“Pasaron cuatro segundos hasta que me di cuenta de que alguien estaba en llamas”
El venezolano Ronaldo Schemidt, que acaba de ser galardonado con el World Press Photo, relata los riesgos a los que se enfrenta por su trabajo en México y Venezuela. "En Caracas quizá sufra un robo pero en México puede ser que desaparezca"
Ronaldo Schemidt disparó su cámara y cuatro segundos después se percató de que un manifestante ardía en llamas. Su instantánea, que acaba de ser galardonada con el World Press Photo, capturaba el momento en que José Víctor Salazar estaba siendo devorado por el fuego. Era mayo de 2017 y Caracas se había convertido en el escenario de la mayor oleada de protestas contra el chavismo de los últimos años. “En ese momento la gente tenía la esperanza de que podía producirse un cambio”, cuenta el fotógrafo por teléfono desde Ámsterdam, donde acaba de recibir el premio.
Schemidt voltea desde la ciudad holandesa a su Venezuela natal y al México que lo acoge desde hace ya 18 años y se topa con un dilema: ¿Dónde es más difícil trabajar? “En Caracas quizá sufra un robo o una agresión pero en las zonas de conflicto de México es posible que desaparezca”, relata.
Pregunta. ¿Es arriesgado ser fotoperiodista en Venezuela?
Respuesta. En Venezuela, el principal problema es la delincuencia. Llevar el equipo por la calle es bastante complicado. Además, el año pasado, durante las protestas, los fotógrafos nos arriesgábamos a ser agredidos por los cuerpos de seguridad. Te podían llegar a caer piedras o bombas (gases) lacrimógenas de la Guardia Nacional. En ocasiones era sin intención y otras, premeditado. Estábamos en mitad de una zona de conflicto e incluso temíamos que nos quitaran el equipo.
P. ¿Y en México?
R. Es uno de los países más peligrosos del mundo para los periodistas y de hecho, en ocasiones, los carteles de la droga quieren silenciarnos. Esto lo convierte en un país muy inseguro para los reporteros.
P. ¿Dónde ha sentido un mayor peligro?
“Hace un año, los venezolanos tenían la esperanza de que se produjera un cambio
R. Cuando hablo con amigos que no son latinoamericanos se alarman de los riesgos que corremos, pero a mí me resulta una situación prácticamente normal. En Venezuela, debido a la inseguridad, hay que ser muy discreto al sacar la cámara, pero también en México, si estoy en una zona de conflicto con el narco, hacer una fotografía puede ser muy peligroso. En Caracas quizá sufra un robo o una agresión pero en México, en lugares complicados, puede ser que desaparezca.
P. ¿Qué sabe de José Víctor Salazar, el joven manifestante de la fotografía?
R. Tuvo quemaduras en más del 70% de su cuerpo. Pasó cuatro meses en el hospital y recibió muchísima ayuda internacional. En parte, por esta fotografía, le enviaron medicinas que no se podían encontrar en Venezuela. Se recuperó bastante bien pero todavía está en tratamiento para lograr la movilidad completa en las manos y codos.
P. ¿Qué ocurrió antes de que tomara esa imagen?
R. A Salazar le tocó la peor parte, sufrió las consecuencias de un accidente. Estaba junto a una moto que los manifestantes le habían quitado a la Guardia Nacional y que consideraban una especie de trofeo. Decidí acompañar a este grupo porque pensé que la policía iba a tratar de recuperarla. Uno de los que protestaba lanzó una bomba (un cóctel) molotov que provocó el incendio pero no la explosión. Entonces me aparté y cuando estaba alejándome, reventó. Salió un gran chorro de gasolina a presión, como si fuera un lanzallamas, y José Víctor estaba en medio.
P. ¿Y en ese momento saca la cámara y empieza a fotografiar?
R. Escuché la explosión, me volteé, levanté mi cámara y fotografié. Todavía no sabía que había gente afectada. Tuvieron que pasar cuatro o cinco segundos para darme cuenta de que se estaba quemando alguien. Poco después José Víctor cayó al piso y llegaron muchos manifestantes que trataron de apagar el fuego. Cuando ya no había llamas, lo levantaron y se fue caminando.
“La ciudad en la que crecí y estudié se había convertido en un campo de batalla
P. ¿Por qué dejó Venezuela y se trasladó a México?
R. Fui a México a estudiar fotografía pero después regresé a Venezuela. Estando ya allí extrañaba demasiado México y decidí volver para intentar trabajar como fotógrafo. Ocurrió hace ya 18 años y fue entonces cuando empezó mi amor por el fotoperiodismo, al mismo tiempo que iba descubriendo el país.
P. ¿Cómo vivió la ola de protestas de hace un año?
R. Para un venezolano que lleva tantos años fuera fue impresionante. La gente que vive allí ve la evolución del conflicto pero yo hacía tiempo que no iba. La ciudad en la que crecí y estudié se había convertido en un campo de batalla. Todo estaba muy cambiado.
“Han pasado casi 12 meses y nada ha cambiado en Venezuela
P. ¿Cree que se pueden llegar a repetir esas manifestaciones?
R. Hace un año había una gran esperanza entre la gente de que podía producirse un cambio, pero ahora han pasado casi 12 meses y nada se ha transformado. Las cosas están peor y la población cree que no vale la pena [protestar].
P. ¿Incluso a pesar de que las próximas elecciones han sido rechazadas por los principales partidos de la oposición?
R. Los venezolanos están descontentos por múltiples razones. Los problemas diarios de la gente son mayores y además no creen en el proceso electoral. La población no está muy convencida de la legitimidad que puedan tener [estas elecciones]. Consideran que a pesar de los comicios las cosas seguirán igual.
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