‘Me llamo Suleimán’ lleva hasta Malí toda la dureza de la inmigración
La obra de teatro que narra el dramático viaje de un joven maliense hacia Europa se estrena por primera vez en el continente africano
El montaje teatral Me llamo Suleimán, obra del escritor canario nacido en Tánger Antonio Lozano y basada en su propia novela homónima, es la historia de un viaje. Un joven maliense de 16 años cruza el desierto y luego el Océano para llegar a España, una travesía salpicada de renuncias, dolor y sufrimiento. Es un relato que pocas veces se ha mostrado con tanta crudeza sobre un escenario en el continente africano. Este miércoles, tres años y 112 representaciones después de su estreno, la obra se presenta en Bamako, la capital de Malí. “Es como cerrar el círculo. Teníamos muchas ganas de ver la reacción del público”, asegura Mario Vega, su director.
En el ensayo y las pruebas técnicas de la obra ya se pudo comprobar que no dejará a nadie indiferente. La directora de cine Awa Meite aseguraba estar “impresionada” y mostraba su interés en que fuera representada en los barrios populares de Bamako. El joven maliense Almamy, jefe de producción del restaurante Mugaritz de San Sebastián que un día también hizo el viaje de Suleimán, se reconocía con facilidad en el personaje. “No creo que haya nada en la obra que no sepan, saben que no son bienvenidos en Europa”, asegura Lozano, quien se ha desplazado hasta Bamako junto a Mario Vega, la actriz Marta Viera y los técnicos de iluminación y escenografía Tomas Charte y Marcos Rodríguez.
Invitado por el festival La Rentrée Littéraire que celebra este año su décima edición y gracias al apoyo financiero de Casa África y el Cabildo de Gran Canaria, el equipo lleva cinco días en Bamako preparando el estreno, cuidando todos los detalles. Lo más laborioso ha sido la construcción de la escenografía, una estructura de madera y cajas de cartón con gateras que se abren y cierran y hasta una escalera que juega un papel clave en el espectáculo. Con temperaturas que rondan los 40 grados en el interior del teatro Blonba, protegido del sol solo con unas lonas, la tarea ha sido dura.
La interpretación de la lanzaroteña Marta Viera, quien interactúa con los dibujos animados que se van proyectando sobre la escenografía, es muy potente. Para cantar tres canciones de Salif Keita, cedidas por él mismo y adaptadas para la obra, tuvo que aprender nociones de bámbara, la lengua nacional. “Me produce ilusión y un enorme respeto, reconozco que da vértigo hacerlo aquí”, asegura. Su voz resuena con fuerza en el Blonba y los malienses hacen gestos de admiración hacia esta tubabu (blanca) que canta, dicen, “como Rokia Traoré”.
“Me llamo Suleimán, no te preocupes si no lo recuerdas, si no recuerdas de qué me conoces, aquí nadie me conoce. Eso fue lo que me dijo”. Con estas palabras de Viera comienza la obra, producida por la compañía Una hora menos. Las razones del viaje, el camino del desierto, el salto de la valla de Melilla, la expulsión a tierra de nadie, el segundo intento en cayuco por Canarias, la agonía de la travesía por mar, la ilusión de la llegada a la tierra prometida y la posterior decepción, la repatriación. Todos los elementos del viaje que en Malí se conoce como la Aventura están recogidos en la obra de Antonio Lozano, autor de una decena de novelas muchas de ellas ambientadas en África o sobre la inmigración.
Me llamo Suleimán, que ya ha sido representada en numerosas ciudades españolas y en siete países europeos y latinoamericanos, se estrenó en marzo de 2015 y el año siguiente acaparó seis de los nueve premios Réplica de la Asociación de Artes Escénicas de Canarias, además de estar nominada en la categoría de Mejor Autoría Teatral a los Premios Max. En las próximas semanas viajará hasta Panamá. Tres años después, sigue viva y coleando.
Babelia
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