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Así se destituye a un presidente en Brasil

La documentalista Maria Ramos muestra en 'O processo' las entretelas de la comisión del Senado que aprobó el 'impeachment' a Dilma Rousseff en verano de 2016

Dilma Rousseff, en un fotograma de 'O processo'.
Dilma Rousseff, en un fotograma de 'O processo'.
Gregorio Belinchón
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Maria Augusta Ramos pensaba que lo había visto todo en su Brasil natal. "Hasta que rodé O processo". Autora de una trilogía de documentales sobre la justicia en su país, y de otros filmes sobre problemas brasileños, a inicios el verano de 2016 pidió permiso al Senado y a diversos partidos políticos para filmar sus reuniones, sus charlas, sus encuentros y sus apariciones oficiales antes, durante y después de las deliberaciones del proceso de destitución, el impeachment, a la presidenta Dilma Rousseff. "Grabamos docenas y docenas de horas, y he necesitado seis meses de montaje para encontrar el corazón del proceso", cuenta Ramos en la Berlinale, cuya O processo forma parte de la sección Panorama documental. "Por eso, para concentrarme en la parte más dramática decidí concentrar el metraje en las dos semanas de debates en la comisión del Senado que debía decidir si daba luz verde o no al informe a favor de la destitución de Rousseff". Y de un plumazo eliminó un montón de material.

En pantalla se ven por tanto las entretelas y las mentiras de ese proceso. Ramos pidió permiso a todos los partidos, pero no todos se lo concedieron. Sí tuvo fácil acceso a los senadores del Partido de los Trabajadores (PT), el de Rousseff, y a las dependencias en las que se celebran los encuentros, con lo que su documental está salpicado de bellas tomas de la moderna arquitectura de Brasilia, imponentes edificios que recuerdan que la Historia está vigilando los pasos de los políticos. "Es el ambiente en que se mueven, y por tanto había que reflejar su ecosistema".

Ramos no explica mucho de lo que ocurre; si acaso, apunta con algunos carteles las fechas y poco más. "Yo no soy quién. Son los senadores y los juristas quienes cuentan lo que pasa con sus palabras y discursos. Y con esos elementos creo que el público entenderá lo que ocurre". ¿Una astracanada? "En portugués usamos la expresión 'cartas marcadas'. Es menos fuerte que esa palabra española, pero también define un falso proceso como este, del que todos conocen su final a pesar de lo que se enseñe y demuestre jurídicamente durante las reuniones". Los senadores del PT lo saben y aun así se animan entre ellos en no hundirse. "Quieren demostrar a Brasil que lo ocurrido -y así lo pienso yo- es un golpe de estado institucional. Da igual que de lo que acusen a Rousseff no se sostenga desde ningún punto de vista, o de que su primer acusador, Eduardo Cunha, presidente de la Cámara de los Diputados, vaya a la cárcel [por lavado de dinero y desvío de fondos públicos; ha sido condenado a 15 años]. Todo está preparado desde el inicio". Y así se nota en los gestos y las palabras.

En O processo aparece solo al final Rousseff, cuando es llamada a testificar en el Senado, y nunca Michel Temer, exvicepresidente de Rousseff, su sustituto y beneficiado directo del golpe. "Temer mismo ha sido el primer presidente en el cargo acusado de corrupción. Pero él no me interesaba, me atraía más mostrar las deliberaciones, las interacciones entre los senadores para reflejar a la sociedad brasileña, polarizada en este momento histórico". Desde ese momento, además, cualquier cineasta brasileño presente en un festival de cine llama la atención "sobre el golpe de estado" y pide apoyo a sus colegas extranjeros. Ramos también cree que hay que seguir luchando, "por los brasileños", y se emocionó en el estreno en la Berlinale, que concentró a los brasileños residentes en la capital alemana en apoyo a Rousseff. "A pesar de eso, soy muy pesimista, y más desde la condena hace unos días a Lula. Están despejando las próximas elecciones presidenciales de octubre para no tener rivales. Ojalá pudiera confiar en que hubiera un referéndum de verdad y no algo seudodemocrático con candidatos que asustan. Un 45% de los brasileños se quedarían sin voz que les representara". ¿Le gustaría filmarlo? "No, estoy muy cansada. O processo me ha deglutido las fuerzas, ahora no tengo energía para pensar en mi siguiente filme". La última sonrisa de Ramos deviene en un gesto de infinita y profunda tristeza.

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Sobre la firma

Gregorio Belinchón
Es redactor de la sección de Cultura, especializado en cine. En el diario trabajó antes en Babelia, El Espectador y Tentaciones. Empezó en radios locales de Madrid, y ha colaborado en diversas publicaciones cinematográficas como Cinemanía o Academia. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense y Máster en Relaciones Internacionales.

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