23 monjes sospechosos en el monasterio de los lobos
Louise Penny lleva a su inspector Gamache a resolver un asesinato en una aislada comunidad religiosa de Québec."Era un reto utilizar las convenciones del género sin caer en el cliché”, afirma la escritora, que ha participado en BCNegra
En singular coincidencia con la gira del brazo incorrupto de san Francisco Javier por Canadá y el incendio de la abadía real en la que se inspiró El nombre de la rosa, la escritora Louise Penny (Toronto, 1958) ha participado en BCNegra trayendo con ella su más reciente novela publicada en castellano, el thriller monacal Un bello misterio(Salamadra). El nuevo caso que investiga su popular inspector Armand Gamache, jefe de la unidad de Homicidios de la Sureté du Québec, es el asesinato de uno de los 24 monjes de un monasterio de clausura en un lugar remoto y solitario de la agreste naturaleza canadiense. Gamache ha de enfrentarse a un clásico escenario de crimen en un espacio cerrado y que se ha producido, además, en el seno de una comunidad que esconde secretos (incluso arcanos misterios) y está marcada por el voto de silencio, algo que desde luego no ayuda en los interrogatorios.
El asesinado es el prior del monasterio y los 23 monjes restantes, con su abad a la cabeza, magníficos intérpretes todos de canto gregoriano, son sospechosos de haberle hundido muy poco piadosamente el cráneo al hermano en un contexto de celos, amistades inconvenientes, mentiras y sobre todo la grave división que ha provocado el lanzamiento de un disco que se ha convertido en un éxito de ventas pero al tiempo amenaza con destruir la paz de la comunidad. El canto gregoriano, su relevancia en la historia de la música, su técnica, su misticismo, y su capacidad de provocar el éxtasis espiritual (y hasta físico) en almas predispuestas, juega un papel fundamental en la trama (el "bello misterio" es el de esa música).
Penny, que parece toda azul (ojos y jersey) en esta mañana, ríe con una risa amplia al comentarle lo de la reliquia del santo (que viaja en avión en asiento propio), muy venerado en Canadá, y lamenta el incendio en la Sacra di san Michele que sirvió a Umberto Eco para poner marco a las aventuras de Guillermo de Baskerville. Para su propio monasterio, el ficticio Saint-Gilbert-entre-les loups (nombre ominoso que responde, leeremos, a una hermosa leyenda fundacional), de los no menos ficticios monjes gilbertianos, verdaderas fuerzas especiales del canto gregoriano, Penny, explica, se ha basado en la abadía de Saint-Benoit-du-lac, en los Cantones del Este (la zona de Québec en la que vive la escritora y que forma parte de su territorio literario). El monasterio real, en el cual viven actualmente medio centenar de religiosos contemplativos bajo la regla benedictina, también, como el de la novela, fue fundado por monjes franceses exiliados, se encuentra al borde de un lago (el Memphrémagog) y está relacionado con el canto gregoriano (su fundador, Dom Joseph Pothier contribuyó a la reconstrucción de ese tipo de plegaria cantada), que tanta importancia tiene en Un bello misterio.
Penny se muestra una apasionada de la música y de sus profundos efectos y su increíble poder sobre la naturaleza humana, similir, considera, al de las drogas.
"Necesitaba que mis monjes hicieran cosas que, claro, no podían hacer los de verdad", apunta Penny (además de asesinato, en la novela hay referencias a la homosexualidad y hasta a la pedofilia), "pero el paisaje, el ambiente e incluso la grabación de un CD de gregoriano por los monjes los tomé del monasterio real, fue fascinante investigar allí para documentarme". Para el éxito mundial del canto de los monjes tuvo en cuenta, claro, el que tuvieron los de Silos, en Burgos.
Penny, que es especialmente magistral en eso, convierte la naturaleza, el extremo aislamiento, en casi un personaje más de su historia. "El paisaje es el eco de los sucesos de la novela", dice.
La novelista era consciente de dónde se metía al situar una investigación policial en un lugar así, que suena tanto a relato clásico al estilo de Agatha Christie. "Hay un punto de partida similar pero no de llegada. El reto era no caer en el cliché, no repetir lo que habían hecho otros, la gran escuela del crimen, sino hacer mi propio drama, meter un modelo conocido dentro de un traje mío propio, una novela de emociones, con un trasfondo de complejidad ética y difíciles decisiones morales". Afirma que ha tratado de "romper las barreras de la ficción criminal, aquí reconoces algo de la tradición, pero hay también thriller, noire, ficción literaria, historia, poesía...". Y música: Penny se muestra una apasionada de la música y de sus profundos efectos y su increíble poder sobre la naturaleza humana, similir, considera, al de las drogas.
La autora destaca además la influencia en su novela de Asesinato en la catedral, la obra de T. S. Eliot sobre el asesinato de Tomas Beckett, atravesado por espadas instigadas por Enrique II (el leit motiv "nadie va a librarme de este cura entrometido" juega un papel en el argumento de Un bello misterio). "Me encanta ese drama", señala.
"Mis libros son sobre las emociones que conducen al acto de asesinar y sobre las consecuencias que ese acto provoca"
En realidad, Penny le da la vuelta al cliché del género policiaco como a un guante: en su relato no es tan importante descubrir al criminal (que también) sino seguir los vericuetos de las almas de los implicados, no solo los sospechosos, sino también los detectives (Gamache lleva con él a su yerno in pectore, el inspector Jean-Guy Beauvoir, y el caso se tiñe con la resaca de dramáticos sucesos anteriores).
"En mis novelas lo central no es el asesinato, el crimen me interesa como acto trágico", recalca la novelista. "Mis libros son sobre las emociones que conducen al acto de asesinar y sobre las consecuencias que ese acto provoca en la sociedad". En la novela, Gamache, probablemente el detective más moral de todo el género, advierte a los monjes de que la investigación es un proceso terrible que va a causar un daño psicológico tremendo, casi tanto como el propio crimen.
Gamache lo tiene muy difícil investigando a los monjes, que controlan tanto el silencio y dominan los gestos hasta el minimalismo. "Ciertamente, por lo normal, Gamache tiene el control, y aquí no. Los monjes son capaces de entender el lenguaje gestual mucho mejor que él. Está en un terreno de juego muy difícil".
Es la primera vez que Penny visita Barcelona. Se la ve excitada ante los muchos atractivos de la ciudad, incluida la comida que le va a preparar el chef Isma Prados y la perspectiva de un paseo por el Barrio Gótico. ¿Traerá a Gamache algún día? "Quizá, a él le encantaría", responde pícara. ¿Conoce la conexión de su viejo amigo el marqués de Montcalm, que aparece como personaje en Enterrad a los muertos con Cataluña? Penny es toda oídos: uno de los regimientos que llevó el militar francés del XVIII a la guerra de los Siete Años en América del Norte (los escenarios de El último mohicano y la batalla de las Llanuras de Abraham), el Royal Roussillon, contaba en sus filas con muchos catalanes...
La novelista, que en agosto publicará nueva novela de Gamache, la 13ª (aquí vamos por la quinta), Las casas de cristal, afirma que sigue el procés con el natural interés de una anglófona que vive en el francófono Québec.
"No es 'El nombre de la rosa' en versión moderna y en Canadá"
De nuevo, como en la magnífica Enterrad a los muertos, la historia (en este caso de la Iglesia, y de la música) tiene un papel relevante en la novela. Penny nos lleva por caminos inesperados en los que encontramos herejes, la Inquisición, manuscritos perdidos y una vieja pesquisa de casi 400 años con un toque Dan Brown y, claro, Umberto Eco. "No era consciente de los parecidos, pero soy una gran fan y no puedo decir que no estuviera en mi cabeza. Sin embargo, Un bello misterio no es una versión moderna de El nombre de la rosa. Es cierto que Guillermo de Baskerville y Gamache tienen algo en común: son adultos. Hay muchos hombres-niños en la literatura policiaca, hombres duros y torturados que cargan pistola pero tienen mentalidad de críos. Muy al contrario, Gamache es un personaje ético y maduro, con una gran capacidad de entender la naturaleza humana. La lucha psicológica de personalidades y voluntades de Gamache con el abad me parece algo central en la novela. El inspector se enfrenta a alguien con su mismo empeño por proteger a los suyos". El abad de Penny es capaz de decir cosas como "todos somos susceptibles de caer".
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