El camino recto de la vida
Sencilla, directa a pesar de su simbolismo, ya desde el título, y profundamente honesta
LA DELGADA LÍNEA AMARILLA
Dirección: Celso García.
Intérpretes: Damián Alcázar, Gustavo Sánchez Parra, Joaquín Cossío, Silverio Palacios.
Género: drama. México, 2015.
Duración: 95 minutos.
Sencilla, directa a pesar de su simbolismo, ya desde el título, y profundamente honesta. Como su personaje central, jefe de obra de una cuadrilla de trabajadores que pinta las discontinuas rayas centrales de unas carreteras secundarias que no son sino la propia vida. Así es la mexicana La delgada línea amarilla, película del debutante Celso García, coproducida por Guillermo del Toro.
Relato de sueños y derrotas, de existencias entrecortadas que a veces se tuercen y otras mantienen el pulso hasta recuperar el camino recto, que gotean por el peso del pasado, la película está contada con la misma profesionalidad que quiere ejercer a cada minuto, casi con amargo empecinamiento, su protagonista. García aplica elegancia en el encuadre, con la cámara en el lugar justo para la mejor expresividad del plano, y solo se descarría un tanto en la innecesaria deriva amorosa del personaje más joven, innecesaria, y que parece directamente de otra película, mucho más empalagosa y facilona.
Sin embargo, es apenas un desliz, unos minutos en un conjunto sobrio, con excelente banda sonora de Daniel Zlotnik, que circula por el terreno de la road movie de carácter moral, pero que tiene incluso apuntes de western, tanto en su tratamiento del paisaje como en su carácter crepuscular. Y sin dejar en ningún momento de ser una película de personajes, de grupo antagónico que encuentra en la solidaridad el mejor camino para superar el impulso autodestructor.
Babelia
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