La segunda vida de Simone de Beauvoir en la era MeToo
Un libro divulga la obra a los jóvenes de la madre del feminismo, que entra en la prestigiosa La Pleiàde, 36 años después de Sartre
Tardó más de 60 años en considerarse feminista, pero su obra ha sido determinante para la lucha por la igualdad de las mujeres. Los pensamientos y reflexiones de la escritora y filósofa Simone de Beauvoir (París, 1908-1986) viven un nuevo impulso con el resurgir del feminismo que ha marcado este último año y que ha llevado a Estados Unidos a desenmascarar abusos con el MeToo, a las españolas a la huelga el 8 de Marzo o a que países como Irlanda o Argentina hayan aprobado recientemente leyes que despenalizan el aborto. Se han publicado nuevos libros de su obra y cada vez más intelectuales reivindican su figura, aunque por ahora sigue alejada de los programas escolares.
La autora acaba de entrar en La Pléiade, la colección de clásicos de la editorial francesa Gallimard. Para algunos autores estar presente en esta prestigiosa selección es tan importante como el premio Nobel. Se ha sumado con sus obras autobiográficas 32 años después de su muerte. Su compañero de vida, Jean-Paul Sartre, se incorporó hace ya 36 años. Ha llegado al panteón de la literatura pero no está en las escuelas ni se enseña en los institutos.
El acercamiento a su obra más influyente, El segundo sexo (1949), considerado el gran manifiesto feminista, sigue siendo un paso que las lectoras dan por su cuenta, como cuando se convirtió durante el franquismo en una referencia crucial de las universitarias. Entonces solo se conseguía “en la clandestinidad de alguna librería o en el extranjero”, refleja la escritora sevillana Carmen G. de la Cueva, de 32 años, en el reciente libro, Un paseo por la vida de Simone de Beauvoir (Lumen) con ilustraciones de Malota.
No en el currículo, sí en las oposiciones
No hay rastro de la obra de la filósofa francesa en el currículo escolar. Pero con el auge del feminismo, sí está llegando a futuros maestros. Enrique Mesa, profesor de Filosofía en un instituto de Madrid y presidente de la asociación de profesores de Filosofía en esta comunidad, explica que se lo enseña a los opositores de secundaria: "La he incluido como autora para el comentario de texto, donde puede caer cualquier tema". Simone de Beauvoir tuvo que preparar sus propias oposiciones "en un mundo que parecía hecho a la medida de los hombres", como recuerda Carmen G. de la Cueva en su libro. Una de sus compañeras de clase, la señorita Roulin, le dijo: "Una mujer no puede esperar pasar las oposiciones antes de cuatro o cinco fracasos".
Así, a escondidas, la descubrió la filósofa Celia Amorós cuando era precisamente una de esas universitarias que vivían bajo la dictadura de Franco. Se topó con El segundo sexo y ya no pudo parar de estudiar a Simone de Beauvoir. “Nunca será bastante magnificada su figura, pero es normal que se la reivindique en su verdadera dimensión”, considera Amorós, fundadora del Instituto de Investigaciones Feministas de la Complutense de Madrid. Defiende una de sus grandes enseñanzas: “El amor no debe de ser el proyecto de vida de la mujer como no lo es del varón”. Así lo ve también la doctora en Filosofía Teresa López Pardina, que centró su tesis en Beauvoir: “Mostró que los dos requisitos fundamentales para la igualdad de mujeres y hombres son la independencia económica y la libertad de elección”.
Han pasado casi 70 años desde la publicación de la gran obra del feminismo del siglo XX —junto con La mística de la femineidad (1963) de Betty Friedan— pero aún no está lo suficientemente difundida. “He cursado muchísimas asignaturas de Historia en el instituto y la universidad, pero nunca me hablaron de ella”, explica Carmen G. de la Cueva en su libro, un recorrido por las vivencias y los escenarios vitales de Beauvoir. “Quería acercarla a mi generación, mostrar que era una mujer como las demás, con dudas, grietas, miedos”, explica. Le costó documentarse para el libro: “La mayoría de su obra está descatalogada” en España. Encontró volúmenes en castellano en la editorial argentina Sudamericana. “Me enseñó”, escribe la autora sevillana, “que fue una mujer capaz de concentrar toda su energía en no deberle nada a nadie más que a sí misma, fijarse unas normas y fines propios y rechazar las convenciones naturales de la mujer: el matrimonio, los hijos, la vida que se espera de nosotras”.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.