Saber mirar
El director toma la opción de no imponer un discurso
Con su cortometraje Buenos días resistencia (2013), Adrián Orr impartía una lección magistral sin levantar la más mínima sospecha de estar sentando cátedra. Y eso que su trabajo respondía a una cuestión tan delicada como la de cómo filmar la intimidad sin generar una mirada intrusiva, ni acabar sembrado el germen de una cierta impostación dramatúrgica en lo retratado. Niñato, su primer largometraje, parte de las imágenes que abrían esa singular miniatura para extender su temporalidad y adensar, sin que lo parezca, su discurso. El cineasta retrataba la cotidianidad de su amigo David Ransanz, padre de tres hijos, artesano del hip hop y superviviente en esa precariedad sistémica que parece estar definiendo todo un carácter generacional.
NIÑATO
Dirección: Adrián Orr.
Intérpretes: David Ransanz, Luna Ransanz, Mia Ransanz, Oro Ransanz.
Género: documental.
España, 2017
Duración: 72 minutos.
Su película podría haber adoptado un explícito carácter político, diseccionando el peso de la crisis económica en la vida de quien sigue viviendo en (o ha tenido que volver a) casa de sus padres, lidia con la educación de sus hijos e intenta desarrollar su labor creativa en los intersticios de un absorbente trajín cotidiano. Orr toma la opción de no imponer un discurso, sino de dejar que sean las vidas de los Ransanz quienes acaban dotando de cuerpo, alma y narrativa a un relato que acaba hablando de una educación entendida como eje vital, de transmisión de valores y de responsabilidad, construyendo una épica de la resistencia cotidiana sin que el tono sucumba nunca a la tentación de, precisamente, ponerse épico. Niñato demuestra que hacer una buena película es cuestión de saber mirar.
Babelia
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