El tormento y el éxtasis
El objetivo de la película es que el mito alumbre y ayude a descifrar a la mujer
“No sé lo que me pasa en el escenario. Algo más parece ocupar mi lugar”, afirmó María Callas, sintetizando la naturaleza casi sobrenatural de la relación entre todo artista aislado en la cúspide de la excelencia y un lenguaje artístico que se le manifiesta casi como arrebato o posesión, lejos de todo espejismo en torno al control de lo inexpresable por parte de la técnica. Ana María Cecilia Sofía Kaloyerópulos fue una mujer, con sus vulnerabilidades y contradicciones, con la infancia arrebatada por un régimen disciplinario materno que buscaba reconvertir al patito feo en gallina de los huevos de oro y con una agitada vida sentimental que alimentaría a la prensa rosa. María Callas fue, por el contrario, un enigma, una cifra encerrada en la campana de vacío –o en la cápsula de tiempo- de las arias operísticas que interpretaba: parece significativo que su pieza emblemática fuera esa Casta Diva que, con su naturaleza de invocación lunar, puede entenderse como asunción de lo irracional e incontrolable –lo que se manifiesta en el reverso de la luz diurna- en tanto que condición esencial del genio artístico. Maria by Callas, documental de Tom Volf que concede a la artista la voz solista de su propio recorrido vital, tiene clara esa dualidad entre la persona y la diva desde su mismo título: el objetivo de la película es, pues, que la Callas (el mito) alumbre –y ayude a descifrar- a la mujer. Y viceversa.
MARIA BY CALLAS
Dirección: Tom Volf.
Documental
Género: biográfico. Francia, 2017
Duración: 113 minutos.
En su planteamiento, el trabajo de Volf se acerca a las estrategias desarrolladas por Asif Kapadia en dos trabajos tan sobresalientes como Senna (2010) y Amy (2015): a excepción de las palabras de su profesora española Elvira de Hidalgo, la película evita los bustos parlantes y esas molestos testimonios en clave de extática exégesis que condicionaban la por lo demás brillante Pina (2011) de Wim Wenders. La materia prima esencial es la abundante documentación de archivo, así como las palabras de Maria Callas que la artista vertió en su correspondencia privada y que aquí, en afortunado guiño cinéfilo, desgrana la voz de Fanny Ardant, que encarnó a la soprano en Callas Forever (2002) de Franco Zeffirelli. En el conjunto se desliza alguna pequeña trampa –unas imágenes sugieren registrar el justo momento del flechazo entre Onassis y la Callas-, pero el documental logra articular un sólido discurso sobre el tormento y el éxtasis de ser un monstruo, una identidad única.
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