Rodar la hazaña extrema de Millán Ludeña
La película ecuatoriana 'From core to sun' lleva a los cines la inspiradora historia de un héroe desconocido de los deportes de alto riesgo
Millán Ludeña es “oficialmente increíble”. Tiene un título que lo dice. Se lo entregó Guinness cuando salió vivo y sonriente tras lograr el récord de correr en dos horas y media una media maratón subterránea a 3,5 kilómetros de profundidad. El ecuatoriano de 37 años nunca ha sido un atleta profesional ni de formación, pero es el único hombre del mundo que ha sido capaz de completar los 21 kilómetros en el punto más cercano al núcleo de la Tierra, en la mina de oro Mponeng, en Sudáfrica. Lo hizo a 31 grados de temperatura, con un 79 % de humedad, en la oscuridad, con un casco de minero alumbrando desde la frente, sorteando las grietas, railes, cadenas y demás irregularidades de una pista de carreras que no era más que una cueva escarbada durante años.
Su meta era convertirse en oficialmente increíble por duplicado, si conseguía correr otra media maratón en el otro extremo, en lo más alto del planeta, en el Chimborazo, cuya cumbre -a 6.263 metros- es el punto más cercano al Sol. Pero debía hacerlo inmediatamente. Debía completar los dos retos en 78 horas para conseguir los dos primeros Récord Guinness del Deporte para Ecuador. Pero no lo consiguió. Se quedó solo con un título. Y no fue porque se rindiera.
Ludeña llegó a la cumbre helada, sacando fuerzas de donde no quedaban, llorando, congelado, agotando sus defensas fisiológicas y aferrándose solo a sus pensamientos más positivos. Pero Guinnes no reconoció como récord la hazaña de subir la montaña en ese plazo. Conectar los dos extremos planetarios, desde el núcleo al sol, -from core to sun como el título de la película- en 78 horas, volando de Ecuador a Sudáfrica y de vuelta a Ecuador, del sofoco extremo al frío glaciar, no cabía como gesta para el libro de los récords mundiales, pero convirtió al guayaquileño en un héroe del deporte extremo aún desconocido para la mayoría.
Su proeza se dará a conocer este viernes cuando se proyecte en los cines comerciales el documental del uruguayo Oliver Lee Garland, tras haber invertido unos 250.000 dólares. La película maneja un tono motivacional, está cargada de frases de inspiración y envuelve al espectador con su banda sonora en una atmósfera de motivación que recuerda a la clásica escena de Rocky Balboa subiendo los escalones del Museo de Arte de Filadelfia. “La vida te pone límites; tu eliges entre dos opciones: o te acomodas a ellos o tratas de superarlos”, “la montaña es bonita, pero la vida siempre va a ser mejor”, “no es un atleta, es una persona que persigue sueños”. Se nota la mano de la productora ecuatoriana, Levector Films, tradicionalmente dedicada a la publicidad.
La historia personal de Ludeña se vende tan bien que el protagonista del reto se dedica ahora a impartir conferencias, mientras el proyecto audiovisual aspira a llegar a los festivales de cine más reconocidos: Cannes (Francia), TIFF (Canadá), Sundance (EE UU) o San Sebastián (España). “Nuestros países cuentan historias en negativo y las presentan como que es nuestra realidad. Aquí, queremos hacer lo mismo, pero en positivo. Que se vea que la realidad de nuestros países también es optimista”, comenta Ludeña.
Aun así, el camino hasta conseguir los fondos y hacer realidad los 101 minutos se hizo tan duro como las dos media maratones. Los productores de la película Jeffry Karram, canadiense afincado en Guayaquil, y Shanna Robalino, recuerdan que no resultó fácil convencer a las empresas para que aportaran capital a un proyecto que, a sus ojos, es un producto de exportación triunfador. De ahí que el título esté escrito en inglés.
Y conseguir los permisos para correr en la mina de Sudáfrica fue incluso peor. “Enviamos un primer mail al que, por supuesto, no nos contestaron; luego otro, después mantuvimos una llamada por videoconferencia y, así, pasó un mes intentando convencer a los dueños de la mina privada de que nos dejaran correr ahí abajo para conseguir el Guinness”, relata el productor Karram. “Hasta que Carolina tomó las riendas”, apostilla el deportista. Carolina es Carolina Bassignana, su novia, que tiene tanta tenacidad como él y que es, en sus palabras, el punto en la tierra de lo que él sueña. No dejaron de insistir hasta que uno de los correos llegó al vicepresidente mundial de la mina y éste, con una sola palabra, propulsó todo: “Interesante”.
Babelia
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