“¿Habías cerrado bien las piernas para evitar los abusos?”
El Teatro de las Culturas de Lavapiés acoge la obra 'Al otro lado. Hambre, papel, tijera', que ahonda en la realidad que viven las mujeres ante la justicia en casos de violencia machista
La sala principal del Teatro de las Culturas de Lavapiés se mantuvo cerrada el pasado jueves con motivo de la huelga general por el Día Internacional de la Mujer. Sin embargo, este viernes está más abierta que nunca para representar Al otro lado. Hambre, papel, tijera, una obra de Laura Aparicio que ahonda en el papel de la mujer en la sociedad y ante la justicia cuando debe enfrentarse a miradas y opiniones retrógradas por su condición de madre, de profesional o por haber sufrido un caso de violencia machista. “Nos hace mucha ilusión haber estrenado en marzo, en el mes de la mujer, porque, ya que solo nos dan un mes al año, hay que aprovecharlo”, explica irónicamente la dramaturga, que además también interpreta a una de las protagonistas.
Bajo el único foco de luz que alumbra la sala hay una mesa con una silla en cada cabecera. Sobre ella, un desorden controlado. Hojas, un cuaderno, un micrófono, una cámara de vídeo pequeña sobre un minúsculo trípode y una cápsula de un medicamento. Nieves se encuentra a la izquierda vestida de ejecutiva. Rosa está a la derecha con la mirada perdida y en chándal. Dos mujeres que nada tienen que ver comparten este espacio para poner a prueba un fármaco en experimentación dirigido a sujetos con pérdida de memoria por estrés postraumático. Sin embargo, tienen en común más de lo que piensan: ambas han sufrido violencia machista y ambas han optado por esconderlo en su memoria.
“¿Habías cerrado bien las piernas para evitar los abusos?", le preguntó la magistrada María del Carmen Molina Mansilla del juzgado de violencia de la mujer n.º 1 de Vitoria a una víctima agredida sexualmente y embarazada de cuatro meses. Aparicio se ha servido de esta y otras denuncias en la prensa para documentar su obra. Tanto es así que parafrasea continuamente hechos reales, como por ejemplo, el caso del profesor Andrés D. D., que impartía clase de ética en el Colegio Valdeluz de Madrid y de música en la academia Melodía Siglo XXI, posición de la que se sirvió para abusar sexualmente de 15 niñas entre 2004 y 2014. “Rosa representa en la obra la mujer de ese profesor, que pasó años sin saber qué hacía su marido”, explica Aparicio.
En mitad de la representación, las actrices cambian de personaje y se convierten en la otra. "Es una forma de ponerse al otro lado. Yo podría haber sido tú y tú podrías haber sido yo. A todas las mujeres nos toca sufrir el machismo de una forma u otra y no podemos pensar que lo que le pasa a otras es algo ajeno a nosotras", sostiene la dramaturga. Algo muy real dados los últimos datos registrados en una encuesta realizada por Metroscopia en la que se observa como una de cada tres mujeres afirma haber sufrido acoso sexual al menos una vez. “En esta obra es muy importante lo que se dice, pero también lo que no, porque queda palpitando en el ambiente a través de los personajes y de los textos”, aclara la directora Asunción Díaz.
La autora del texto explica que está cansada de que a las mujeres se les cuestione todo el rato ante cualquier decisión que tomen. "Si soy madre, porque soy madre; si no quiero serlo, porque soy poco tradicional... Las mujeres estamos expuestas a infinidad de violaciones continuamente", agrega. Con esta obra, que coincide en temática y barrio con Consentimiento de Magüi Mira, Laura Aparicio, Asunción Díaz y la actriz Natalia Díaz se proponen no solo recorrer los escenarios españoles, sino también internacionales porque "la escenografía es sencilla" y el mensaje es "muy necesario".
Babelia
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