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crítica | LA CHICA EN LA NIEBLA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El pasatiempo criminal

Desaparición y muerte violenta de una adolescente es una intriga que termina relacionándose con crímenes anteriores

Toni Servillo y Jean Reno, en 'La chica en la niebla'.
Toni Servillo y Jean Reno, en 'La chica en la niebla'.
Javier Ocaña

LA CHICA EN LA NIEBLA

Dirección: Donato Carrisi.

Intérpretes: Toni Servillo, Alessio Boni, Jean Reno, Galatea Ranzi.

Género: thriller. Italia, 2017.

Duración: 128 minutos.

El elefantiásico auge en todo el mundo de la novela de tintes negros que aúna crímenes, deducción y misterio está llevando a que ciertas tramas se parezcan tanto entre ellas que, al ser llevadas al cine, junto a sus peculiaridades ambientales y de tono, resulte inevitable emparentarlas. Incluso a pesar de la dificultad de que se hayan podido contagiar las unas con las otras, como es el caso de las relatadas en la novela italiana La chica en la niebla, publicada por Donato Carrisi en el año 2015, y en la española El guardián invisible, escrita por la española Dolores Redondo en 2013.

Desaparición y muerte violenta de una adolescente, en una intriga que termina relacionándose con otros crímenes anteriores; pueblo pequeño alejado de la urbe donde todos se conocen; paraje natural de fuertes implicaciones de corte atávico; destellos mágicos de superstición y brujería, e investigador policial tan obsesionado por el caso que acaba resucitando sus propios fantasmas del pasado. Aspectos que comparten ambas novelas y, por supuesto, sus dos adaptaciones homónimas: la de Fernando González Molina en el caso de la española, y la del propio escritor Carrisi, en su debut como director, en el de la italiana.

Eso sí, con una clara diferencia: La chica en la niebla lleva a un desenlace tan rocambolesco, barroco e inverosímil en términos de cotidianidad, sentido común y plausibilidad, que Carrisi hace bien desde el inicio en narrar su historia alejándose del realismo y acercándose a la fábula de corte onírico y alucinatorio, como un hitchcock de bolsillo y un tanto de saldo. Un distanciamiento de la materialidad que alcanza a la fotografía y a la dirección artística, e incluso a sus intérpretes. Aunque uno de los principales problemas de su película sea que cada una de sus actuaciones parezca estar anclada en un método distinto y Carrisi no haya logrado unificarlas: desde la sobreactuación casi guiñolesca de Toni Servillo y Galatea Ranzi, hasta el naturalismo de Alessio Boni.

Algo que no evita que, gracias a la malsana fascinación que desprenden este tipo de casos, y a la interesante reflexión sobre la influencia del sensacionalismo y de los medios de comunicación, de los que se puede aprovechar hasta la policía para manejar tiempos y acabar provocando errores en los sospechosos más cercanos, como hemos visto en recientes casos reales de la vida social española, La chica en la niebla nunca deje de interesar. Si luego su churrigueresca conclusión es tragable o intolerable deberá resolverlo cada uno, pero lo más probable es que los amantes del best seller tengan suficiente con su entretenido pasatiempo criminal de más de dos horas.

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Sobre la firma

Javier Ocaña
Crítico de cine de EL PAÍS desde 2003. Profesor de cine para la Junta de Colegios Mayores de Madrid. Colaborador de 'Hoy por hoy', en la SER y de 'Historia de nuestro cine', en La2 de TVE. Autor de 'De Blancanieves a Kurosawa: La aventura de ver cine con los hijos'. Una vida disfrutando de las películas; media vida intentando desentrañar su arte.

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