“Ser mujer en México es como haber nacido con una discapacidad”
La escritora Fernanda Melchor repasa la actualidad de su país antes de las elecciones
Fernanda Melchor (Veracruz, 1982) publicó el año pasado una novela crucial para entender los mecanismos públicos y privados que reproducen algunos de los peores males de México: violencia, exclusión, miseria. Temporada de huracanes se coló en las listas de lo mejor de 2017 y confirmó a Melchor como una de las voces más sugerentes de su generación. De paso por la capital para presentar la reedición de su libro anterior —Aquí no es Miami, una recopilación de crónicas periodísticas— EL PAÍS charla con ella sobre la situación de México en tiempos electorales.
Pregunta. ¿Los personajes de su novela son un reflejo de México?
Respuesta. Hay cierta conciencia de todo lo que ha salido mal, pero cuando escribo jamás es mi intención hacer un panfleto o que mis personajes reproduzcan mis ideas. Al contrario: son priístas que venden su voto, machistas, homofóbicos. Me gusta confrontar al lector con un tipo de discurso en el que no creo pero que conozco bien. He sufrido en carne propia sus consecuencias por ser mujer, vivir en este país, haber sido adolescente.
P. ¿Qué significa ser mujer en México?
R. Es una chingadera. Es como haber nacido con una discapacidad. Las cosas han mejorado pero aun supone una doble carga: además de tu propia tarea de crecimiento como persona y tu profesión, cargas con lo doméstico y con todo el trabajo emocional que tienes que hacer con los hombres; con la desigualdad en materia de salarios y oportunidades; y una lucha contra el propio machismo interno que te han inculcado, ese discurso que dice que por ser mujer no vales, o que eres un objeto.
P. ¿Cómo definiría la masculinidad mexicana?
R. Creo que la masculinidad tradicional es bastante tóxica. Hay una incapacidad por parte del varón de hacerse cargo de lo emocional y una ceguera ante el privilegio que se tiene, que, en caso de varón y criollo, es doble. Creo que las nuevas generaciones están cambiando. Hay una apertura, pero hay muchos Méxicos y para muchos chicos jóvenes sigue siendo muy difícil cuestionar esos modelos tradicionales, como el de la hipersexualidad, ese varón que con todas puede, que siempre tiene que estar caliente, dispuesto a tener relaciones.
P. ¿Los problemas de México son culturales o estructurales?
R. Una combinación de ambas. Es difícil sacudirse tantas décadas de desigualdad y corrupción. Pero también tenemos cosas que trabajar, como esta cosa de creer que va a llegar una figura mesiánica que nos va a salvar a todos. Estamos esperando al gran tlatoani, que saque el sol de un corazón humano y todo tenga sentido.
P. El mesianismo tiene una fuerte tradición latinoamericana.
La sociedad mexicana sigue siendo eminentemente clasista y racista
R. Sí, esa idea del hombre fuerte también tiene que ver con el peso del presidencialismo en México. Pero antes no robaban tanto, Juárez ganaba lo que sus salarios.
P. Esto es lo que vende López Obrador, que tiene a Juárez como referencia
R. Lleva muchos años impulsando esa idea de honestidad. La austeridad es un valor republicano que creo que se ha perdido.
P. ¿Cómo analiza al panorama electoral?
R. Me recuerda mucho a la actitud que como mexicanos asumimos con el mundial. Estamos ahí pero sabemos que nuestro gallo siempre va a perder, esta sensación de no tener manera de salir ganando, de que en cada elección el resultado sea siempre una decepción, que además va creciendo conforme el sexenio avanza hasta un total desencanto. Y vuelta a empezar: una suerte de esperanza que regresa otra vez a encenderse y se vuelve a extinguir.
P. ¿Eso significa que hay una esperanza?
R. Yo creo que sí, porque el sistema está hecho para eso y los mismos políticos juegan con esta idea. A mí me tocó votar por primera vez en el 2000, cuando se sale de aquella inercia que hacía que pareciera imposible que ganara otro partido que no fuera el PRI. Ya haya sido una negociación por debajo, que es una idea muy mexicana, el que todo está arreglado desde ahorita, lo cierto es que a mi generación le tocó vivir ese cambio.
P. ¿Cree que López Obrador ha construido a su alrededor un nuevo PRI?
R. En el fondo todos son priístas. Lo veo en Veracruz, voto duro del PRI de toda la vida. Tuvo que suceder algo como Javier Duarte, que es como un villano de caricatura, para que perdieran. Pero llegó Miguel Ángel Yunes, que viene del PRI. Es lo mismo y los candidatos de izquierda siempre son ex priístas.
P. ¿Cree que México sufre una especie de resignación política crónica?
R. Sí, porque no se le ve salida. Aunque ya sea posible presentarse como candidato independiente, en realidad es dificilísimo. Y esta bien que haya controles. Mire el caso por ejemplo de Marichuy (candidata indígena que no superó el umbral de firmas necesario).
P. ¿Cree que la candidatura de Marichuy no triunfó por los controles?
R. Por su puesto, porque ella no hizo trampa. Y también porque no estamos acostumbrados: mucha gente creyó que dar la firma era ya votar. Además, hay ideas muy retrógradas, gente que sigue pensando ¿cómo le voy a dar mi voto a una mujer indígena? ¿qué preparación tiene? ¿curandera? La sociedad mexicana sigue siendo eminentemente clasista y racista.
P. ¿Cree que han mejorado con respecto al pasado?
R. Hay muchos Méxicos, aquí en la capital, por los esfuerzos de mucha gente y voluntad política, está reconocido el derecho a la interrupción voluntario del embarazo. Pero en Veracruz, por ejemplo, hasta hace pocos años si te violaban y se casaba contigo ya no le metían en la cárcel y cosas así. Unas legislaciones medievales.
P. ¿Qué le parece Anaya?
R. No entiendo lo que vende. Los gobiernos panistas tienen sus ventajas, económicamente han funcionado mejor. Compara cómo le fue al dólar con los panistas a cómo con Peña Nieto. Pero un país no es una empresa donde se trata de balancear gastos con ingresos y, sobre todo, la cuestión de la guerra fue espantosa. Ciento de miles de personas muertas y desplazadas por mantener el tipo de cambio. Es mucha sangre.
P. ¿Qué salida cree que puede tener México a esta situación de guerra no declarada?
R. Es muy complicado porque son muchos factores ¿De dónde salen las armas de los narcos? Es algo de lo que nunca se habla. No hay una distinción clara entre narco y Estado, no son dos bandos enfrentados. La mafia está infiltrada en los niveles más profundos de México, y no solo del sistema político, del sistema en general, en la sociedad. A mí me parece interesante la vía de la legalización de sustancias.
Babelia
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