observado esfuerzos por parte de las empresas y las Administraciones para incrementar la participación en la gama alta”, concluye el documento elaborado por Ramón Xifré, profesor de IQS School of Management. Con datos entre 2014 y 2022, España ha escalado en esos años desde el puesto 25 de la Unión hasta el 16. Y su intensidad exportadora, entendida como el porcentaje de exportaciones tecnológicas sobre el total, ha pasado del 5,5% al 8,5%. La proporción de exportaciones que son de este tipo en la UE ha subido en ese periodo del 15,3% al 17,3%. Un país como Alemania tiene una intensidad del 15%. Holanda alcanza el 20%. En Francia se supera el 17%. Italia en 2022 se situó justo por debajo de España. Destaca por encima de todos Irlanda, que presenta una intensidad superior al 40% y que probablemente aprovecha su condición de territorio de baja tributación para las multinacionales. También cabe reseñar la intensidad tecnológica de las exportaciones de dos países del Este: República Checa, con un 15%, y Hungría, también en el 15%.
El saldo entre exportaciones e importaciones de estos productos siempre ha sido deficitario para España en el periodo estudiado. Y lo peor es que ha sufrido un progresivo deterioro. En 2013 se padecía un déficit por valor de 7.200 millones de euros, y este se ha más que duplicado hasta los 16.800 millones en 2023. Desde la pandemia se aprecia un crecimiento mayor tanto en las importaciones como en las exportaciones. Si bien parece que en 2023 se dio una cierta corrección por lo atípico de los dos ejercicios precedentes, explica el documento del Club de Exportadores.
La mayor parte del déficit se explica por el sector de electrónica y telecomunicaciones, con unos 11.000 millones de agujero en 2023. El equipamiento informático supone un déficit de 4.000 millones y el instrumental científico, 3.700 millones. En superávit están armamento, con 683 millones; maquinaria no eléctrica, con 624, y aeronáutico con 603. En el sector farmacéutico se solía recoger un déficit. Pero en 2022 se registró un saldo positivo de 6.700 millones por las exportaciones a Bélgica y luego se ha quedado en un superávit de 578 millones en 2023.
“Los productos de alta gama tecnológica son una de las barreras para que la UE mejore su competitividad”, señala el informe. Y abunda en que las exportaciones tecnológicas son importantes porque indican si hay un ecosistema innovador; son necesarias para la llamada autonomía estratégica cuya importancia se ha evidenciado tras la covid; presentan una elevada capacidad tractora, un alto valor añadido y proporcionan empleo cualificado y estable. Son, además, una señal de la presencia de los llamados clústeres tecnológicos, concentraciones de conocimiento formadas por universidades, centros de investigación, grandes empresas, start-up (empresas emergentes) e inversores. Estos clústeres son imprescindibles para atajar el retraso en inversión tecnológica respecto a Estados Unidos y China, subraya el estudio.
Entre los retos a los que se enfrenta España, el informe hace hincapié en el bajo gasto en I+D, una estructura empresarial con una alta proporción de pymes, y la elevada incertidumbre que existe por los aranceles, una competencia global y una necesidad constante de adaptarse a nuevas tendencias, con un retraso en áreas esenciales como los chips o la inteligencia artificial. Por ello, el Club de Exportadores recomienda políticas de apoyo, fomentar los sectores emergentes como el químico-farmacéutico, la biotecnología, la salud digital, la movilidad sostenible, las renovables o las tecnologías limpias. Pide promover la digitalización, la adopción de tecnologías emergentes y la internacionalización; fortalecer la protección de la propiedad intelectual; apostar por la colaboración público-privada; mejorar la formación; estimular la inversión extranjera directa, y establecer políticas industriales orientadas a la innovación.
El estudio se ha elaborado con los criterios de la OCDE para identificar dónde están los productos de alta tecnología. Así se incluyen nueve sectores manufactureros: aeroespacial, equipos informáticos, electrónica, telecomunicaciones, farmacia, instrumental científico, maquinaria eléctrica, químico, maquinaria no eléctrica y armamento. Esta lista puede quedarse corta, admite el papel, en tanto que puede haber servicios o sectores, como por ejemplo el primario, que se beneficien de la tecnología pero no se recojan en el análisis. Tampoco se incluyen las manufacturas tecnológicas que puedan producir empresas españolas desde terceros países. Y es difícil saber cuánto de las exportaciones tecnológicas se corresponde con conocimiento desarrollado o adoptado por empresas de capital español, dice.
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