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Juan Mayorga mira el mundo tras los cristales de unas gafas de natación

El dramaturgo y académico estrena ‘Intensamente azules’, un viaje por el humor y la poesía de ver el universo en otro color

Rocío García
Juan Mayorga, izquierda, junto a César Sarachu, durante un ensayo de la obra 'Intensamente azules', en el teatro de Torrelodones.
Juan Mayorga, izquierda, junto a César Sarachu, durante un ensayo de la obra 'Intensamente azules', en el teatro de Torrelodones.Jaime Villanueva.

Vuelve a leer El Quijote y entiende cosas que jamás había comprendido antes, va al cine y ve siete veces seguidas El perro andaluz. Asalta estanterías en la Biblioteca Municipal en busca de títulos a los que antes no osaba acercarse. Incluso se atreve con El mundo como voluntad y representación, la magna obra del filósofo alemán Arthur Schopenhauer, y no se le escapa una. La felicidad de este hombre que ve el mundo a través de unas gafas de natación azules es inmensa. Hasta canta boleros tras leer esos densos tratados de filosofía. Entre la imaginación, los sueños y, quien sabe, si la realidad, este héroe de pacotilla se adentra con esas nuevas gafas en un universo diferente y fascinante. El dramaturgo y recién académico de la RAE (Real Academia Española) Juan Mayorga estrena Intensamente azules, una obra que surge de un episodio real que vivió él mismo y que ahora traslada al teatro en un montaje que, protagonizado por César Sarachu, es algo mucho más que un monólogo. Es un espectáculo hilarante y divertido, una producción teatral con un solo actor, en la que el espectador es invitado a viajar a la memoria invadida de imaginación de ese hombre de la calle que lleva una bolsa con verduras frescas. Intensamente azules, cuarta obra como director de Mayorga, se representa en la Casa de la Cultura de Torrelodones (Madrid) el viernes y el sábado. La próxima temporada estará en un teatro de la ciudad de Madrid.

Fue hace dos años durante unas vacaciones familiares en un pueblo de Andalucía, cuando Juan Mayorga (Madrid, 1965) se encontró una mañana con sus gafas de miope rotas. Tras unos instantes de confusión, recordó que tenía unas gafas de natación graduadas, de color azul, regalo de sus hijos al comprobar que en la piscina y en el mar su padre se movía con verdaderas dificultades. Mayorga se las puso y con cierta perplejidad por parte de sus hijos pero con ninguna por parte de su mujer, el dramaturgo se fue al supermercado a hacer la compra. “Prefería ir con ellas a romperme la crisma por las esquinas” recuerda divertido el autor, en un descanso del ensayo del montaje en el teatro de Torrelodones. Observó que la gente le miraba con mucho interés, unos quizás pensando que podía ser un tipo violento, o que estaba medio loco o que necesitaba algún tipo de ayuda. El caso es que la propia percepción del mundo de Mayorga cambió, tras una semana viviendo con esas gafas y viendo todo de color azul. “Como no soy muy bueno diferenciando entre lo que vivo y lo que imagino, empezó a surgir esta historia que no es autobiográfica, solo en la medida que parte de una anécdota real y de que el personaje algo tiene que ver conmigo. De alguna manera, el texto está escrito con gafas de natación azules”, explica el autor y director, que casi enseguida vio que en las palabras escritas que iban surgiendo en esa narración, publicada por La uña rota en forma de libro ilustrado con dibujos de Daniel Montero Galán, había una vocación de ser pronunciadas, de llevarse al teatro, más allá del disfrute de ser leídas.

Silencio, una palabra extraordinaria

Cada día, desde que fuera elegido el pasado 12 de abril nuevo miembro de la Real Academia Española (RAE) Juan Mayorga dedica media hora de su tiempo a pensar e ir escribiendo el texto con el que entrará en la RAE. Premio Nacional de Teatro en 2007 y de Literatura Dramática en 2013, el discurso de Mayorga, cuyo teatro, asegura, nace de la escucha de la calle y de los libros, girará en torno al silencio teatral. “Al entrar en una casa de las palabras como es la Real Academia me pregunto a qué palabra nunca renunciaría como dramaturgo y llego a la conclusión de que esa palabra es silencio, la primera y la última que pronuncia Bernarda Alba en la obra de Lorca y también Hamlet, de Shakespeare. Silencio es una palabra extraordinaria. En las acotaciones teatrales tiene un valor muy especial. Probablemente, junto a la palabra pausa sea la más importante de un texto teatral. El teatro no solo es el arte de la palabra pronunciada, sino también del silencio del ser humano. Escuchando el silencio, se representa el tiempo”, explica el académico.

Fue el reencuentro con el actor César Sarachu, al que Mayorga ya dirigió en Reikiavik, el que decidió finalmente al dramaturgo a hacer de ese relato un montaje teatral. Sarachu, del que Mayorga dice que es “un poeta poseído por el demonio de los escenarios”, traslada al escenario el humor, la magia, la ilusión y la poesía de ver el mundo en azul. “A través de esas gafas se ve un mundo sumergido, un mundo como después de un diluvio, que da lugar a una ocasión para la renovación, para que todo sea visto de un modo nuevo y cambie”, explica el dramaturgo.

Un único actor sobre el escenario que se desdobla en diez personajes más a lo largo de la función, en un escenario minimalista, acotado en un cuadrado que marca una luz de color también azul. El narrador solo se desprende de sus gafas para nadar y para dormir, además de para dar voz y cuerpo a los otros personajes con los que se va encontrando, incluido el propio Rey de España, mientras extrae objetos diversos de un cubo de espejos . Siguiendo la estela de El Quijote, no se sabe a ciencia cierta si lo que narra este personaje de gafas azules son recuerdos, imaginaciones o invenciones. Lo que sí está claro es que es protagonista de una gran historia de amor, aquella que resurge diferente ahora con su mujer. “Con esas gafas, vive una extraordinaria aventura”, reflexiona su autor. La misma o parecida a la que él mismo vivió hace dos años. Por si acaso se presenta una nueva ocasión, Mayorga lleva en su mochila sus auténticas gafas de natación azules, aquellas que le regalaron sus hijos y con las que volvió a ver el mundo de otra manera.

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